OBITUARIO

Muere Sam Shepard, el poeta que interpretaba a 'cowboys'

El referencial actor, escritor, dramaturgo y director fallece a los 73 años en Kentucky a causa de la esclerosis lateral amiotrófica

Sam Shepard, en el festival de Sundance del 2014.

Sam Shepard, en el festival de Sundance del 2014. / periodico

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Sam Shepard confesaba hace unos años detestar los finales. “Los principios son definitivamente lo más excitante, los medios son desconcertantes y los finales son un desastre”, decía en ‘The New Yorker’. Este lunes mucha gente ha compartido esa sensación de odio. Un portavoz de la familia ha informado de que el dramaturgo, escritor, poeta, actor, director y músico; voz de referencia en la cultura estadounidense del siglo XX; falleció en su granja de Kentucky por complicaciones de esclerosis lateral amiotrófica. Tenía 73 años.

Shepard fue, como dijo una vez su amiga Patti Smith, con la que mantuvo un 'affaire' en los años 70, “un hombre que interpretaba a 'cowboys'”. Fue también, como lo definió el crítico teatral Michael Feingold, “la mente de un Kafka atrapada en el cuerpo de un Jimmy Stewart”. Y en su diversa obra, dominada por 44 piezas para el teatro, el prolífico Shepard fue un profundo examinador, con humor y dolor, de las esperanzas y fallos de la familia americana, de su lado oscuro, de las confusiones de la identidad y del pulso entre libertad y raíces, creando lo que la crítica de ‘The New York Times’ Michiko Kakutani definió hace décadas ya como “una visión de América que resuena con el poder de la leyenda”.

Marcado por su padre

Shepard había nacido el 5 de noviembre de 1943 en Fort Sheridan, una base del ejército en el sur de Illinois, donde estaba destacado su padre, un antiguo piloto de guerra cuya vida, personalidad y alcoholismo le marcarían para siempre. Por los traslados de su padre pasó su infancia moviéndose de un lugar a otro en el sur de Estados Unidos hasta que la familia recaló en Duarte, en California, en una granja de aguacates.

En 1979, Shepard ganó el Pulitzer con ‘El niño enterrado’, la primera parte de su celebrada ‘Trilogía de la familia’

En esos años de adolescencia aprendió a tocar la batería y en el instituto empezó a beber y a experimentar con drogas, cruzando la cercana frontera con México para comprar benzedrina. “El ‘speed’ y el alcohol te hacen sentir bastante omnipotente, no sientes dolor”, contaría años después recordando también varios accidentes de coche que no sabe cómo sobrevivió.

Cuando tenía 19 años, tras pasar un año en la universidad realizando estudios de agricultura y tras recorrer el país con una compañía de teatro, se instaló en un Nueva York que vivía una ebullición cultural. Trabajó de camarero en un club donde vio a los grandes del jazz. Y empezó a escribir, vertiginosamente y haciéndose pronto un nombre imprescindible en el mundo del teatro de vanguardia, 'off' y 'off-off' Broadway, donde entre 1965 y 1968 ganó seis de los 13 premios Obie que acumuló en su carrera.

A principios de los años 70, ya casado con la actriz O-Lan Jones y con un hijo, se mudó a Inglaterra. Fue un periodo inicialmente marcado por una sequía creativa que le llevó a leer, algo que no había hecho mucho hasta entonces “por arrogancia” según confesó después. Su foco fueron los clásicos de teatro griegos y quedó “asombrado por la simplicidad de las obras” según le contó en 1986 a ‘Rolling Stone’. “Es todo sobre el destino. Eso es lo más potente. Todo está previsto, solo lo interpretamos”.

En 1974 regresó a California, ya convertido en un reputado dramaturgo. Y siguió escribiendo y haciendo evolucionar su escritura, moviéndola desde la improvisación casi jazzistica que marcó sus inicios y del foco en el tono hacia estudios más complejos de personajes y personalidades y el entramado de historias. En 1979 ganó el Pulitzer con ‘El niño enterrado’, la primera parte de su celebrada ‘Trilogía de la familia’

Taciturno y lacónico

Un año antes de ese Pulitzer había debutado en ‘Días de cielo’ como actor, un terreno donde llegó a estar nominado al Oscar (en 1983 por dar vida al piloto Chuck Yeager en ‘Elegidos para la gloria’) y que también le permitió conocer, durante el rodaje de ‘Frances’, a Jessica Lange, con la que compartió tres décadas de vida y con quien tuvo dos hijos.

El hombre que cuando era niño imitaba los gestos de Burt Lancaster en ‘Veracruz’ nunca quiso verse ni ser visto como una estrella de Hollywoodnunca quiso verse ni ser visto como una estrella de Hollywoo. Y la interpretación parecía para este ser taciturno y lacónico, como la escritura, una herramienta para explorar los secretos de la condición humana, las diferencias entre lo interno y lo que se muestra al exterior. “Cuando te pones en la situación de ser un actor no solo aprendes de tus vulnerabilidades sino también de las formas en que no eres vulnerable”, le dijo a Kakutani en 1984.” Esas son probablemente las áreas más interesantes. Tiene que ver con abrirse, y hay algunas áreas peligrosas que están muy encerradas”.

No solo trabajó frente a las cámaras sino también detrás de ellas y entre sus trabajos en ese campo figuran el guión que escribió con Wim Wenders para ‘París, Texas’ (Palma de Oro en Cannes) y el de ‘Zabriskie Point’ para Michelangelo Antonioni, así como dos películas que dirigió él mismo: ‘Norte lejano’ y ‘Silent tongue’. Y el rastro de Shepard también se encuentra en colaboraciones con músicos como Bob Dylan, con quien trabajó en varias ocasiones y escribió ‘Brownsville girl’.

Shepard fue ecléctico y prolífico. Hasta el último momento, incluso cuando se había refugiado más en su vida rural, siguió creando. Y quizá nadie como el escritor Harlan Coben ha resumido su magia. “¿Cómo era de especial?” se ha preguntado. “Incluso cuando no te gustaba algo que había hecho estabas contento de haberlo visto”.