ÓBITO

Carles Flavià se va por la noche

El actor, monologuista, presentador, mánager y exsacerdote muere de cáncer en Barcelona a los 70 años

Carles Flavià presentó 'Jo què sé', en BTV

Carles Flavià presentó 'Jo què sé', en BTV / periodico

RAFAEL TAPOUNET / BARCELONA

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Se ha ido por la noche, claro. Y rodeado de amigos. Así es como le gustaba vivir a Carles Flavià (Barcelona, 1945), mánager de artistas, empresario de locales nocturnos, monologuista iconoclasta, actor de vocación tardía, hombre espectáculo integral y maestro de la irreverencia anclada en una profunda comprensión del alma humana, si es que tal cosa existe. Fue sacerdote de parroquia obrera, perdió la fe ("he cambiado a Dios por el mundo", explicaba) y colgó los hábitos en 1982. Para entonces ya era una asiduo de la sala Zeleste de la calle Argenteria, en cuya barra forjó un vínculo indestructible con Jaume Sisa, Gato Pérez, Jordi Farràs ('La Voss del Trópico') y Rafael Moll, entre otros. En el último momento, vencido por el cáncer en el Hospital Universitario de la Vall D'Hebron, ha sido fiel a su palabra y no ha pedido un cura. Su compañera, Lucila Aguilera (que fue esposa de Pepe Rubianes) y sus amigos le han brindado todo el consuelo que necesitaba.

Flavià se crió en el Eixample barcelonés, y allí, en el colegio de los Maristas, conoció a Manel Pousa, hoy conocido como el Pare Manel, otro amigo para siempre. Juntos decidieron ordenarse sacerdotes y juntos viajaron para cursar los estudios del seminario a París, donde vivieron en primera fila el Mayo del 68. En la segunda mitad de los años 70, Flavià, insomne recalcitrante, empezó a alternar la eucaristía con las copas en Zeleste. En el libro entrevista de Donat Putx 'El comptador d'estrelles', Sisa hace un retrato muy vívido de aquellas noches. "Cuando no tenía bolo, mi plan de vida era cenar e irme al Zeleste, donde sabía que encontraría a los amigos. Y a las cinco, cuando cerraban, seguíamos adonde fuera: a casa de alguien, a desayunar en el mercado o a acompañar a Flavià a hacer la primera misa. [...] Él tenía misa cada día a las ocho en una parroquia de Badalona. Nosotros nos sentábamos en el último banco de la iglesia, intentando aparentar moderación y un estado digno, y Flavià decía el sermón y repartía la comunión con la casulla y el cáliz".

EMPRESARIO DE LA NOCHE

En esos días,continúa Sisa, aquel peculiar cura noctámbulo "era un devoto del sexo femenino, del JB y de Cristo..., aunque después Cristo quedó un poco relegado". Así fue. Flavià abandonó el sacerdocio y empezó una carrera como mánager en la que tuvo como clientes a amigos del alma como la Orquesta Platería, Gato Pérez y Pepe Rubianes. También se embarcó en la gestión de salas de fiestas y bares como el fugaz Baticano (que apenas duró cuatro meses a causa de los problemas con los vecinos) y el Nitsa, la nueva encarnación del antiguo Don Chufo, ocupación que a la postre le llevó a romper su vínculo profesional con la Platería.

En 1996 publicó una heterodoxa biografía de Pepe Rubianes camuflada de libro de conversaciones ('¡Rubianes, payaso!') y, ante la insistencia del cómico galaico-catalán y del escritor Sergi Pàmies, decidió, a los 50 años, dar un nuevo giro a su imprevisible trayectoria y subirse a los escenarios convertido en monologuista. Debutó en la Bodega Bohemia con el espectáculo 'Epístoles', en el que ya construyó ese personaje de tipo deslenguado, descreído, hiperbólico y aparentemente enfadado con el mundo pero de una vitalidad desbordante que lo hizo ampliamente popular y al que siguió sacando punta en posteriores montajes, como 'Prensamiento' (con la colaboración de Joan Lluís Bozzo, otro inseparable), 'El estado del malestar' o 'El evangelio según Flavià'.   

TELEVISIÓN, RADIO, CINE

A su creciente popularidad en esos años contribuyó su cada vez más frecuente aparición en la pequeña pantalla, donde contó con un espacio diario (nocturno, por supuesto) en la parrilla de BTV, el añorado 'Qualsevol nit pots sortir sol', en el que hacía y decía literalmente lo que se le antojaba, para deleite del espectador. También hizo colaboraciones fijas en numerosos programas de televisión y radio, desde el 'Crónicas marcianas' de Xavier Sardà hasta 'La ventana' de Gemma Nierga y el 'Problemes domèstics' de Manel Fuentes, con quien forjó una estrecha relación profesional y personal. Participó asimismo en diversas películas ('Lola venda cá', de Llorenç Soler; 'Lisístrata', de Francesc Bellmunt; 'Haz conmigo lo que quieras', de Ramón de España; 'Excuses!', de Joel Joan, y 'Soy un pelele', de Hernán Migoya) y series de televisión. Una de sus últimas apariciones fue como funcionario franquista en 'El Ministerio del Tiempo'.

Perico irredento, vecino del Raval y asiduo del Club Natació Barcelona, donde alternaba los baños de sol y el juego del 'takatà', Flavià deja, como su amigo Rubianes, un nutrido colectivo de 'viudas'. Algunos de ellos salen citados en este artículo. La despedida tendrá lugar el lunes, poco antes del mediodía, en el Tanatorio de Sancho de Ávila de Barcelona.