obituario

Muere Lindsay Kemp, el hombre que regaló el glam a David Bowie

El bailarín, coreógrafo y mimo trajo a Barcelona, donde vivió, su vanguardista 'Flowers'

Muere el coreógrafo y mimo británico Lindsay Kemp a los 80 años

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Elena Hevia

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En el invierno de 1977 el estreno de ‘Flowers’ de Lindsay Kemp en el Teatre Romea supuso uno de los más potentes gritos de libertad escénicos en un momento en que la transgresión teatral todavía era un acto de rebeldía. Su artífice, un inglés que colocó la danza clásica, el mimo y el cabaret en el vaso mezclador de una estética gay entre angelical y diabólica, murió el pasado viernes en Livorno, en Italia, a los 80 años. Kemp no solo pasó por Barcelona para presentar la que muchos consideran su obra maestra y la más influyente, sino que vivió aquí durante cinco decisivos años cuando, como definió el argentino Copi, “los homosexuales no tenían que liberarse porque ellos se paseaban alegremente con bata de cola por las Ramblas”.

La Barcelona de la Transición era el lugar perfecto para entender una obra que se inspiraba en Jean Genet, otro amante canalla de la ciudad. Uno de los admiradores del montaje fue Joan Miró; al artista le gustó tanto que invitó a Kemp a su casa de Mallorca, donde le pintó un abanico.

Motor de Ziggy Stardust

El británico Kemp siempre se consideró un desterrado, porque fue fuera de su país, en España y en Italia, donde cosechó el mayor reconocimiento. Su trabajo escénico incomodaba en Inglaterra por “demasiado pretencioso”, pero fueron aquellos tules, aquel maquillaje y aquella purpurina denostada en el teatro las que terminarían acuñando la estética del movimiento glam en el terreno de la música. A mediados de los 60, David Bowie y él fueron amantes. La historia fue más bien breve pero consolidó una importante colaboración profesional –fue él quien le enseñó a moverse- que cristalizaría en la creación de Ziggy Stardust, posiblemente la primera vez que el teatro y el rock caminaron de la mano. “Bowie era muy tímido cuando le conocí, yo le enseñé a bailar y le llevé por el camino de la locura”, contaba hace dos años al ‘Guardian’, en una entrevista en la recordaba cómo se cortó las venas con una cuchilla de afeitar, “aunque en realidad fueron arañazos”, al descubrir una infidelidad de Bowie.

Como niño pobre, hijo de viuda en un pequeño pueblecito, South Shields, no lo tuvo fácil.  Kemp, sin vergüenza, solía vestir los kimonos heredados de su hermana para ir a la escuela, donde bailó la danza de los siete velos -en realidad papel higiénico- ante sus compañeros. Eso le preparó para las plateas más complicadas, las de los cabarets de mala muerte donde bailaba ante los recios obreros en el norte de Inglaterra. También conflictivo fue su breve paso por la RAF, que le valió una evaluación psiquiátrica, al presentarse ante sus superiores con lápiz de ojos y pulseras.

Coreógrafo de moda

Fue David Hockney, al que conoció en la escuela de arte, quien le invitó a colaborar con él en uno de sus primeros ballets. Fue el pintor el que dio el primer empujón que le convertiría en el coreógrafo de moda del ‘swinging London’ gracias una escuela de danza en Covent Garden. En 1972, Flowers se estrenó en el West End –la crítica la dejó mal pero reventó la taquilla - y dos años más tarde pasó a Broadway, aclamada por Andy Warhol y Truman Capote.

Kemp mezcló el éxito con el alcohol y las drogas, ganó mucho dinero y lo perdió. Apareció como actor en alguna película –la muy extraña ‘El hombre de mimbre’ y ‘Sebastiane’ de Derek Jarman- y pegó una espantada cuando Fellini quiso que participará en ‘Casanova’. A partir de los 80 su trabajo se hizo más errático pese a obras como ‘Duende’, ‘Nijinski’, ‘Salomé’ , 'El sueño de una noche de verano’ o 'Alicia'. Un documental ‘Lindsay Kemp’s Last Dance’ recogió en el 2015 la vida de uno de los ‘ingleses en el extranjero’- toda una categoría- más extravagantes.