AMBIENTADO EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX

Realismo mágico y mitología vasca hechizan en una Cantabria de novela

Alaitz Leceaga debuta con 'El bosque sabe tu nombre', un novelón de mujeres poderosas, que apunta a fenómeno editorial y a libro del verano

Alaitz Leceaga, en los bosques cántabros, donde ha ambientado su debut novelístico 'El bosque sabe tu nombre'.

Alaitz Leceaga, en los bosques cántabros, donde ha ambientado su debut novelístico 'El bosque sabe tu nombre'. / periodico

Anna Abella

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El mar golpea con furia los agrestes e imponentes acantilados de Ajo, en la costa cántabra. Al borde del abismo inquieta ver un ramo de flores rojas. No es el único, otro se amaga en un recodo. Marcan el lugar donde se lanzó a las olas un suicida. Es allí donde en las primeras páginas de ‘El bosque sabe tu nombre’ (Ediciones B) se quita también la vida la abuela de la protagonista, el día de 1927 en que esta, Estrella (capaz de hacer suyo el poder de la naturaleza), y su hermana gemela, Alma (que puede ver y hablar con los muertos), cumplen 11 años y descubren que antes de celebrar los 15 una de las dos morirá. Y es en otro escarpado precipicio como ese donde su autora, Alaitz Leceaga (Bilbao, 1982), descubrió un zapato rojo de niña, germen de este novelón de mujeres fuertes con dosis de realismo mágico y saga familiar, y celos, venganzas y pasiones, que apunta a fenómeno editorial y a libro del verano

Debut de esta escritora autodidacta vasca, que acaba de llegar a las librerías, fue objeto de una gran subasta en las ferias del libro de Fráncfort y de Londres, donde Italia y Alemania compraron los derechos y lo lanzarán con tiradas de 50.000 ejemplares. Con una decena de traducciones más en curso y posible película, a través de 600 páginas, la historia regresa a la Cantabria anterior a la guerra civil, a una California que descubre el petróleo y al Madrid de los años 40, poblado de espías aliados y alemanes, en un país donde los perdedores viven atenazados por el miedo al omnipotente franquismo, que negocia en secreto con los nazis

A Leceaga, que es hija única, aquel zapato infantil le llevó a elucubrar de quién sería y a recordar que cuando era niña pensaba que tenía una hermana. “Ahí surgió la chispa de la idea de la novela”, revela la autora durante un recorrido con periodistas por los paisajes rurales de Cantabria donde radica la mansión indiana de la rica familia de marqueses a la que pertenecen las protagonistas. Sus referentes son evidentes. En la ficción, el pueblo, imaginario, se llama Basondo, guiño al Macondo de Gabriel García Márquez; y Soledad es el nombre de la abuela suicida, de origen mexicano, que da nombre a la villa, en alusión a ‘Cien años de soledad’, la obra maestra del Nobel colombiano. 

“La casa es un personaje más”, admite, omnipresente también en sus otros referentes: “Ya de niña leía todo lo que caía en mis manos y recuerdo el páramo, el viento, la casa aislada y los personajes ambiguos, que no sabes si son buenos o malos, de ‘Cumbres borrascosas’. Todo eso lo trasladé sin darme cuenta a la novela”. Y sigue evocando cómo “soñaba que regresaba a Manderley”, como la protagonista de ‘Rebeca’, de Daphne du Maurier, o viendo ‘La casa de los espíritus’, de Isabel Allende

Fantasmas y mitología vasca y cántabra

Tras año y medio de documentación y planificación, y otro año y medio de escritura, la autora vasca dota a la novela, donde aclara que “no hay nada autobiográfico”, de elementos mágicos de “la mitología vasca y cántabra”, que popularizó Dolores Redondo con su trilogía negra del Baztán. Paradójicamente, afirma durante la entrevista, que no cree en “fantasmas sobrenaturales”, solo “en los que te persiguen, como los recuerdos y la culpa”. “Desde niña me gustaban los cuentos de hadas, con seres como las lamias, esas mujeres bellas que podían hacer un puente en una noche y se peinaban con peines de oro pero eran mal vistas por sus poderes”. 

"Quise rescatar a las mujeres olvidadas e invisibles de la historia, capaces de salirse del papel que les asignaron al nacer"

Alaitz Leceaga

— Autora de 'El bosque sabe tu nombre'

Estrella, continúa Leceaga, “es la fuerza de la naturaleza, es valiente y práctica, salvaje e incontrolable, y, a pesar de lo que puede hacer con su poder especial siempre lo piensa bien antes de usarlo. Ella y el bosque son el corazón de la historia”. Pueblan el libro mujeres fuertes y a la vez oprimidas por la sociedad patriarcal de la época. “Quise rescatar a las mujeres olvidadas de la historia, no a las famosas sino a las invisibles, que son capaces de salirse del papel que les asignaron al nacer y asumir retos”: las gemelas, su abuela (comprada de adolescente por quien la hizo su esposa), la madre (sufrida esposa del marqués, que debe convivir bajo el mismo techo con la amante de este), la amante (niñera que debe ceder a los caprichos del marqués), la hija bastarda, la capataz india que toma las riendas de un rancho californiano... 

“Te das cuenta de que a pesar de los años que han pasado muchas cosas siguen igual. Aunque lo escribí antes del #MeToo ya reflejaba la violencia sexual y los abusos contra las mujeres pero también la solidaridad entre ellas. A la mujer y a la sociedad en su conjunto aún le queda mucho por avanzar para lograr una igualdad real”, opina. 

“Quería contar la historia de ellas y para eso necesitaba un ogro, un antagonista que se opusiera a sus deseos. E históricamente el enemigo de las mujeres han sido los hombres crueles que ostentan posiciones de poder. Padres, esposos, militares...”, señala antes de puntualizar que no es una novela solo para mujeres, del mismo modo que una lectora femenina lee novelas con personajes masculinos y a estas a nadie se le ocurre definirlas como novelas para hombres. 

Leceaga no olvida tampoco temas como “el perdón a uno mismo y el peso de las etiquetas que te ponen de niña”. Y concluye: “Nadie debe exigirse ser perfecto porque siempre nos sale una parte mala. No todo es blanco o negro”.