PRÓXIMO ESTRENO

Philippe Petit, el hombre que cruzó las Torres Gemelas

Philippe Petit, el miércoles en la azotea de la Torre Picasso de Madrid.

Philippe Petit, el miércoles en la azotea de la Torre Picasso de Madrid. / periodico

OLGA PEREDA / MADRID

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A los cuatro años empezó a subirse a todo. Un árbol, una mesa, una terraza, lo que fuera. A los seis años dijo que quería ser director de teatro. A los 17, después de que fuera expulsado de varios colegios, sus padres le invitaron a irse de casa. Se convirtió en acróbata, funambulista, mago y mimo. Todo lo hacía en las calles de medio mundo. Fue detenido cien veces y durmió en cárceles. Con 25 años cruzó ilegalmente las Torres Gemelas de Nueva York sobre un cable. Fue detenido por la policía (una vez más) y venerado por el público. Su nombre, Philippe Petit, entró en los libros de historia. Ni siquiera entonces hizo las paces con sus padres, horrorizados ante la idea de tener por hijo a un artista callejero. Siete años después del estreno del documental 'Man on wire' (ganador del Oscar), el director Robert Zemeckis ('Regreso al futuro', 'Forrest Gump') traslada ahora la monumental gesta del funambulista francés en una más que curiosa película de ficción: 'El desafío', que se estrena el 25 de diciembre.

"Un artista debe, ante todo, ser un rebelde. Yo me rebelo contra todo, contra la condición humana, contras las reglas del poder, contra la escuela, contra la sociedad…". Petit está en España y se reúne con un grupo de periodistas en la azotea de la (gigante) Torre Picasso. La vista impresiona. Ataviado con un pantalón granate y una chaqueta de colores y hablando un más que aceptable castellano (domina ocho idiomas) deja claro que, a sus 66 años, le encantaría volver a la ciudad para cruzar las Torres Kio. Esta vez, de manera legal y pidiendo los permisos pertinentes. No lo hizo así en 1974 cuando, tras muchos meses de exhaustiva preparación, se coló en las recién construidas Torres Gemelas junto con un grupo de amigos y compinches para unir con un cable de 200 kilos ambos edificios, que fueron derribados en el atentado del 2001.

Petit no cruzó una sola vez. Lo hizo ocho. Estuvo 45 minutos a más de 400 metros de altura. Ahí arriba sintió muchas cosas. Todas menos miedo. "Es una palabra que no existe en mi vida". Tampoco la humildad, aunque eso lo reconoce con unas risas. "Mi vida no está hecha de desafíos sino de sueños", destaca. "Cuando estaba cruzando las Torres lo que sentí fue felicidad. Bueno, mucho más, éxtasis. No tenía miedo. Sí impaciencia por hacerlo".

PELÍCULA BASADA EN SU LIBRO

A Petit se le nota pletórico con el resultado de la película y, muy especialmente, con el trabajo de un estupendo Joseph Gordon Levitt poniéndose en su pellejo. El guion, de hecho, está basado en el libro que escribió el francés ('Alcanzar las nubes') y  que ahora edita Duomo con el mismo título de la película. Con un arranque a modo de cuento a lo 'Amélie', el filme destila ganas de vivir, ganas de soñar, ganas de reír. “Yo no puedo vivir sin alegría”, enfatiza.

Pero su nunca escondido ego le lleva a puntualizar un asunto menor que aparece en el filme y que no es cierto. “Es verdad que me hice daño en un pie al pisar un clavo, pero nunca sangré al cruzar las Torres Gemelas. ¿Yo, sangrar? Para nada”. Hay alguna otra cosa más con la que Petit no está del todo de acuerdo, pero sabe que es cuestión de su nula humildad y, por supuesto, de las licencias que se toma Hollywood a la hora de llevar a la gran pantalla una historia tan descomunal como esta.

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Además del sangrado del pie, hay otro detalle que no refleja la realidad: cuando el protagonista tropieza un poco nada más empezar a caminar sobre el cable. "¿Tropezarme yo? Eso no puede ser", se ríe haciendo gala, una vez más, de su falta de humildad. "Son detalles. Solo son detalles sin importancia. Porque, en líneas generales, la película sí que refleja perfectamente tanto mi personalidad como los hechos que ocurrieron".

CONCENTRACIÓN SIN MEDITAR

El espectador del filme verá, con el corazón en un puño, cómo Gordon Levitt camina sobre el cable. Y no podrá dejar de preguntarse qué le pasó por la cabeza en ese mismo momento a Petit. Qué grado de concentración necesitó para seguir adelante. "Yo no practico la meditación, pero estoy muy orgulloso del nivel de concentración que tengo. En esos momentos, todo mi cuerpo y mi alma está sobre el cable. No hay nada más. Aún así, consigo sentir el mundo. Todos mi sentidos se multiplican por diez", asegura el funambulista francés, que estuvo diez años preparando la película junto al equipo de Zemeckis.

La alegría de vivir que desprende a todas horas Petit se queda un tanto oculta al hablar de la tensa relación con sus padres. "Durante muchos años yo me sentí huérfano. Mi padre pertenecía al Ejército francés y nunca me entendió. Ni me apoyó. Solo al final de su vida me acerqué a él y me convertí en su mejor amigo".