estreno en la capital catalana

Meg Stuart ofrece una panorámica de su convulsa danza en el Mercat

La coreógrafa de EEUU afincada en Europa se presenta por primera vez en Barcelona con tres propuestas

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Marta Cervera

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"Me interesan todos los gestos. No solo los más técnicos propios de los más diferentes estilos de danza, también los gestos cotidianos. El baile es transformación", afirma Meg Stuart (Nueva Orleans, 1965), interesante coreógrafa y bailarina norteamericana establecida en Berlín a pesar de que su compañía Damaged Goods tenga la sede en Bélgica. No había venido nunca antes a actuar a Barcelona, por eso Àngels Margarit, directora del Mercat de les Flors, la ha invitado a ofrecer una panorámica de su trabajo. 

El miércoles y el jueves ofrecerá una selección de solos que abarca desde 'XXX for Arlene and Colleagues' (1995) hasta 'Atari' (2018), una improvisación surgida de la performance 'Sketches / Notebook' (2013) con música en directo de Brendan Dougherty. Él también participa en 'Blanket Lady' (2012), un solo que evidencia la extensa colaboración de Stuart con videoartistas y gente del mundo teatral.

Completa el programa 'All songs have been exhausted' (2013), una pieza incluida en 'Hunter' (2014) donde juega con identidades múltiples posibles. "Es una manera de ir dibujando y borrando hasta llegar a la danza más simple y poética", resume la creadora cuya carrera fue premiada con el León de Oro en la última Bienal de Danza de Venecia.

La película 'Before we go', de Jorge León (8 de noviembre), permitirá observar de cerca su proceso creativo a través de una pieza muy personal sobre la muerte. Y de viernes a domingo, el público podrá disfrutar de 'VIOLET', una pieza para cinco bailarines -Marcio Kerber Canabarro, Mor Demer, Renan Martins de Oliveira, Kotomi Nishiwaki y Roger Sala Reyner- que la crítica ha descrito como "un viaje psicodélico" y también como "un tsunami", donde vuelve a contar con música en directo de Dougherty.

"El motor de esta obra es el movimiento en sí con cinco bailarines que trabajan de manera individual patrones muy complejos, movimientos impregnados de urgencia", dice la coreógrafa. Data del 2011 pero se mantiene muy fresca. "'VIOLET' es seguramente mi pieza más abstracta. En ella exploro la fuerza de la naturaleza con artistas que bailan simultáneamente pero de forma diferente cada uno". La primera parte consta de movimientos muy convulsos, dinámicos y repetitivos, seña de identidad de un estilo de danza que huye del virtuosismo para cuestionar el propio cuerpo y mostrar su vulnerabilidad. "Me gusta focalizar las emociones en determinadas partes del cuerpo pero a medida que bailas y ensayas unos movimientos estos van cambiando y las ideas que tenías al principio se van desdibujando. Todo cambia".

Bailarines implicados

Amante de la improvisación y la participación activa de los bailarines en los procesos creativos, Stuart busca desarrollar nuevos lenguajes en cada pieza, algo que requiere mucha complicidad. "Busco al bailarín adecuado para cada proyecto y eso requiere tiempo. Quiero gente con una personalidad fuerte pero a la vez abierta a la experimentación porque el proceso creativo es lo que más me interesa. No me sirven quienes buscan soluciones fáciles sino personas que se implican a fondo. Gente que más allá del trabajo en el estudio amplía sus miras fuera de él con clases, lecturas y otras actividades".

A Stuart, que abandonó Nueva York a principios de los 90 para establecerse en Europa, le preocupa lo que está ocurriendo en su país. "La mayoría de artistas estadounidenses que conozco están frustrados y desesperados", confiesa. "Es trágico tener a Trump, también lo ocurrido en Brasil". La pérdida de referentes de la danza norteamericanos tras la muerte de maestros como Trisha Brown y Merce Cunningham tampoco ayuda. "Me sorprende no ver más trabajos de artistas de EEUU en Europa. Veremos qué pasa ahora que temas como el racismo están teniendo impacto en las artes escenográficas".