Patricia Arquette: «Me voy acercando a saber quién soy»

Entrevista a la protagonista femenina de 'Boyhood', de Richard Linklater, que se estrena el viernes

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NANDO SALVÀ

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La actriz Patricia Arquette (Chicago, 1968) coprotagoniza Boyhood, que es una de las películas más revolucionarias de los últimos años en buena medida porque tanto ella como el director Richard Linklater como el resto de intérpretes la han rodado a lo largo de 12 años. El resultado es un retrato de familia -los divorcios, las mudanzas, los peinados-- deslumbrante, conmovedor y, por supuesto, increíblemente realista.

-¿Por qué cree que Richard Linklater la eligió para protagonizar Boyhood?

-Él sabía que yo había sido madre muy joven, a los 20 años, y quizá eso influyó. Me dijo: «¿Qué vas a hacer durante los próximos 12 años?». Aceptar me asustaba, pero lo acepté porque me parecía una oportunidad actoral única. Recuerdo que, durante el transcurso de su vida, mi madre poco a poco fue convirtiéndose en una mujer más sensible y más sabia, y ese proceso es algo que no puedes fingir. Si a los 33 años hubiera tratado de dar vida a una mujer de 45, no habría podido reflejar cómo cambia nuestro modo de percibir el mundo cuando maduramos.

-¿En algún momento tuvo dudas acerca de la viabilidad del proyecto?

-A ratos. Durante los siete años que pasé trabajando en la teleserie Medium la gente me decía: «Tú solías trabajar con grandes cineastas, ¿no lo echas de menos?». Y yo contestaba: «Y lo sigo haciendo. En estos momentos estoy rodando una película que va a revolucionar el cine». Me miraban como si estuviera loca. Ahora estoy saboreando mi venganza.

-¿Qué sintió al verse en la película?

-Siempre me han maravillado esas imágenes a cámara ultrarrápida de semillas que empiezan a brotar y crecer, y luego la flor se abre, y después los pétalos caen, y finalmente la flor se marchita. Los seres humanos somos criaturas orgánicas, y nuestro ciclo vital es más o menos el mismo. Contemplar mi propio ciclo en Boyhood me resultó a la vez fascinante y embarazoso. Pero también me ha permitido recordar la niña que fui y preguntarme si queda algo de ella.

-¿Y queda algo?

-Claro. Cuando era una niña me encantaba observar la conducta humana, pero no me gustaba sentirme observada. Era tímida y me sentía torpe y poco atractiva. Solía preguntar a mi madre: «¿Por qué me mira la gente?». Ella contestaba: «Porque eres una niña hermosa», pero yo no le creía. Y, sin embargo, acabé trabajando en una profesión en la que esencialmente me dedico a ser observada. No sé si he aprendido a lidiar con ello del todo.

-¿Cuánto cree haber cambiado como actriz a lo largo de los años?

-Una buena parte de los personajes que solía interpretar eran mujeres muy sexuales, y ahora echo la vista atrás y no me reconozco en ellas, siento que estaba dando tumbos. Es decir, me siento feliz de haber participado en esos proyectos, con cineastas fantásticos como David Lynch o Tony Scott, pero siento que entonces yo no sabía muy quien era. Y tal vez aún no lo sepa, pero me voy acercando a la respuesta.