LA GRAN CITA DE LA MÚSICA ALTERNATIVA

Primavera Sound, un gigante en mutación

El festival abre su nueva edición en el Fòrum combinando clásicos como Björk y Nick Cave con incursiones en las modernas tendencias del hip-hop, el r'n'b y el trap

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Jordi Bianciotto

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Si al cierre de su pasada edición, el Primavera Sound hablaba de relevo generacional tanto en artistas como en público, el cartel de este año va en la línea de reafirmar esa tendencia: clásicos de la cultura rock, sí, pero también figuras cortadas por patrones renovados, muchos de ellos en torno a la música negra y a esos ritmos urbanos de los que se habla como nuevo pop. Desde este jueves hasta el sábado, el Primavera se asienta, en el Parc del Fòrum, como un transatlántico con ambición de reflejar las músicas que rigen el signo de los tiempos.

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Primavera Sound

En lo alto del cartel, iconos como la islandesa Björk, creadora con categoría propia en torno al pop y la exploración electrónica, y el australiano, carismático poeta del rock, Nick Cave, así como figuras de otros perfiles como los hip-hoperos Migos y ASAP Rocky, y la joven diva electro-pop Lorde. Este es el Primavera con mayor peso de figuras femeninas: añadamos a figuras como Jane Birkin, su hija Charlotte Gainsbourg, el trío pop-rock Haim, la emergente creadora de r’n’b electrónico Kelela, la estrella maliense Oumou Sangaré, las aventureras Fever Ray y Lykke Li, o la cantautora pop madrileña Christina Rosenvinge.

A pie de playa

Nombres que engrosan el listado de 257 artistas que transitarán por los 15 escenarios dispuestos (la nueva incorporación es el bautizado como Xiringuito Aperol, el primero del festival instalado a pie de playa), con los que el Primavera espera revalidar o superar su tirón popular, que en el 2017 se fijó en la cifra de 200.000 asistentes. Los abonos para los tres días (180 euros) están agotados y quedan entradas para las jornadas del jueves y viernes.

El Primavera va superando etiquetas en otro tiempo definitorias de su carácter como “rock alternativo” para cobrar una forma de escaparate de la música popular contemporánea en una acepción abierta

El objetivo que el Primavera ha asumido ya como prioritario es la ampliación de público en las franjas más jóvenes, las de menor poder adquisitivo, cuyo alejamiento con el tiempo podría hipotecar el futuro del festival. En esa línea, y en la de compensar el auge del público extranjero (el año pasado supuso el 55% de los asistentes), hay que situar el descuento del 16% del precio del abono a los habitantes de Barcelona y del Barcelonès, y a menores de 30 años. También la progresiva penetración de propuestas distanciadas de un cierto canon pop-rock, a través del hip-hop (hay que citar también a Vince Staples o Tyler, The Creator) o del emergente trap autóctono: estrellas situadas extramuros del imaginario del rock como son C. Tangana, Yung Beef

Escaparate abierto

Así, el Primavera Sound va superando etiquetas en otro tiempo definitorias de su carácter como “rock alternativo” para cobrar una forma de escaparate de la música popular contemporánea en una acepción abierta. No se trata, al menos por ahora, de un proceso de sustitución, sino de expansión: este año no falta el desfile de bandas asociadas al perfil histórico del festival como pueden ser Arctic Monkeys, The Breeders o, cómo no, Shellac, en su cita ritual de todos los años.

Furia pos-punk, reflejos del clásico ‘shoegazing’, post-rock invasivo… Estrellas contemporáneas indie-rock como The National, el rock de autor de The War on Drugs y Father John Misty, el dream-pop de Beach House o Cigarettes After Sex, y la neopsicodelia de Panda Bear. Un poco de metal con las corrientes extremas de Watain, Sumac y Zeal & Ardor, y propuestas que se escapan del radar: la heterodoxa institución art-pop Sparks, el histórico jazz de vanguardia de The Art Ensemble of Chicago o el homenaje al recientemente fallecido compositor islandés Jóhann Jóhansson a cargo de Echo Collective y Dustin O’Halloran.

Toque eurovisivo

Y flamenco, en su versión más indómita, con la voz del veterano Capullo de Jerez, conviviendo con la abrasión industrial de Fermin Muguruza y The Suicide of Western Culture, y con el audaz viaje al imaginario de Mikel Laboa por parte del grupo vasco Delorean. En la parcela catalana, 29 artistas de variado signo, del pop electrónico de Marion Harper al milenario proto-punk de la Banda Trapera del Río pasando por Núria Graham, Za!, Miqui Puig, Mujeres, Holy Bouncer… Y la eurovisiva Amaia, saliendo de su burbuja ‘OT’Amaia, de la mano de The Free Fall Band.

El festival, con su mezcla de gigantismo y sobriedad, cultiva un perfil propio en el que la música está en un espacio central

Conciertos para practicar el záping escénico o abrir los oídos al descubrimiento inesperado. De eso van los macrofestivales, además de rendir culto a los mitos. Y ahí, el Primavera, con su mezcla de gigantismo y sobriedad, cultiva un perfil propio en el que la música está en un espacio central. Si, a menudo, en los eventos multitudinarios, prima una idea de ‘vivir la experiencia’, aquí se trata más bien de “darte un banquete de música”, en palabras de su codirector Gabi Ruiz. Sin más mística ni relato que la concentración en tres jornadas de un número imponente de artistas de prestigio.

Son ya 18 ediciones, 14 de ellas en el Fòrum (espacio que en el 2005 tomó el relevo al Poble Espanyol), y el Primavera Sound no quiere ser la estrella del rock que envejece mirándose al espejo. Ahí, el programa del 2018 puede suponer un paso al frente en el proceso de instalarse en una eterna juventud.