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¡Qué grande eres, Britney!

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RAMÓN DE ESPAÑA

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Cada día admiro más aBritney Spears. De ello se deduce que esa chica es genial o que yo me estoy volviendo loco, posibilidad que no descarto. Jamás se me ocurriría acudir a un concierto deBritneyni comprarme sus discos, pero creo que en el depauperado mundo del videoclip -¿no es una pena que MTV dedique el grueso de su programación a las desventuras de adolescentes preñadas y cazurros tatuados? ¡Menos mal que han vuelto Beavis y Butthead!-, ambos brillan con luz propia.

Pero centrémonos enBritney. La música pop vive una época inmunda en la que el rock se reduce a los sermones deBonoySpringsteen, una época dominada por esa lista infinita e intergeneracional de petardas a las que piadosamente llamamos divas: deMadonnaaLady Gaga, pasando porRihanna,Selena Gómezo esa pepona deMiley Cyrus, hay basura para aburrir. En ese panorama devastador,Britney, por lo menos, no ha parado de fabricar clips sensacionales que cuentan una historia. A mí ya me cautivó en su papel de colegiala perversa enBaby one more time. El autocríticoPiece of menarraba a la perfección sus años de fascinante chaladura, cuando se rapaba la cabeza, le daba un pitillo a su hijo de 2 años, se la llevaban en ambulancia o sufría brotes psicóticos en directo. Creí que había alcanzado la cima conWomanizer, en el que demostraba que se puede ser feminista y mujer objeto al mismo tiempo, pero ahora sube el listón conCriminal, en el que le asegura a su madre que está enamorada de un atracador de bancos, pero que no se preocupe, que todo saldrá bien (mientras tanto, la policía los cose a balazos a ella y a la perla tatuada que se ha ligado).

En la actualidad, los videoclips no son las películas de tres minutos que siempre debieron ser. A menudo, ni siquiera son ingeniosos ni divertidos, sino previsibles y rutinarios. De ahí la alegría que se apodera de mí cuando se materializa en pantalla la adorable cara de tonta deBritney Spears.