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'El capitán', un drama histórico de autor sobre los límites de la supervivencia

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Eduardo de Vicente

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Hoy se inicia la Fiesta del Cine, que durará hasta el miércoles, y son unas fechas propicias para acudir a las salas y buscar alguna joya en la cartelera. Estos días podemos encontrar una de esas películas diferentes, que encantará a los aficionados al cine de autor. De esas que te hacen pensar y que mira un tema tan tratado como la segunda guerra mundial desde un prisma diferente y lo convierte en una reflexión sobre la violencia en la que interpela directamente al espectador sobre hasta dónde estaría dispuesto para sobrevivir en situaciones extremas. Se trata de la alemana El capitán que, además, está basada en una historia real.

La acción transcurre en la Alemania de 1945, justo dos semanas antes del final de la segunda guerra mundial. Las tropas aguardan órdenes en la retaguardia, la derrota se intuye y el caos empieza a apoderarse hasta el punto que el principal objetivo del ejército consiste en atrapar a desertores y saqueadores. En este contexto, un soldado alemán fugitivo encuentra casualmente un uniforme de capitán y decide hacerse pasar por oficial.

De las sagas juveniles al cine de autor

El director es el alemán Robert Schwentke. Es un realizador afincado en EEUU donde ha rodado la mayoría de películas y se ha caracterizado por estar al frente de filmes básicamente comerciales como la saga juvenil Divergente o Plan de vuelo: desaparecida. Resulta curioso cómo este cineasta, autor de productos de consumo rápido entre los que se encuentra la comedia RIPD: Departamento de Policía Mortal, masacrada por la crítica pese a estar protagonizada por Ryan Gosling y Jeff Bridges, ha firmado su mejor obra hasta la fecha alejándose de Hollywood y regresando a su país natal. Encabezan el reparto tres actores desconocidos aquí pero muy convincentes: Max Hubacher, Milan Peschel y Frederick Lau (los tres, vistos en la serie El lugar del crimen).

El filme es muy tenso ya desde la primera escena, una implacable persecución que no sabes cómo acabará y está rodado en blanco y negro. Según su director, siguió los pasos de Scorsese en Toro salvaje y prescindió del color para que las escenas violentas no lo fueran tanto.

Describe perfectamente el desconcierto y el miedo que se vivía en aquellos últimos días de guerra tras el frente, lo que propició la aparición de un personaje como éste. Muestra como el chico, un muchacho humilde, se va creyendo progresivamente su personaje, debe actuar con crueldad para justificar su posición y cada vez le va cogiendo más gusto a la violencia con la que actúa hasta convertirse en un verdugo igual o peor que quienes le perseguían y acaba dando pánico.

El espectador mudo del horror

También muestra cómo no es el único que toma decisiones extremas. El impostor empieza solo pero va reclutando progresivamente a mercenarios que deambulan tan perdidos como él. En este sentido resulta estremecedor contemplar la mirada del primer hombre que se le une y que va observando con horror y sin palabras la progresiva degradación del chico. Su mirada lo dice todo. Ejemplifica las tensiones entre soldados ya que unos le aplauden y otros no están de acuerdo con su actuación y pretenden frenar sus abusos. Para entendernos, hay muchos matices y tanto los “buenos” como los “malos” son nazis. Compasivos contra sádicos.

Es la historia de un superviviente dispuesto a todo para salvarse y que va creciéndose al tiempo que las circunstancias le acompañan, lo que te hace plantearte qué estarías dispuesto a hacer para seguir viviendo. ¿Qué haríamos nosotros en su lugar? ¿Hay alguna línea roja que no debemos traspasar o todo vale? Una película excelente aunque su violencia puede hacerla difícil de digerir para determinados públicos.

Una recomendación final. Vale la pena prestar atención a la original escena durante los créditos finales, que no se limita a ser un listado de nombres sino que presenta unas imágenes altamente metafóricas y aterradoramente amenazadoras. Quizás ese pasado terrorífico no está tan lejos.