VERSOS PARA DESAFIAR EL ORDEN

Las poetas son el nuevo punk

A menudo silenciadas, un grueso de poetas de distintas generaciones subvierten el orden con sus poemas. Hablamos con María Castrejón, María Salgado y Dolors Miquel, denunciada por recitar su 'Mare Nostra' en los premios Ciutat de Barcelona.

Las poetas son el nuevo punk

Las poetas son el nuevo punk / periodico

NÚRIA MARRÓN

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Pocas veces las poetas rompen la barrera del silencio hasta el gran público. Y cuando lo hacen, a menudo protagonizan titulares funestos. En verano, cuando el editor Chus Visor se descolgó con que las poetas españolas «no están a la altura» de los hombres, se supo que criterios como el suyo hacen que solo el 15% de los libros de poesía publicados en castellano sean de mujeres. Y aún andábamos tomando las medidas al erial cuando llegó el 'Mare Nostra' de Dolors Miquel, la poeta que transmutó el 'Padrenuestro' en una plegaria sobre la vida, el cuerpo y la sexualidad femenina y que dos grupos cristianos han convertido en una denuncia ante la fiscalía por un delito contra «los sentimientos religiosos». La noticia, perversa, es que se trata de un «atentado contra la libertad de expresión», critica Miquel, y «un síntoma del avance de la derecha más reaccionaria: parece que estemos en las cruzadas». Sin embargo, los márgenes del canon andan iluminándose y afloran un montón de poetas de distintas generaciones que desafían el orden -ya sea religioso, de género, económico o político- a dentelladas feroces.

Sus voces son a menudo sucias, abyectas, sexuales, violentas y desobedientes. A ratos lírica a ratos agresiva, los versos cortantes de Miquel (Lleida, 1960) convierten su poemario 'Missa pagesa' en una «crítica demoledora» a-hagan hueco- la sociedad de consumo, la destrucción del entorno, «la religión patriarcal», la familia, la policía y el amor romántico. Llama cony a lo que se suele nombrar con eufemismos -«¿cómo sería? ¿Floreta? ¿Foradet? Hay un puritanismo terrible»- y da cuerda a la mujer indomesticable. «Yo empecé a escribir poesía porque no me atrevía a hablar. De pequeña ya me daba cuenta de muchas cosas, pero me hacían callar. Recuerdo que, con 3 años, cuando mi abuela se compró un televisor, vi al Papa pidiendo para los pobres. '¿Por qué no se vende todas esas joyas y da a todo el mundo de comer?', pregunté. Hemos llegado a un punto en el que lo más perverso nos parece normal. No entiendo el mundo y, cuanto más pienso en él, más misterioso, oculto, ilógico y difícil me parece. En este sentido, yo creo que la poesía puede servir para recuperar el sentido perdido, primigenio de las cosas».

LA HUELLA DE ANNE SEXTON

En este boscaje afilado también se adentran poetas como María Castrejón (Madrid, 1975). Poema a poema, su potente y arriesgado Niñas -«un artefacto político, lingüístico y conceptual», explicava vaciando con fiereza los sentidos que se atribuyen a la mujer y a la infancia, y rompe, una a una, las costuras de la camisa de fuerzas que a menudo son los mandatos de género. «La vida se me desencajó en la adolescencia. De pronto sentí un desarreglo entre lo que sentía y lo que se esperaba de mí. La niña que había en mí se enrabietó cuando le vino la regla y se vio presionada a hacer lo que presuntamente tocaba, como besar con desgana a un chico. Yo lo que quería era volver a levantar piedras, ir en bicicleta y subirme a los árboles. Dentro de mí aún está esa niña enfadada y hablo de ella».

Como si se jugara el pellejo en cada página, Castrejón -que tiene entre sus poetas de cabecera a las extremas Anne Sexton y Alejandra Pizarnik- habla de niñas libres, poderosas, carnales, desamparadas deseantes y despiadadas que juegan con otros niños outsiders y que, como apunta en el prólogo el sociólogo y activista queer Javier Sáez«no son ya mujeres ni hombres, porque nadie sabe lo que es ser hombre o mujer». «A mí la escritura me sale del enfado, de la impotencia, del deseo de cambiar cosas. No es un acto agradable. Siento una pulsión extrema y fiera -dice la escritora, que convive con un trastorno límite de personalidad-. Si pudiera no ser poeta, no lo sería. Me encantaría ser una mujer del barrio de Salamanca y hablar de bolsos. Creo que sería felicísima».

Para Castrejón, la poesía nada tiene que ver con esa imagen de gente declamando en salones con arpas y cortinajes suntuosos. «Es muy callejera, lo más cercano al grito, al manifiesto. En ella hay un deseo de diálogo y es una forma de comunicar mucho más fuerte que la narrativa». En ese 'diálogo' «intenso y retador» también trabaja la voz experimental de María Salgado (Madrid, 1984): «La poesía no tiene utilidad y en este sistema en el que todo tiene que producir algo, esa inutilidad ya me parece muy política. Te proporciona un placer contrario al del negocio y el consumo. Yo intento lograr un uso del lenguaje distinto al habitual que transforme a los sujetos. Leer e imaginar otra vida. Leer y desear otro mundo. En ese sentido, le veo mucha política a la poesía».

UN 'ARTEFACTO'

En su proyecto audiovisual 'Hacía ruido' -realizado con el compositor Fran Cabeza de Vaca y que en abril llegará en forma de libro- trabajaron en «transferir» la experiencia de las revueltas que llenaron las plazas entre el 2011 y el 2013. Ella explica así el 'artefacto': «Fue una experiencia de ruptura. Había mucha gente negociando lo que significaban las palabras, el sentido estaba abierto. Por eso usamos el collage para mezclar frases de Paul B. Preciado, de Pasolini, de gente en la plaza, de taurinos, de punkis, de un chico que estuvo en Tahrir, de la carta de un amigo griego hablando de Syriza. Quisimos contar lo que había haciendo chocar los significados. No todo el mundo era igual ni quería lo mismo. El mundo estaba abierto y había gente emitiendo cosas preciosas pero efímeras, no todas muy claras. Esa especie de subcomunicación para nosotros es el ruido, el ruido de la revuelta».

Revolución. Disidencia. Utopías. «La poesía habla mejor de la vida que de los discursos. No creo que sea la forma más clara de aprender feminismo, pero sí una vía para desear y, entonces, cambiar la vida -añade Salgado-. Me interesan mucho los textos que transmiten eso. Vidas distintas. Cuerpos y formas de vivir el género diferentes. Es una experiencia del mundoque está florenciendo y que va a traer un arte increíble». La fuerza, al menos, está llegando por esa grieta, coinciden también Castrejón y Miquel, que explican la agresividad y la rabia que late en muchas voces en el silenciamiento y la violencia que sufren las mujeres. «Cuando adoptas una actitud extrema es porque te sientes agredida y es revelador que hoy día aún tengas que escribir comunicados por la libertad de expresión», tercia la catalana, en alusión a la campaña en marcha por la denuncia que protagoniza.

HOMBRES HABLANDO EN BARES

¿Y cómo se explican que solo el 15% de lo publicado esté escrito por mujeres? Habla María Castrejón: «Gran parte de la poesía masculina ya lo ha dicho todo. Y creo que el canon ignora a muchas mujeres potentes porque, si no, igual se caería la poesía 'mainstream'. ¿Qué pasaría entonces con todos esos señores que hacen ejercicios estilísticos, se leen entre ellos, ganan premios y dicen 'cojo un taxi, me voy a ver a la chica y luego me deja'? En un recital la gente nota dónde está la fuerza, y no parece que esté ahí». De una hebra parecida tira María Salgado: «Hay una subjetividad que no ha aparecido lo suficiente en los textos [como las mujeres en la historia] y es por ello que aún le queda mucho por enunciar. Hay muchísimas experiencias no narradas. Infinitas formas de ser mujer y de no serlo. ¡Y solo hay contadas dos o tres y desde el otro lado! Es una suerte para quien escribe tener un mundo que contar, encontrar un lugar, un imaginario por hacer. Eso es una mina para el arte. No sé si el mundo de los hombres que beben en bares y miran pasar mujeres se está acabando, pero existen muchos otros universos y es muy rico que afloren». 

{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"Dolors Miquel","text":"Jo, D\u00e9u, la mam\u00edfera, miro embadocada l\u2019Univers i les coses invisibles i miro la pu\u00e7a que hi ha a la panxa de la meva gossa. Em mirar\u00e0 tamb\u00e9 ella aix\u00ed amb aquesta espiritual complaen\u00e7a? Voldr\u00e0 la pu\u00e7a aventurar la hip\u00f2tesi dels Universos Trismegistos? Sentir\u00e0 la pu\u00e7a, de sobte, un desig infinit d\u2019amor i l\u2019anomenar\u00e0 D\u00e9u, D\u00e9u, D\u00e9u! L\u2019anomenar\u00e0 D\u00e9u en un c\u00e0ntic des dels microbis que jeuen imm\u00f2bils a la panxa de la pu\u00e7a i cap avall i cap amunt fins a la meva m\u00e0, o m\u00e9s encara: se sentir\u00e0 la pu\u00e7a infinitament poderosa a la panxa de la meva gossa, pensar\u00e0 a destruir el bosc dels suaus, llargs p\u00e8ls que la tardor arrenca i m\u2019omplen el pis de volves? Pensar\u00e0 en una guerra nuclear? Sentir\u00e0 la pu\u00e7a l\u2019occidentalitat del buit dels segles? Anir\u00e0 la pu\u00e7a al psicoterapeuta o al psiquiatra quan intueixi que \u00e9s mirada per alg\u00fa que mira? Culpar\u00e0 son pare i sa mare d\u2019aquesta neurosi o m\u2019anomenar\u00e0 Dea; o el que \u00e9s molt pitjor: anomenar\u00e0 Dea la meva gossa, pensar\u00e0 que \u00e9s la filla de la meva gossa. Es far\u00e0 tamb\u00e9 preguntes tan est\u00fapides com jo? Crucificar\u00e0 d\u2019altres puces?"}}