CRÓNICA

El pop-folk de cada día

Els Amics de les Arts exhiben serenidad en el Coliseum

Eduard Costa (izquierda) y Joan Enric Barceló (derecha), el jueves.

Eduard Costa (izquierda) y Joan Enric Barceló (derecha), el jueves.

JORDI BIANCIOTTO
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

No hay que ver en las canciones de Els Amics de les Arts alegorías ni metáforas, sino costumbrismo cotidiano literal y con aroma generacional: animadores infantiles disfrazados de perro, ligues de una noche o parejas lingüísticas. En su tercer disco,Espècies per catalogar, refinan el envoltorio y maduran los textos, que apuntan más hacia la treintena que hacia el loco mundo del piso de estudiante. Siguen siendo Els Amics de les Arts, un grupo apacible y observador con el que se identifican muchos ciudadanos, algunos de los cuales llenan estos días, durante tres noches, el teatro Coliseum.

Els Amics aparecieron reforzados por cinco músicos (bajo, batería y sección de viento) que dieron consistencia a un sonido que, en su versión discográfica, ha ganado matices y colores. Abrieron con una pieza nueva,Carnaval, y repasaron íntegramente su nueva obra, que ofrece más medios tiempos y estrofas recogidas que cánticos exaltados. También el repertorio antiguo ha sufrido un correctivo: no interpretaron la extremadamente festiva4-3-3, aunque síJean-Luc, si bien no sonó en los bises, como pieza estelar, sino a medio repertorio. Por todo ello, el concierto tuvo un tono más sereno que, por ejemplo, el de hace algo más de un año en el Palau. El grupo también se ahorró los disfraces de perro que decoraron el clímax de aquella noche.

CRÓNICA BARROCA / Entre el material nuevo despuntó el cálido folk-pop deLouisiana y els camps de cotóyA aquestes alçades de la pel·lícula, una pieza con dos estribillos. Els Amics lo presentaron entre distendidos parlamentos coloquiales. En el tramo final,Bed & breakfastacentuó su vertiginosa cadencia barroca con un guiño aBohemian rhapsody de Queen. El grupo sirvió, durante casi dos horas, un menú pop de sobremesa sin ángulos hirientes y con buenos pensamientos. Por eso no es fácil encontrar respuesta a un enigmático interrogante: ¿por qué sonó, como música ambiental de despedida,Sympathy for the devil, de los Rolling Stones?