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La Filmoteca celebra el centenario del nacimiento de Rita Hayworth

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Eduardo de Vicente

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La actriz Rita Hayworth fue una de las grandes estrellas y todo un mito sexual de los años 40 y 50. Nacida en Brooklyn en 1918, se llamaba en realidad Margarita Carmen Cansino Hayworth, ya que era hija de dos bailarines, un español y una irlandesa. Como otra sex symbol de la época, Marilyn Monroe, tuvo una vida tortuosa, estuvo marcada por los abusos que sufrió de pequeña por parte de su padre y se casó cinco veces (entre sus maridos figuraron el director Orson Welles y el príncipe Ali Khan). Su frase más célebre, y más identificativa, fue “los hombres se acuestan con Gilda (su personaje más famoso) y se despiertan conmigo”.

Ahora que se cumplen cien años de su nacimiento, la Filmoteca de Catalunya le rinde un merecido homenaje durante este mes con una docena de sus mejores películas donde podremos descubrir su talento, a menudo injustamente cuestionado, su calidad como bailarina como actriz y hasta como productora, ya que también participó en esta faceta en algunos de sus últimos títulos. Adentrémonos en la apasionante filmografía de la que fue conocida como “la diosa del amor”.

Gilda fue su personaje más famoso y sensual

El ciclo se inicia esta tarde por todo lo alto con Gilda (1946), su título más emblemático. Todo un clásico del cine negro con diálogos repletos de dobles sentidos y donde explotó al máximo su sensualidad con escenas que han pasado a la historia como la del famoso estriptís o la bofetada que le propinó Glenn Ford. La trama se centra en un casino ilegal de una localidad suramericana. Su propietario regresa de unas vacaciones casado con una atractiva mujer, aunque ignora que antes había estado relacionada con su hombre de confianza. Ella jugará con su antiguo amor provocándole constantemente.

También explotó su sensualidad interpretando personajes clásicos como en el drama bíblico Salomé (1953), en Los amores de Carmen Los amores de Carmen(1948) a partir de la novela de Merimée, otra vez junto a Glenn Ford, y siendo también la Doña Sol de Sang i sorra (1941), a partir de la novela homónima de Blasco Ibáñez. Incluso ironizó con ese mito en la comedia romántica La pél-roja La pél-roja(1941), donde era una rompecorazones que acababa abandonando a los hombres que había seducido previamente.

Sus experiencias en el musical

Como buena hija de bailarines destacó también en esta faceta y compartió pantalla con los dos grandes de la época. Con Fred Astaire rodó Mai no vas ser tan encantadora (estrenada como Bailando nace el amor) en 1942 donde era una joven que por tradición familiar debía buscar esposo pero no lo encontraba. No desentonó en absoluto como tampoco lo hizo junto a Gene Kelly con quien participó en Noia de portada (Las modelos), de 1944. Interpretaba a una corista que trabaja en el club de su novio, se presenta a un concurso de belleza y consigue ganarlo. Su prometido no quiere interferirse en su carrera y la despide, pero sigue enamorado de ella. Su canto del cisne en el género se produjo con Pal Joey (1957), donde aparentemente se medía con Frank Sinatra pero, en realidad, su rival era su compañera Kim Novak que suponía su relevo en el ránking erótico de una nueva generación.

Una gran actriz dramática

Donde sobre todo reveló sus aptitudes interpretativas fue en el género del drama. Para empezar con La dama de Xangai (1946), con elementos de cine negro, que rodó dirigida por Orson Welles de quien se acaba de separar. El cineasta la obligó a cortarse el pelo, a teñirse de rubia y a hacer el papel de la mujer fatal que seduce a un marinero al que manejará para conseguir sus fines. Ella brilló como nunca y la escena final de los espejos entró en la historia del cine.

Interpretó con seriedad a Miss Sadie Thompson de 1953 (estrenada como La bella del Pacífico), basada en una obra de Somerset Maugham, dando vida a una artista nocturna que coquetea con los hombres en la isla de Samoa y heredando este papel que ya habían encarnado divas como Gloria Swanson o Joan Crawford. Llegó a otra de sus cimas interpretativas con Taules separades (1958), adaptación cinematográfica de una obra coral de Terence Rattigan al estilo de Gran Hotel, que repasaba las interrelaciones entre los clientes de una residencia. Ella era una exesposa muy egoísta que, pese a todo, estaba dispuesta a dar otra oportunidad a un abatido Burt Lancaster.

Aventuras aéreas y románticas

Esta retrospectiva también aborda el género de las aventuras con un excelente filme, Només els àngels tenen ales (1939), donde Howard Hawks, que había combatido en la aviación durante la primera guerra mundial, plasmó su experiencia. Cuenta las peripecias de un grupo de pilotos que trabajan en una base suramericana y se dedican a transportar el correo, incluyendo sus aventuras sentimentales y los riesgos de este trabajo. Fue una de las primeras grandes películas en las que intervino.

Todo un mes para disfrutar con el erotismo, el sentido del humor, los exquisitos bailes y la vertiente más dramática de una gran actriz que se está revalorizando con el tiempo y que fue objeto de deseo para la generación de nuestros abuelos hasta el punto que inspiró filmes como Madregilda, sobre el escándalo que provocó el estreno en la España franquista. El mito de Gilda aún en nuestros días continúa vivo.