ÓPERA PRIMA DE SIMÓN CASAL
Nazis en tierra de meigas
'Lobos sucios' recupera un episodio real ocurrido en un pequeño pueblo gallego durante la segunda guerra mundial
Beatriz Martínez
Periodista
Periodista cultural y crítica de cine.
BEATRIZ MARTÍNEZ / MADRID
En plena segunda guerra mundial un pequeño pueblo gallego se convirtió en un hervidero de nazis, aliados, contrabandistas y prisioneros políticos que se mezclaron con la población autóctona alrededor de un único interés común: las minas de wolframio que fueron cedidas por el Gobierno a los alemanes para su explotación. Un contexto histórico prácticamente desconocido sobre el que ahora gira ‘Lobos sucios’, la ópera prima del joven realizador gallego Simón Casal que demuestra que todavía existe mucha materia prima en nuestro pasado más reciente para convertirse en relato cinematográfico.
La película gira en torno a dos hermanas, Manuela (Marian Álvarez, ganadora hace dos años del Goya a la mejor actriz por ‘La herida’) y Candela (Manuela Vellés), y a la relación que ambas establecen en ese entorno profundamente hostil y lleno de violencia que se genera alrededor de las minas de wolframio y los intereses políticos internacionales que había depositados en ellas.
HAZAÑAS REALES DE DOS HERMANAS
Ambos personajes están basados libremente en las hazañas reales que llevaron a cabo las hermanas Touza, de las que se dice que ayudaron a escapar a América, vía Portugal, a más de 500 judíos. “Me gustaba que la historia se centrara en dos mujeres”, explica Álvarez durante la presentación de la película en Madrid. “Siempre se cuentan las historias de guerra desde la perspectiva de los hombres y, de repente, aquí nos encontramos con dos heroínas anónimas, analfabetas, mineras, luchadoras en un pueblo perdido. Para mí lo fundamental era de qué manera los pequeños actos pueden ayudar a cambiar muchas cosas”.
UNA MEIGA
La naturaleza y el poder telúrico que desprenden los bosques y el entorno natural gallego adquieren una importancia fundamental en ‘Lobos sucios’. El personaje que interpreta Álvarez es una meiga, pero ella no quiso que su interpretación tuviera tintes fantásticos, sino que estuviera entroncada con la realidad. “El ser humano está perdiendo facultades. La tierra habla, y yo intenté que Manuela estuviera conectada con ella, que fuera una mujer con un instinto muy desarrollado”.
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