Una autora popular a la que persiguen las críticas

En pleno siglo XXI aún se lee a Enid Blyton

La escritora se situó entre los más vendidos el pasado Sant Jordi

Una de las ilustraciones de Enrique Lorenzo para 'Primer curso en Torres de Malory'.

Una de las ilustraciones de Enrique Lorenzo para 'Primer curso en Torres de Malory'.

ELENA HEVIA
BARCELONA

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En el aluvión de cifras de ventas y de escritores puestos a la carrera en el pasado día de Sant Jordi, quizá hubo un dato que corrió el riesgo de pasar desapercibido.Primer curso en Torres de Maloryde Enid Blyton, lo que cualquier niña acostumbrada a internet y a los juegos de ordenador podría considerar una antigualla, y quizá no sin razón, fue el segundo libro infantil más vendido en castellano. Ahí es nada. Una novela escrita en 1946, el paradigma del libro infantil al más puro estilo británico, sigue manteniendo el tipo bien entrado el siglo XXI.

La fórmula Blyton es sencilla pero muy eficaz. Niños disfrutando de aventuras y correrías con sus mascotas, al margen de los adultos, tanto en las historias de internados como en las más emocionantes del Club de los cinco,Los siete secretos yAventura. Para muchos, quizá los que compraron el libro en Sant Jordi para sus hijos y nietos, permanecen en el fondo de la nostalgia aquellas memorables meriendas al aire libre con pasteles de jengibre y ginger ale(aquella desconocida bebida en la España de los 60 que se tradujo aquí comocervezade jengibre, algo que desconcertaba no poco a los pequeños lectores de entonces).

El reciente éxito en España no ha sido exactamente algo espontáneo. Tras las ventas hay una estrategia, un pequeñoliftingque el sello Molino-RBA ha practicado en la serie Torres de Malory -a la que seguirá un lavado de cara en la serie Aventura- gracias a unas portadas e ilustraciones interiores puestas al día, cortesía de Enrique Lorenzo, que ofrecen una mayor ligereza, pero también una nueva traducción de Mireia Rué, adaptadas a las expresiones de hoy.

Y si se ha necesitado una nueva traducción es porque el texto de Blyton, fallecida en 1968, se ha transformado en el original. Ha sido revisado con el beneplácito de sus herederos, obedeciendo a un clamor acusatorio en Gran Bretaña que señalaba en la escritora no pocos prejuicios clasistas, mezclados con racismo y una rancia concepción victoriana de la sociedad. Y es que Blyton, leida en la actualidad, presentaba no pocas sombras. Los personajes de raza negra, por ejemplo, que aparecen en sus novelas son tratados con absoluto desprecio. «Este es un tipo de crítica políticamente correcta que suelen arrastrar muchos clásicos. Pero no hay que olvidar que estas obras deben situarse en un contexto histórico», relativiza la editora de Molino, Laia Esqué.

FIDELIDAD / Lo sorprendente es que aunque la crítica se haya cebado en la autora también en lo estilístico asegurando que tiene un lenguaje muy simple y reiterativo -hay que recordar que Harold Bloom lanzó a J.K. Rowling acusaciones semejantes-, los lectores siguen siendo incombustiblemente fieles también en Gran Bretaña. Allí las ventas de sus libros han crecido un 13% en los últimos dos años. Y no cesan de producirse declaraciones de amor de sus colegas. La misma Rowling solía afirmar en sus entrevistas -cuando las concedía- que el Colegio Hogwarts de Harry Potter está directamente influido por los internados de Blyton, con su jerarquizada organización. Rowling veía en ello una ventaja: «Eso les permite a los niños entender la sociedad en la que van a crecer». La autraliana Kate Morton, en su reciente visita a Barcelona, aseguró que sus novelas no eran otra cosa que la reescritura de las novelas de Blyton.

RECONCILIACIÓN / Pese a esa receptividad -lleva vendidos 600 millones de ejemplares en todo el mundo- , Inglaterra todavía tiene que hacer las paces oficialmente con ella. ¿Cómo se explica, si no, que en un país en el que el patrimonio cultural es tan respetado, en 1973 decidieran demoler Green Hedges (Setos verdes), la casa de la autora en Beaconfields que fue bautizada así por sus queridos lectores en una publicitada operación? Por suerte muchos de los objetos cotidianos de la autora todavía se conservan y hoy, a la espera de que se le dedique finalmente un festival a su memoria -un día sí y otro también se enfrentan voces en los periódicos sobre lo acertado o no de ese homenaje-, Seven Stories, el Centro Nacional del Libro Infantil en la localidad de Newcastle. esta ofreciendo una exposición abierta hasta el próximo año que muestra sus mecanoscritos sin apenas correcciones, sus pormenorizados diarios en los que detallaba sus largas horas de trabajo y sus ingresos y la máquina de escribir con la que se dedicó a teclear solamente con dos dedos y a ritmo frenético los más de 600 libros que componen su obra.

Los objetos de la exposición forman parte de la colección de Gilliam Baverstock, la mayor de las dos hijas de la autora, que defendió celosamente la memoria de su madre.

Mucho más crítica se mostró Imogen, la menor, que en 1989 publicó unas polémicas memorias en las que no derrochaba precisamente amor filial al retratar a su progenitora como una mujer «arrogante, insegura, con una portentosa habilidad para complicar la vida a su alrededor y sin el menor instinto maternal». La última guinda en la leyenda negra saltó a la prensa hace tres años y es un pasaje de un libro en el que la escritora Ida Pollock, que se casó con el alcoholizado primer marido de la autora -por lo que quizá no resulte muy imparcial- acusaba a Blyton de permanecer de buen grado en una cena en la que se expresaron alabanzas a Hitler.

Todas estas cosas quedan lejos de los niños que en la actualidad están abriendo por primera vez una novela de la autora. Y es que muchos libros, con más tensión erótica y más gamberrismo, circulan hoy por la senda abierta por Blyton. Pero ella fue la primera.