Nely Reguera: "No entiendo un mundo de buenos y malos"

Nely Reguera, en San Sebastián, donde compite en la sección Nuevos Directores con 'María (y los demás)'

Nely Reguera, en San Sebastián, donde compite en la sección Nuevos Directores con 'María (y los demás)' / periodico

OLGA PEREDA / SAN SEBASTIÁN

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Cortometrajista, ayudante de dirección y profesora de cine, Nely Reguera (Barcelona, 1978) debuta como directora de un largo con 'María (y los demás)', deliciosa película que disecciona la familia y que, con bastante humor, habla de sentimientos de los que todos nos avergonzamos: envidia, soledad, frustración. La protagonista (brillante, como siempre, Bárbara Lennie) es una joven aspirante a novelista que se ha volcado a la hora de cuidar a su padre, enfermo de cáncer. Cuando este se recupera, el hombre -viudo desde hace años- rehace su vida y anuncia que se casa con su enfermera. La hija se queda descolocada. Con su progenitor sano, ella no sabe qué hacer con su existencia. Sus hermanos varones no la entienden. Y el padre no habla con sinceridad. La familia y sus consabidos silencios, como vimos en 'Tres días amb la família' (Mar Coll). Reguera, a la que le ha costado cinco años sacar adelante la película, compite en San Sebastián por el galardón al mejor nuevo director.

¿Por qué rodó María (y los demás) en Galicia y no en Catalunya? Mi padre es gallego. Cuando empecé a escribir el guion estaba entre Galicia y Portugal, donde vive mi hermana. Esta historia se impregnó de ese paisaje, que conozco muy bien porque, de niña, pasaba todos los veranos y las navidades allí con mi familia gallega. Además, hay una escena de la película que solo podría ocurrir en una playa atlántica, nunca en una mediterránea.

La familia ¿es una fuente inagotable de inspiración? Es un universo interesante y algo que te genera sentimientos contradictorios, los amas con devoción y en otros momentos los matarías. Me interesan esas familias en las que se dicen muchas cosas y parece que se habla un montón, pero de lo importante no se dice nada. Son incapaces de comunicarse de forma sana. Además, es un universo en el que se generan roles muy difíciles de cambiar.

Qué sola está la protagonista después de tanto tiempo cuidando del padre enfermo. Ninguno de los dos afronta el asunto con madurez. Lo lógico es que el padre hablara con la hija y le contara sus planes, pero no se atreve a enfrentarse a ella. Y ella se siente desplazada, se enfada con el mundo y suelta su rabia, pero no lidia con el problema.

Tiene razón en enfadarse. Claro, pero coge a tu padre y díselo. Lo que sucede es que no gestiona bien sus emociones, y eso es algo que nos pasa a todos. Tenemos envidia y sentimientos de los que no estamos orgullosos. Todos tenemos zonas oscuras. No entiendo un mundo de buenos y malos.