PRESENTACIÓN

Cannes 2018: Penélope, Bardem y todo lo demás

El festival abre este martes con 'Todos lo saben', de Asghar Farhadi y protagonizado por la pareja española, pero... ¿qué más cabe esperar de esta 71ª edición?

Pênélope Cruz y Javier Bardem, en un fotograma de 'Todos lo saben', de Asghar Farhadi.

Pênélope Cruz y Javier Bardem, en un fotograma de 'Todos lo saben', de Asghar Farhadi.

Nando Salvà

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El Festival de Cannes Festival de Cannesno suele caracterizarse por prestar particular atención a nuestro cine, pero este año no nos podemos quejar. Sendas producciones españolas se encargarán de abrir el certamen este martes y de cerrarlo dentro de 12 días: la primera, Todos lo saben, es el drama psicológico que el iraní Asghar Farhadi ha rodado con Javier Bardem y Penélope Cruz; la segunda, El hombre que mató a Don Quijote, es la película que el británico Terry Gilliam ha pasado toda su carrera tratando de completar. También asistiremos al estreno de Carmen y Lola, una historia de amor lésbico entre gitanas firmada por Arantxa Echevarría, y Jaime Rosales visitará la Croisette por quinta vez para presentar Petra. Y, aparte de eso, ¿qué más cabe esperar del festival? Lo repasamos. 

Regresos y expectaciones

Spike Lee vuelve a competir en Cannes por primera vez de que presentó aquí Jungle fever hace 27 años; en BlacKkKlansman recrea la historia real de un agente de policía negro que en 1979 se las arregló para infiltrarse en el Ku Klux Klan. Más esperado aún es el regreso a la Croisette de Lars von Trier, siete años después de ser declarado persona non grata por el festival a causa de sus insensatos comentarios sobre el nazismo; su nueva película, The house that Jack builthouse that Jack b –retrato de un asesino en serie-, será presentada fuera de concurso.

Pero las dos películas que más expectación han generado son otras dos, y no podrían ser más distintas entre sí: una es Han Solo: A Star War story, de la que poco se sabe al margen de que relata las aventuras de juventud del contrabandista más célebre de la galaxia y que dura 2 horas y cuarto; la otra es lo nuevo de Jean-Luc Godard, considerado una deidad entre la cinefilia: Le livre d’image, un ensayo sobre el mundo árabe. Que Godard haga acto de presencia en el festival es tan improbable como que lo haga el Papa Francisco, protagonista del documental de Wim Wenders Pope Francis: A man of his word.

Asiduos presentes y ausentes

Además de los ya mencionados, Cannes ha hecho sitio en su competición a otros rostros habituales en el certamen. En los próximos días veremos las respectivas nuevas películas de Mateo Garrone, Jia Zhangke, Hirokazu Koreeda. También de Nuri Bilge Ceylan, el único de los competidores que ya tiene una Palma de Oro en su haber. Pero la selección destaca menos por los que están que por los que faltan. La lista de directores asiduos al certamen que tienen nueva película lista y que pese a ello no lo visitarán este año es larga: Malick, Assayas, De Palma, Dolan, Sorrentino, Audiard, Lanthimos. Al parecer, algunos de ellos han preferido participar en festivales posteriores, más pegados a la temporada de premios. ¿Está Cannes perdiendo su poder de convocatoria? Sea como sea, los responsables de la Mostra de Venecia se deben de estar frotando las manos.

Puestas de largo

Llama la atención la cantidad de aspirantes primerizos a la Palma de Oro -ocho, nada menos-. Desde el festival aseguran que se trata de una estrategia deliberada, una apuesta por la entrada de sangre joven en el concurso. Pero resulta tentador entenderla como un remedio adoptado a posteriori para compensar la falta de grandes nombres, una forma de hacer de la necesidad virtud; de descubrir nuevos talentos, después de todo, ya se encargan las secciones paralelas de la muestra. Sea como sea, la incorporación de nombres nuevos es bienvenida. Entre ellos, además de Panahi -es inexplicable que el iraní nunca antes hubiera competido en Cannes-, sobresalen dos autores: el polaco Pawel Pawilowski, que en Cold war mezcla romance y guerra fría, y el estadounidense David Robert Mitchell, autor de It follows, que presenta la intriga neonoir Under the silver lake.

La cuota femenina

Tres mujeres directoras compiten por la Palma de Oro. Eva Husson presenta el drama Girls of the sun, sobre una guerrillera kurda que intenta liberar su pueblo natal de los yihadistas; Nadine Labaki estrena la fábula política Capernaum y, en Lazzaro FeliceAlice Rohrwacher cuenta la historia de un hombre que viaja en el tiempo. Tres mujeres en una competición de 21 cineastas o, en otras palabras, un 14 por ciento. Por un lado hay quienes consideran que, en los tiempos del MeToo y del TimeUp, tan escueto porcentaje demuestra una grave falta de sensibilidad por parte del certamen; por otro, desde la organización han insistido en que sus criterios de selección se basan exclusivamente en los méritos artísticos, y que sería un error aplicar la discriminación positiva. Quien no se consuela, eso sí, es porque no quiere: el jurado que otorgará los premios está presidido por Cate Blanchett, y en él las mujeres son mayoría.

Directores sin ley

Dos de los autores presentes en la competición, el iraní Jafar Panahi y el ruso Kirill Serebrennikov, están en situación de arresto domiciliario en sus respectivos países y, por tanto, no se espera que viajen a Cannes con sus películas. Panahi tiene prohibido viajar al extranjero y hacer cine desde que en 2010 fue declarado culpable de conspirar contra el régimen; es obvio que ha hecho caso omiso al veto -This is not a film, la película que presentó aquí en el 2011, viajó por el mundo almacenada en un pendrive escondido en una tarta-. Su nuevo trabajo, 3 faces, cuenta la historia de tres actrices a través del tiempo.

Serebrennikov, por su parte, ha sido oficialmente acusado de corrupción, pero se sospecha que el motivo real de su reclusión es su actitud crítica frente al Gobierno de Putin. En Cannes se presentará Leto, su retrato de la escena de rock underground en la Leningrado de principios de los 80. El que sí estará en Cannes es Terry Gilliam a pesar de que El hombre que mató a Don Quijote ha estado a punto de no hacerlo. El productor portugués Paulo Branco, en su día involucrado en la película y hoy inmerso en una batalla legal por sus derechos de explotación, ha intentado sin éxito impedir su presencia aquí.