EL ANFITEATRO

El milagro anual de los Proms de Londres

De Falla, Lalo, Saint-Säens, Mahler y Schönberg en tres días

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Rosa Massagué

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Los Proms, los ‘promenade concerts’ de Londres que organiza cada año la BBC, son una especie de milagro musical. Con una historia que se remonta a 1895, año en que el director Sir Henry Wood tuvo la idea de acercar la música a las clases más populares y dar espacio a nuevas creaciones junto a las clásicas ya consagradas, esta singular iniciativa consigue reunir a todo lo mejor y más famoso del firmamento musical.

Un mismo concierto puede incluir a tres grandes figuras como la mesosoprano Stéphanie d’Oustrac, el violinista Joshua Bell y el organista Cameron Carpenter, junto a la Royal Philharmonic Orchestra dirigida por el veterano Charles Dutoit el pasado día 17. Y a la mañana siguiente ofrecer una de las sinfonías más masivas de Gustav Mahler, como es la número 2, ‘Resurrección’, con la orquesta de la BBC, y 24 horas después presentar la enormidad de la partitura de Arnold Schönberg, ‘Gurrelieder’, con la Orquesta sinfónica de Londres (LSO), tres coros, entre ellos el Orfeó Català, y unos solistas encabezados por Simon O’Neill y Eva-Maria Westbroek bajo la dirección de Simon Rattle. Y así hasta 80 conciertos en 70 días.

Sin embargo, el milagro mayor es el de llenar prácticamente siempre el aforo de un espacio con capacidad para más de 6.000 personas como es el enorme auditorio decimonónico del Royal Albert Hall de la capital británica y poder hacerlo con localidades cuyos precios van desde las 6 libras esterlinas (6,54 euros) para las entradas de pié en la arena, las que justifican el título de ‘promenade’, de paseo, a las 100 (110 euros) de los mejores palcos.  

Falla, Lalo y Saint-Säens 

Los solistas del programa del día 17 se desenvolvieron con distinta fortuna. La cantante francesa, que pocas semanas antes había sido una brillante Carmen en el Festival d’Aix en Provence, interpretaba también un papel de gitana, el de Candela, en ‘El amor brujo’, de Manuel de Falla. Sus intervenciones, en algunos momentos casi inaudibles, fueron de compromiso, con una orquesta que padeció la peculiar acústica de la sala en detrimento del entramado popular e impresionista del compositor gaditano.

Mucho mejor resultó la ‘Symphonie espagnole’, de Eduard Lalo, con Bell luciendo su gran técnica y virtuosismo en una obra que el compositor había dedicado a Pablo Sarasate y de la que se interpretaron los cinco movimientos originales. Como bis, solista y orquesta ofrecieron uno de los clásicos más populares para esta combinación, el ‘intermezzo’ sinfónico ‘Méditation’ de la ópera ‘Thaïs’, de Jules Massenet.

El plato fuerte de aquel concierto era la ‘Sinfonía nº 3, con órgano’, de Camille Saint-Saëns. Dutoit es uno de los grandes intérpretes de música francesa desde que se dedicara a poner de relieve aquel repertorio en sus conciertos y sobre todo, en sus grabaciones, durante los 25 años que estuvo al frente de la Orquesta Sinfónica de Montreal.

La majestuosa sinfonía de Saint-Säens es una las obras que se adapta muy bien a la acústica del Royal Albert Hall inaugurado en 1871, 15 años antes del estreno de esta pieza, en un momento en que la grandiosidad musical era norma. Aquí la grandiosidad va creciendo hasta llegar al clímax del último movimiento en el que el órgano envuelve a todos los participantes, músicos, cantantes y solistas. Carpenter sacó toda la belleza del gran órgano de aquel auditorio.

‘Resurrección’

También la segunda sinfonía de Mahler, ‘Resurrección’, es una obra que se adapta bien a las características del Royal Albert Hall, con una gran orquesta, la de la BBC, el coro de dicha formación sinfónica además del Bach Choir, la soprano Elizabeth Watts y la mezzosoprano Elizabeth Kulmann, todos ellos bajo la batuta de Sakari Oramo.

La sinfonía es un desarrollo del poema sinfónica ‘Ritos fúnebres’ y su interpretación en los Proms estaba dedicada a Jiri Belohlávek, fallecido el pasado 31 de mayo, que había sido director titular de dicha orquesta de la BBC. Sin embargo, interpretada al día siguiente del atentado terrorista de Barcelona adquiría su sentido más pleno ya desde el primer movimiento, con su marcha fúnebre inicial y las referencias al ‘Dies Irae’.   

El director finlandés llevó a orquesta, coros y solistas por aquellos caminos fúnebres para pasar a los paisajes alpinos más bucólicos y volver al dolor de la muerte y a la esperanza de la resurrección con gran firmeza en el largo movimiento final. Resultaron de impacto las apariciones de metales y percusión fuera de escena así como la breve intervención del órgano y de la masa coral.

Desde la fundación de los Proms en 1895 son varios miles los conciertos ofrecidos al gran público. Que sean muchos más.