ADIÓS A UN apasionado ensayista y PERIODISTA

Muere el mordaz polemista Christopher Hitchens

El autor de 'Dios no es bueno', de 62 años, padecía cáncer de esófago

El escritor Chistopher Hitchens, en una imagen de archivo cedida por su editorial.

El escritor Chistopher Hitchens, en una imagen de archivo cedida por su editorial.

ROSA MASSAGUÉ
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Leopold Bloom, el protagonista del Ulisesde Joyce, dice que la lectura del propio obituario alarga la vida, «da un nuevo contrato vital». Al periodista, ensayista y, por encima de todo, polemista Christopher Hitchens no le sumó muchos años de vida el leer en una revista, en el 2009, que le daban por muerto. Hitchens falleció el jueves, a los 62 años, de una neumonía, una complicación del cáncer de esófago que padecía, informó ayerVanity Fair, revista para la que trabajaba.

Hitchens ha sido una de las figuras señeras del periodismo anglosajón, primero en el Reino Unido (nació en Portsmouth) y después en EEUU, país al que se trasladó en 1981 y del que obtuvo la ciudadanía en el 2007. También se le considera el mejor ensayista desde los tiempos de Aldous Huxley o George Orwell.

Si algo caracterizaba a Hitchens fue su ingenio, su agudeza y mordacidad rayando en el cinismo. Pero, por encima de todo, su pasión por polemizar, en el mejor estilo de ladisputatioescolástica como método de debate. Desplegaba una memoria prodigiosa, siempre con un pitillo en la boca y una copa en la mano.

Licenciado en Filosofía, Ciencias Políticas y Economía por la universidad de Oxford, formó su círculo de amistades Martin Amis, Salman Rushdie, Ian McEwan o Julian Barnes, todos escritores brillantes.

Mantuvo posiciones trotskistas que le valieron la expulsión del Partido Laborista en los años 60, posiciones que años más tarde abandonó por un neoconservadurismosui generis. Seguía denostando la guerra de Vietnam o la figura de Henry Kissinger, al que había dedicadoJuicio a Kissinger, pero defendía la guerra de Irak y al presidente que la lanzó. Viajó incansablemente allá donde se hacia la historia, ya fuera de joven al Portugal de la revolución de los claveles o al Irak de la primera y la segunda guerras, al Chipre del arzobispo Makarios («el único sacerdote que me ha gustado», decía), la Polonia de Solidaridad o la Nicaragua sandinista. Sin embargo, a diferencia de su generación, nunca manifestó simpatías por tiranos como Fidel Castro o Mao Zedong. Publicó sus crónicas y artículos enNew Statesman, Atlantic Monthly, Slate, NationyNew York Review of Books, además de la citadaVanity Fair.

LA FETUA CONTRA RUSHDIE / Nunca fue creyente, pero la fetua lanzada contra Salman Rushdie en 1989 y los atentados del 11-S le convirtieron en un prolífico propagador del ateísmo del que sus librosDios no existeyDios no es bueno(ambos en Debate) son una buena muestra.

Hace poco más de un año, cuando el tratamiento contra la enfermedad ya había dejado huellas en su físico, pero no en su capacidad dialéctica, debatió en Toronto con el converso al catolicismo Tony Blair. El exprimer ministro defendía la tesis de que la religión es una fuerza del bien en el mundo. Hitchens, la de que es la principal fuente de odio. El poder de convicción del periodista superó con creces al de Blair.

El pasado año publicó sus memoriasHitch-22 (Debate), un título alusivo aCatch-22,la novela de Joseph Heller sobre la peligrosidad de la cordura y el callejón sin salida al que lleva. Mientras lo promocionaba supo que tenía un cáncer de esófago.

La noticia no le amilanó. Siguió con sus debates y sus artículos. Utilizó su columna enVanity Fairpara escribir sobre el avance de la enfermedad. Lo hizo sin ningún rencor o autocompasión. Ni se planteaba la que consideraba «estúpida» pregunta de «por qué a mí?». Decía que «el cosmos apenas se molesta en responder: por qué no?»

Hitchens representó las grandes ilusiones de la izquierda de la segunda mitad del siglo XX para acabar siendo protagonista y testimonio de la gran desilusión. Pasó de apasionado trotskista a neoconservador. Pero siempre ateo y siempre genial