OBITUARIO

Muere George A. Romero: los zombis se quedan huérfanos

El director, fallecido a los 77 años, modernizó el temario de los no-vivos y el cine de terror en 1968 con la referencial 'La noche de los muertos vivientes'

QUIM CASAS

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Para rendir homenaje en toda su dimensión al director neoyorquino George A. Romero, fallecido el domingo en Toronto, a los 77 años, a causa de un cáncer de pulmón, deberíamos empezar haciéndonos esta pregunta: ¿Existiría la serie de televisión 'The walking dead' o películas como 'Guerra mundial Z' sin 'La noche de los muertos vivientes'?

En lo particular, el temario zombi, la película de Romero significa un antes y un después. Rodada en 1968 de manera independiente, en blanco y negro, sin actores profesionales y con un presupuesto irrisorio de 115.000 euros, puso de relieve unos personajes del género de terror que hasta entonces habían escaseado en el cine, aunque habían dado algunas obras maestras de la poética fantástica como 'White zombie / La legión de los hombres sin alma' (Victor Halperin, 1932) y 'Yo anduve con un zombie' (Jacques Tourneur, 1943).

En lo general, 'La noche de los muertos' vivientes significó el nacimiento del terror moderno estadounidense, ya que los otros autores determinantes de la renovación estilística y temática del género -John Carpenter, Tobe Hooper, Wes Craven, William Lustig, Larry Cohen- debutaron en los años 70, el canadiense David Cronenberg no lo hizo hasta 1975, Brian De Palma andaba aún enfrascado en el cine más experimental y 'El exorcista' es de 1973.

'La noche de los muertos vivientes' define mejor que cualquier otro título la categoría de película de culto. Se estrenó en salas de programa doble, se vio en autocines, empezó a distribuirse en Europa y prendió la mecha de una nueva forma de hacer terror, y encima con mensaje político: el último superviviente de la carnicería zombi es un hombre afroamericano, pero ha enmudecido, se mueve espasmódicamente y la policía lo abate a tiros creyendo que es un muerto viviente. Con el tiempo se convertiría en una de las películas habituales en las sesiones de medianoche: recuerdo los pases en la desaparecida sala Alexis de Barcelona, en los que importaba tanto la película en sí como el jolgorio que se desarrollaba en la sala.

SALUDABLE LIBERTAD CREATIVA

El cine fantástico le debe mucho a aquel primerizo filme de Romero rodado con saludable libertad, el bien más preciado que el cineasta intentó preservar a lo largo de su dilatada trayectoria tras la cámara. Él mismo se enrocó a veces más de la cuenta en el temario de los muertos vivientes, pero tenía tando derecho a hacerlo como Wes Craven a perpetuar a Freddy Krueger. Llegó primero la excelente 'Zombi' (1978), otra alegoría social, en este caso sobre el consumismo capitalista: los supervivientes se atrincheran en un centro comercial mientras los zombis vagan entre los maniquíes y la sección de deportes.

Romero rodó después 'El día de los muertos' (1985), en la que el apocalipsis es total: hay casi medio millón de zombis por cada humano superviviente. Con 'La tierra de los muertos vivientes' (2005), mezcla de 'gore' y sátira, el tema dio un giro providencial: los zombis intentan llevar una vida normal mientras que en un rascacielos con resonancias a J. G. Ballard, un grupo de humanos sin escrúpulos construye una sociedad jerárquica. Romero planteó 'El diario de los muertos' (2007) con el estilo de un falso documental y cerró su ciclo con el título más débil, 'La resistencia de los muertos' (2009), ambientada en una isla donde los muertos regresan desde la tumba.

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En 'El día de los muertos' ya aparece un zombi encadenado que los hombres intentan domesticar, idea que se extendería después como un reguero de pólvora en la serie 'The walking dead'. Zack Snyder realizaría un buen 'remake' de 'El día de los muertos' en el 2004, pero ya antes Danny Boyle siguió las enseñanzas de Romero en '28 días después' (2002), aunque con ambientación londinense, y Juan Carlos Fresnadillo prosiguió la idea con '28 semanas después' (2007).

Pero hubo un Romero ajeno a los zombis, siempre dentro del fantástico. Notables son 'Martin' (1977), sobre un adolescente convencido de que es un vampiro, o su colaboración con el novelista Stephen King y el dibujante Bernie Wrightson en 'Creepshow' (1982). Volvió a versionar a King en 'La mitad oscura' (1993), sobre el tema del doble. 'Los caballeros de la moto' (1981) es un auténtica chaladura, con moteros ataviados de caballeros de la Mesa Redonda. En 1990, los fans del género se frotaron las manos con 'Los ojos del diablo', adaptación de dos cuentos de Edgar Allan Poe realizada por Romero y Dario Argento, y además con Adrienne Barbeau, actriz habitual en la primera época de John Carpenter. El resultado no estuvo a la altura de las expectativas, pero Romero demostró que podía acercarse con contención al universo gótico de Poe en 'El caso del señor Valdemar'.