NOVEDAD EDITORIAL SOBRE UN PUEBLO MARGINADO

La Laponia más oscura

Olivier Truc da voz a la cultura sami en la novela negra 'El último lapón'

Olivier Truc, la semana pasada, en Barcelona.

Olivier Truc, la semana pasada, en Barcelona.

ANNA ABELLA
BARCELONA

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Laponia. A 40 bajo cero. Noche polar. Largos meses sin sol. Quedan pocos pastores samis que aún castren a sus renos con los dientes y que no usen motos de nieve, GPS o helicópteros para controlar a sus manadas en la tundra. Ya no hay chamanes que se comuniquen con los muertos con sus ancestrales tambores, perseguidos durante décadas y  quemados en hogueras inquisitoriales desde el siglo XVII. Y el pueblo sami (lapón se considera despectivo) «es víctima de un racismo y una discriminación latente. No todos los suecos o noruegos son racistas pero, por ejemplo, hoy hay un conflicto con una empresa británica que proyecta una mina de hierro en una zona de pastos samis en la Laponia sueca y ha generado muchos comentarios racistas en los diarios regionales», atestigua el periodista francés Olivier Truc (Dax, 1964), sobre una tierra codiciada por sus recursos naturales. Sus 20 años de corresponsal en Suecia para Le Monde, Le Point Libération nutren su debut en la novela negra, El último lapón El último lapón(Destino / Columna), donde da visibilidad a ese pueblo sin Estado de 70.000 personas, que vive repartido entre Suecia, Noruega y Finlandia y Rusia.

«A inicios del siglo XX los samis fueron víctimas de una política eugenésica. En 1922 se creó en Suecia el primer instituto de biología racial del mundo, al que iban muchos alemanes a estudiarlos. Les consideraban una raza inferior y aunque no hubo cazas de lapones, esto les marcó y a muchos aún les avergüenza decir que lo son», añade Truc. Sin embargo, afirma, «los samis saben que si no quieren ser borrados del mapa, necesitan tener una voz y hacer que sus derechos se respeten. Es un pueblo muy dinámico, orgulloso de su cultura. La mantienen muy viva. Los jóvenes han modernizado los yoiks, las canciones tradicionales, y los artistas reproducen la simbología de los tambores chamánicos, de los que solo hay 71 documentados en el mundo, y ninguno está en Laponia».

POLICÍA DE LOS RENOS / La pareja protagonista -un sami veterano y una joven llegada de Estocolmo- se inspira en otra real de policías de los renos, con quienes Truc convivió dos meses para un documental televisivo, y se ocupan de conflictos entre ganaderos. «La cultura sami aún se asocia a la cría de renos, aunque el 80% ya no se dedique a ella. Está amenazada por la industria minera, el turismo, la proliferación de cabañas de fin de semana y el calentamiento global, que afecta a los pastos. Y para modernizarse y mecanizarse, los pastores se han endeudado demasiado, por lo que necesitan más renos y más pastos y acaban invadiendo los de otros».