EXPOSICIÓN

El mundo onírico de Miró vuelve a París

El Grand Palais dedica al artista catalán una amplia retrospectiva que permite seguir su evolución desde el realismo a la abstracción

Exposición de Joan Miró en el Grand Palais de París

Exposición de Joan Miró en el Grand Palais de París / periodico

Eva Cantón

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El Grand Palais de París ha logrado reunir 44 después de su última muestra dedicada a Joan Miró (1893-1983) una colección ambiciosa que relata su evolución desde el realismo a la abstracción gracias a un itinerario que permite adentrarse paulatinamente en el mundo onírico del artista catalán.

El viaje hacia ese universo se organiza espacialmente de forma cronológica. Se inicia con la inspiración de la tierra natal en ‘el color de mis sueños’ y se cierra con la brutal potencia de sus últimas obras en las que Miró, más libre que nunca, sigue forzando los límites y buscando nuevos caminos expresivos.

A través de más de 150 obras  -cuadros, dibujos y esculturas- procedentes de museos estadounidenses y europeos y de colecciones privadas se siguen “70 años de creación, de renovación constante, donde Miró conserva toda la fuerza y un frescor de espíritu inigualable”, en palabras de Jean Louis Prat, director de la Fundación Maeght de 1969 al 2004, amigo personal del artista y comisario de la muestra parisina.  “Miró vive y se expresa en un perpetúo laberinto con los colores de sus sueños”, agrega el comisario.

Desde el autorretrato cubista que Picasso conservaría toda su vida hasta las grandes telas inspiradas por la ejecución del joven anarquista catalán Salvador Puig Antich por el régimen franquista, Miró atraviesa el fauvismo y el cubismo que descubre en Barcelona durante una exposición de arte francés.

En los años 20, marcados por una crisis existencial, pinta ‘La granja’ (1921-1922), obra emblemática donde domina la etapa detallista y su apego a la tierra natal, a Mont-roig. Aunque se anuncia ya el lenguaje que Miró hizo suyo en la pintura y que sus amigos poetas y escritores -Paul Elouard, Michel Leiris, Tristan  Tzara, Robert Desnos o André Breton- vincularán al surrealismo.

El cuadro lo compró Ernest Hemimgway, entonces corresponsal de guerra en París, que dijo de él lo siguiente: “Hay dentro todo lo que hueles de España cuando estás y todo lo que hueles cuando no puedes ir. Nadie más ha sido capaz de pintar dos cosas tan diferentes”.

El eco de las crisis políticas y sociales que sacuden los años treinta se escucha en la obra de Miró y un año antes de que estalle la guerra civil, el drama se anuncia en el ciclo de las “pinturas salvajes”

El pintor se exilia en París con su familia y una década más tarde realiza ‘Constelaciones’ una serie de pequeño formato que habla de los sueños no cumplidos. A su regreso a España en 1940 inicia las primeras esculturas y cerámicas con Josep Llorens i Artigas. Sus grandes esculturas de bronce también son un reflejo de la yuxtaposición entre lo real y lo irreal.

Un radical

“Miró era un radical, un hombre misterioso y enigmático que a través de su manera de entender la pintura consiguió poner en jaque todas las convicciones pictóricas del momento”, dice a este diario Joan Punyet Miró, nieto del artista en una de las salas del Grand Palais.

“Con esta retrospectiva vemos la evolución de un hombre que no quería ser repetitivo y que quiso ir más allá de la pintura convencional, que se acercó al dropping de Pollock, a la espiritualidad de Rothko, a Twombly o Basquiat, con una libertad sin precedentes” , recuerda.

Los reyes  Felipe y Letizia visitarán la exposición 'Miró, la couleur de mes rêves' este viernes en compañía del presidente francés, Emmanuel Macron, y su esposa, Brigitte. La muestra podrá verse hasta el 4 de febrero del 2019.