OTROS ESCENARIOS POSIBLES

¡Exterminio en alta mar!

Un catamarán de Las Golondrinas acogió un 'happening' nocturno del artista electrónico Yak-42 titulado: '¡Matad a todos los humanos!'

Actuación nocturna de Yak-42 en Las Golondrinas

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Nando Cruz

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“¿Aquí es lo del Yak-42?”, pregunta una mujer contenta por haber llegado a su destino. Teniendo en cuenta Yak-42 es el nombre del avión del ejército español que se estrelló en Turquía en el 2003 y en el que fallecieron sus 75 pasajeros, no se entiende tanta alegría. Lo fuerte es que varias decenas de personas más están tan excitadas o más de subir a bordo. No, el Yak-42 al que se refieren no es un avión. ¡Es un barco! Un catamarán de la compañía Las Golondrinas que ofrece paseos por el litoral barcelonés a turistas y locales nostálgicos.

En realidad, Yak-42 no es el nombre del barco, sino el del enésimo proyecto musical de Ramon Faura, un arquitecto, profesor de historia del arte y músico que lleva media vida ejerciendo de Pepito Grillo del barcelonés y sus circunstancias desde los verbeneros Azucarillo Kings hasta los cañeros Mächo, pasando por las incontables mutaciones de Le Petit Ramon. Con Yak-42 se ha lanzado a la electrónica y esta noche actúa a bordo de una golondrina. Manel, el patrón del catamarán, confiar plenamente en la estabilidad de su navío. Solo así se entiende que haya dejado embarcar a un tipo con tan catastrófico alias.

La noche de la iguana

El público sube a cubierta y pronto todas las butacas quedan ocupadas. La mayoría de gente no quiere perderse la última locura de Faura, pero también hay turistas europeos y de Oriente Medio que querían dar un paseo por el mar y a esta hora solo podían sumarse al Yak-42. Allá ellos. Aunque esto parezca una versión casera de ‘Vacaciones en el mar’, el guión de la velada apunta en otra dirección. Corre la cerveza y el cava, pero por megafonía ya ha empezado a servirse mal rollo: el reverendo alcohólico que interpretó Richard Burton en ‘La noche de la iguana’ ahuyenta a los feligreses con su desnortado sermón.

Faura-42 ha preparado un directo basado en recortes de escenas de películas en las que aparecen simios: el ‘King Kong’ de 1933 y el de 1976, ‘El libro de la selva’ y la disparatada ‘Me siento rejuvenecer’ de Cary Grant. Y, por supuesto, ‘El planeta de los simios’. Mientras las imágenes se proyectan sobre la pantalla instalada en cubierta, Faura construye secuencias de techno ácido. El plan es insólito, pero conforme anochezca y nos alejemos del puerto, el 'happening' irá cobrando sentido y la gente se animará a bailar..

“Hola, soy Yak-42. Hago música de futuro y quiero veros moviendo el esqueleto, 'motherfuckers'. Arriba esos ánimos”, reclama una voz fría de mujer que parece la mismísima Siri subcontratada. Todo aquí forma parte de un espectáculo flotante titulado ‘Kill all humans!', una invitación al exterminio fundamentada en lo poco que hemos hecho los homínidos para merecer seguir existiendo. Que se lo digan al Charlton Heston de ‘El planeta de los simios’, profecía de nuestro fin como especie. O a los dos mil pasajeros del 'Celebrity Constellation' atracado a la entrada del puerto, con sus interminables 300 metros de eslora. O a los estibadores de los cargueros de Maersk junto a los cuales pasamos ahora.

"'This is Rajoy!"

Una turista más interesada en el paisaje marítimo que en la sesión audiovisual de Yak-42 grita sorprendida: “This is Rajoy!”. En efecto, la temática simiesca da paso a humanos responsables de la deriva de la especie. Desde el cielo, una gaviota saluda al expresidente. También aparece Jordi Pujol increpando a un lacayo. Y el rey emérito Juan Carlos I. Y Felipe VI en varias escenas familiares gentileza del departamento de márketing de la Casa Real. Y diversos  fragmentos de películas de contiendas medievales en las que ruedan cabezas.

Hemos salido a mar abierto. El oleaje acentúa el vaivén del barco. Ya es noche cerrada y el personal baila desinhibido. Cuesta mantener el equilibrio. El propio Faura ha decidido no utilizar uno de los sintetizadores porque no acierta con las teclas. Jim Morrison grita “¡La verdadera navegación está muerta!” desde ultratumba. Bueno, grita desde un disco de los Doors. Yak-42 acelera el tempo. El viento arrecia. Suena un discurso de Mariano Rajoy en la asamblea de la ONU. En la pantalla hay una medusa. La gente ríe y derrama sus copas.

Estamos ya de vuelta y Yak-42 suelta todo el lastre para ganar velocidad, combinando imágenes de felaciones y masturbaciones con textos de hazañas bélicas del ejército aliado durante la segunda guerra mundial. Faura siempre fue un gamberro ilustrado. Y lo de hoy, más allá del 'happening' naviero, prueba que aún hay posibilidades de maniobrar a la contra en esta ciudad tan rígida y alienante. Incluso en este litoral barcelonés entregado por completo al turismo.

King Kong derriba un avión

Será el mareante vaivén de las olas. Será el efecto de las frecuencias ácidas en los tímpanos. Será el lema ‘¡Matad a todos los humanos!’ que reaparece una y otra vez en pantalla. Pero justo cuando el King Kong de 1933 está encaramado a lo alto del Empire Estate repartiendo zarpazos a los aviones, a punto está de derribar un avión de verdad que cruza tras de la pantalla camino de El Prat.

El gigantesco buque 'Martín y Soler' zarpa ya destino a Mallorca. Tras él, surca el mar otro mastodonte llamado' Volcán de Tinamar' destino a Canarias. A su lado, la golondrina de Yak-42 tiene el tamaño de un guisante, pero el pasaje baila desenfrenadamente y saluda con donaire a los aburridos pasajeros de los navíos de las compañías Balearia y Armas. “Si es tan peligroso, ¿por qué no le matas de una puta vez?”, repite una y otra vez una voz sampleada. Faura lleva más de dos décadas subiendo a los escenarios, pero hoy se va a llevar una de las ovaciones más largas y encendidas de toda su carrera. Volverá a la ciudad convertido en antihéroe local.

Mientras el barco atraca en el puerto, el anciano chimpancé de ‘Me siento rejuvenecer’ se sirve otro copazo. El patrón avisa a la tripulación: “Tranquilos que hoy tardarán en desembarcar”. Es comprensible. En tierra firme, el paisaje es desolador. Como en una recreación de la última escena de ‘El planeta de los simios’, la vieja estatua de Colón apenas asoma la cabeza bajo una marabunta de insectos que deshilachan la tela blaugrana de su gigantesca camiseta Nike..