LA CITA DE LA ARQUITECTURA

Venecia destapa el largo sueño de los Pritzker RCR Arquitectes

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zentauroepp43468806 icult180524131826 / GIUSEPPE DALL ARCHE

Natàlia Farré

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Poco queda por decir de RCR Arquitectes después de que en el 2017 fueran galardonados con el premio Pritzker, el nobel de arquitectura. Los primeros catalanes en obtenerlo y los segundos españoles después de que Rafael Moneo lo ganara en el 1996. Así que como la realidad, lo tangible, ya se conoce, nada mejor que hablar de lo intangible: sus sueños o, mejor, su Sueño, en mayúsculas, porque hace años que lo persiguen, desde que se licenciaron, y ahora empieza a ser una realidad. El sueño no es otro que La Vila, una masía con su bosque y sus terrenos de cultivo en la Vall de Bianya (la Garrotxa), que los profesionales adquirieron después de conseguir el Pritzker.

"Queríamos que la muestra en sí misma emocionara a las personas", apunta Pigem

No es que el futuro de los tres flamantes arquitectos (Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramon Vilalta) pase por cambiar la escuadra y el cartabón por la azada y el rastrillo. No. Es más bien la idea de la creación de un espacio para la investigación y la experimentación lo que les mueve. Y es también un lugar de naturaleza, básico para estos profesionales que no entienden su trabajo sin elementos como el agua, la niebla o el olor a tierra húmeda. De este anhelo, de esta ambición, habla 'El somni de natura', la exposición que el pabellón catalán presenta de la mano del Institut Ramon Llull en la Bienal de Arquitectura de Venecia y que tiene al estudio RCR (la inicial de los tres arquitectos) como protagonista.

Sí a las vivencias, no a los edificios icónicos

Para evocar esta idea de sueño, de trabajo en curso, de proyecto "abierto" que el grupo de arquitectos no quiere "concretar en algo sino en un espacio que se adapte en cada momento" a sus pensamientos, explican, la exposición presenta una atmósfera inmersiva, evocadora, evanescente, liquida, indefinida... a partir de un cubo recubierto de plástico del que del techo cuelgan 6.000 lentes Fresnel. Lupas que parecen burbujas y que salpican ideas a través de pequeñas imágenes, fragmentos de dibujo y conceptos sobre qué puede ser y qué será La Vila. Una exposición estéticamente bella que pretende sumir al visitante en un estado sensorial, para que, como pasa en los sueños, obtenga sus propias sensaciones. No en vano, de eso va la arquitectura de RCR.

Redescubrir nuevas vías para el uso de la cerámica es una de las primeras líneas de investigación

"Entendemos que la arquitectura no pasa por hacer edificios objeto icónicos, sino que pasa por crear espacios vivenciales, de experiencia y de emoción", apunta Pigem. De ahí la museografía de la muestra: "Queríamos que el pabellón en sí mismo creara un espacio que pudiera transmitir algo a las personas, emocionarlas", sostiene. De ello se han encargado las comisarias, elegidas por concurso, Pati Núñez y Estel Ortega: "Pretendíamos dar forma a este sueño y en este sentido el contenido y el continente quedan diluidos para ser un único agente de percepción".

Aprender de la naturaleza

La Vila es un sueño. Sí. Pero es también una idea: "Un lugar enriquecedor para profundizar en aquello que nos interesa, que es la parte más libre y creativa de la arquitectura", a juicio de Aranda. Y por supuesto es un lugar físico en el que han empezado a ocurrir cosas. Como la realización de talleres para enseñar a los estudiantes a aprender de la naturaleza. O el 'Pavelló de paper', una construcción permanente fruto de un convenio con un municipio japonés. La madera llegará de allí, donde desde hace 500 años que autogestionan el bosque. Y el papel que cubrirá el techo y el suelo del pabellón será un proceso de investigación y experimentación. Tendrá lugar en el 2019 con un taller en el que se realizará un inmenso mural, pero no de cualquier papel, sino de papel que se pinta al mismo tiempo que se crea. Es decir, el dibujo no será algo añadido sino algo que ya tendrá la propia materia, el papel. ¿Difícil de entender? Se trata de experimentación.

"Será la primera construcción fundacional que explica muchos de los valores en los que creemos y que queremos impregnen este lugar", continúa Aranda. Tendrá 60 metros cuadrados pero "el valor está en la relación con Japón y en el homenaje a la madera más que en el volumen construido", sostiene el arquitecto. Son dos ejemplos de qué hacer en La Vila, pero los hay también más comerciales, si es que el termino se puede aplicar en un espacio con vocación de intangible. Ahí está el encargado por una empresa para explorar nuevos usos de la cerámica. "Ahora hay sitios en los que el suelo parece de mármol pero es cerámica impresa. Nos gustaría trabajar, redescubrir, nuevas vías para este material tan ancestral que está perdiendo entidad", apunta Aranda, que concluye: "La Vila es un lugar donde se puede pensar y experimentar, pero esta experimentación puede llegarse a construir", concluyen los arquitectos.