CRÓNICA DE FESTIVAL
Primavera Club, del muro de sonido al R&B minimalista
Toda clase de sonidos y actitudes se dieron cita en una primera jornada muy disfrutable del festival de apuestas
Juan Manuel Freire
Periodista
Periodista y crítico cultural.
Juan Manuel Freire
La primera y más heterogénea jornada del Primavera Club se saldó con éxito a nivel de afluencia (sin aglomeraciones, cosa que se agradece) y en cuanto a resonancia artística. Entre los primeros nombres del día destacó ALASKALASKA, joven grupo del sur de Londres con canciones en las que importa tanto la melodía como un groove constante, robusto y elaborado. A veces tirando de funk lento y otras más cercanos al dreampop, sonaron siempre sólidos y sugerentes, aunque no todo el mundo prestó la debida atención.
El runrún de las charlas fue constante durante toda la velada. El Primavera Club es un festival de salas (las dos principales de Apolo y el Centre Cultural Albareda), pero anoche había público que se creía en el Fòrum: llamadas a colegas a voz en grito, conversaciones de espaldas al escenario… No dolió mucho durante Orquesta Akokán, en parte porque el volumen estaba al tope, en parte por la exuberancia y (grácil) densidad de su mambo de vieja escuela. Canciones como 'No te hagas', 'La cosa' o 'Un tabaco para Elegua' son nuevas, pero parece que siempre hayan estado ahí.
Gnod, rock psicodélico
También había más ruido, mucho más, encima que debajo del escenario durante el show de Gnod, cuyo rock psicodélico con toques de sludge metal golpeó con una pesadez que podía acabar resultando extrañamente placentera y sacarte del cuerpo. El colectivo de Manchester nos emparedó sin compasión en su muro de sonido.
Más difícil debió resultar para Hilary Woods (ex JJ72) defender su propuesta, un pop intimista y taciturno, con efluvios neogóticos, que muchos se tomaron como mera música de fondo. Y no mucha más suerte tuvo Tirzah, a priori el gran reclamo de la noche. En el trasvase de los surcos al escenario, el R&B de vanguardia del álbum 'Devotion' no crece en efectismos sino que se mantiene firme en su cualidad espectral. La obsesiva 'Do you know', la canción de cuna retorcida 'Guilty' y, sobre todo, 'Devotion' (a dúo con Sey), dejaron a su paso un rastro de sensualidad y misterio.
Mucho más directo es Boy Pablo, joven artista pop chileno (con nacionalidad noruega) en busca de pequeñas canciones perfectas. Ya ha encontrado unas cuantas, como 'Your phone' (el viernes enlazada con 'Roar' de Katy Perry) o una 'Sick feeling' que delata su amor por el sophisti-pop de los 80.
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