CRÍTICA DE CINE

'Que Dios nos perdone': la jungla de asfalto

QUIM CASAS

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Tercer vértice, por fecha de estreno, del reciente triángulo del 'thriller' español formado por 'Tarde para la ira' y 'El hombre de las mil caras', 'Que Dios nos perdone' tiene más similitudes con el primero que con el segundo, se desmarca de la anterior propuesta de Rodrigo Sorogoyen -la reformulación del drama romántico 'Stockholm'- y trabaja bien con uno de los elementos del cine policiaco de los últimos años, la doble figura policial y antitética.

Uno de los agentes es violento, bebedor, caótico, airado y ha sido expedientado por agredir a un compañero: Roberto Álamo. El otro es introvertido, solitario e incapaz de relacionarse: Antonio de la Torre. Buscan a un psicópata que viola y asesina ancianas en Madrid. Es una de las semanas más calurosas del verano y Sorogoyen filma bien la opresión del momento -la ciudad está en guardia debido a la visita del Papa- y del ambiente.

Hasta un vuelco concreto, la película enfrenta y destensa a los dos protagonistas abocados a sus propios infiernos. Y funciona en armonía la estricta pesquisa policial y el retrato de dos personajes sin visible salida.

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