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'That's a musical!': una recopilacion de las mejores canciones del género

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Eduardo de Vicente

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El musical sigue en pleno auge en nuestro país. Basta comprobar la gran cantidad de obras presentes en estos días en la cartelera teatral tanto de comedia como de drama y de pequeño formato o más espectacular. Frente a todas estas ofertas, That’s a musical! pretende dirigirse a un público mucho más joven ofreciendo lo que podríamos denominar un “grandes éxitos” que, en tan solo una hora, reúne múltiples fragmentos de las canciones más populares traducidas al catalán.

La excusa argumental consiste en la presencia de cuatro chicos que adoran los musicales y que se adentran en un teatro que va a ser derruido. El escenario permanece en la oscuridad mientras los muchachos se alumbran con unas linternas. Cuando se hace la luz descubrimos que está repleto de cajas embaladas que esconden múltiples sorpresas. Cada uno de ellos responde a un prototipo diferente: uno quiere ser escenógrafo, el otro compositor y ellas quieren convertirse una en actriz y la otra en escritora y directora. El conflicto surge cuando el primero de ellos les comunica que ha recibido una beca para estudiar en Londres y estará ausente durante un tiempo.

De Lloyd Webber al cabaret

Tras el número inicial Obre la porta (el único compuesto expresamente para la obra), el vestuario y el atrezzo que van encontrando les servirán para justificar el homenaje a diferentes clásicos. La primera parte consiste en piezas de Andrew Lloyd Webber. Unos guantes en forma de patas de gato las utilizan para adentrarse en Cats, una tela blanca para cubrir el cadáver de Evita, el manto de la María Magdalena de Jesucristo Superstar  y un vestido femenino y una máscara rememoran El fantasma de la Ópera. Especialmente original resulta el momento en el que los jóvenes se suben en una plataforma con ruedas para evocar el maravilloso paseo en barca del original. Un medley de Los Miserables de Schönberg y Boublil que acaba con el protagonista enarbolando la bandera roja culmina esta vertiginosa primera parte que ha transcurrido casi sin dejar espacio para los diálogos ni los aplausos.

A continuación, descubren un escenario de music hallEs la hora de meterse en la piel de los personajes de Chicago, Follies y Cabaret con unas simpáticas coreografías que nos transportan a los montajes originales. El tramo final está dedicado a los más recientes Rent (integrado por tres de sus canciones más populares aunque echamos a faltar La vie bohème), el inédito en nuestro país Wicked representado por su tema más famoso, Defying gravity  y el energético número final de Hairspray. 

El final apoteósico llega con Mamma Mia!  y Waterloo (los únicos que se interpretan en el inglés original) bajo la indispensable bola de espejos de discoteca y la reinterpretación de Obre la porta como colofón. En este desenlace conoceremos lo que les deparaba el futuro y sabremos si sus sueños se han cumplido como esperaban. El público les despide con una gran ovación, ya que el espectáculo consigue transportarnos por la historia del género con pocos elementos y un reparto muy limitado.

Unos actores-cantantes con mucha experiencia

Las interpretaciones son de gran altura, resulta difícil destacarlos ya que diez actores y dos músicos distintos se turnan en cada función, pero su calidad está fuera de toda duda, otra prueba más de que hay una cantera espectacular. Todos ellos son jóvenes pero grandes profesionales, no acaban de llegar. Entre otros figuran en el reparto Lydia Fairén (Miércoles en La familia AddamsLa familia Addams), Estel Tort (Tot el que no es vam dir), Clara Altarriba (Mamma Mía!), Jan Forrellat (Los Miserables), Elisabet Molet o Eloi Gómez (ambos, en El despertar de la primavera). La dirección musical está a cargo de Xavier Torras (Anastasia, Carousel en concierto), que se alterna al piano con Gerard Alonso (Flor de Nit). Un auténtico dream team. El azar determinará a cuáles de ellos veremos.

El único inconveniente consiste en que a los más pequeños les puede costar entrar en el espectáculo, ya que no tienen demasiados referentes a los que aferrarse, como mucho conocerán las canciones de ABBA, ya que no incluyen referencias Disney ni a ningún otro musical animado más conocido por ellos. Como la trama es muy mínima y en ningún momento es participativo, es fácil que se revuelvan en su butaca. Sin embargo, los niños más mayores y habituados al género pueden entenderlo algo más y quienes se lo van a pasar de lujo serán sus padres que pueden utilizarlos como excusa para disfrutarlo. Un excelente montaje, menos familiar de lo que aparenta, que te hace estar siguiendo el ritmo con los pies y recordar escenas que forman parte de la memoria de los aficionados al género.