LA 30 EDICIÓN DE LOS PREMIOS DEL CINE ESPAÑOL

Los Goya coronan a 'Truman'

OLGA PEREDA / MADRID

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Mira que iba guapa 'La novia', luciendo sus 12 nominaciones. Pero no hubo boda en el hotel Auditorium de Madrid. La Academia prefirió casarse con otra. Con 'Truman'. En la 30 edición de los premios Goya (una gala muy poco política a pesar de la muy notable e insólita presencia de políticos) la película sutil venció a la película extrema. Se llevó cinco de los seis a los que aspiraba, incluido el de mejor película y mejor dirección. Triplete, pues, para el director catalán Cesc Gay, que ya salió vencedor en los Forqué y en los Gaudí. "Tienes talento y eres joven", le dijo desde el estrado a Paula Ortiz, directora de ‘La novia’. "Tú tienes muchos Goya, que los he visto", le comentó, entre risas, a Isabel Coixet ('Nadie quiere la noche'). "Este es para mí", concluyó acariciando su 'cabezón'.  

El máximo premio del cine español corona así un bellísimo y sutil filme (el primero que el cineasta catalán rueda en Madrid) que habla de la enfermedad y la inminencia de la muerte sin el menor atisbo de sentimentalismo y que está protagonizado por un número uno: Ricardo Darín. El argentino conquistó su 'cantado' galardón, al igual que su compañero de reparto, un actor curtido en nominaciones: Javier Cámara. "Hace 30 años estaba trabajando en el campo con mi padre. No tenía sueños", recordó ante el sincero aplauso del oscarizado Tim Robbins ('Un día perfecto'), que ya en la alfombra roja vaticinó que sería el nombre de Cámara y no el suyo el que se escuchara en el apartado de actor de reparto. La película de Fernando León de Aranoa, de hecho, solo fue reconocida por su guion adaptado.

NATALIA DE MOLINA

'La novia', que también pinchó en los Gaudí, se tuvo que conformar con dos premios, uno técnico (fotografía) y otro artístico (Luisa Gavasa). Inma Cuesta, la sufrida 'novia', no se embolsó el galardón. Tampoco Penélope Cruz (‘ma ma’)  sino una reivindicativa y feminista Natalia de Molina por su interpretación de madre soltera y desahuciada en 'Techo y comida'. Subida en el estrado, la joven vio cómo los organizadores cortaron sus palabras de agradecimiento, que, como muchos colegas, fueron para sus padres.

Ya lo advirtió el maestro de ceremonias, Dani Rovira. Brevedad. Pero no le hicieron mucho caso. No solo los discursos largos hicieron perder ritmo sino los números del mago Jorge Blass, que, aun siendo buenos, terminaron pareciendo simple relleno. ¿La magia del cine era esto? Menos fresco como cómico y con un guion más flojo que el del año pasado, Rovira fue el primero en romper la regla de la brevedad. Durante su excesivo monólogo inicial perdió la preciosa oportunidad de pedir perdón a Isabel Coixet, que en declaraciones a EL PERIÓDICO calificó de "indigno" el vídeo promocional de los Goya en el que el protagonista de 'Ocho apellidos catalanes' se burlaba de ella. "No me quieres ni ver, ¿no?", se limitó a decir Rovira ante la directora de 'Nadie quiere la noche', que esbozó una sonrisa. Coixet también vio con media sonrisa cómo 'Nadie quiere la noche' se quedó con cuatro de las nueve estatuillas a las que aspiraba (música, maquillaje, dirección de producción y vestuario).

DANIEL GUZMÁN, EMOCIONADO

Uno de los discursos más emocionados fue el Daniel Guzmán, que ha pasado diez años de su vida intentado sacar adelante 'A cambio de nada', película en la que refleja su vida de chaval de barrio y con la que ha levantando infinitas simpatías desde que venció en el Festival de Málaga. Entre lágrimas, el popular actor de la serie 'Aquí no hay quien viva' le dedicó el 'cabezón' a la dirección novel a su abuela Antonia, su bastón durante una adolescencia problemática que, incluso, sacó de quicio a sus padres. Antonia, que se interpreta a sí misma en el filme, también estaba nominada en el apartado de actriz revelación, aunque el premio se lo robó, por derecho propio, una profesional: la inmensa Irene Escolar ('Un otoño sin Berlín'), que agradeció a sus padres haberle enseñado a vivir y a amar el cine.   

El momento serio de la velada llegó con el discurso del presidente de la Academia de Cine, Antonio Resines. Aseguró que no iba a "dar el coñazo con el IVA" pero puso el acento en otro de sus caballos de batalla: la piratería. El actor y productor pidió a los políticos (y había unos cuantos presentes en la sala) que el Estado luche con firmeza contra la piratería. "En el 2015 se han descargado ilegalmente 1.900 películas por minuto", recordó en un auditorio, en el que, por primera vez y rivalizando en estilismo, estaban los líderes de los principales partidos: Pedro Sánchez (PSOE), Pablo Iglesias (Podemos), Albert Rivera (Ciudadanos) y Alberto Garzón (IU).