SALÓN DEL CÓMIC

Historietas de feminismo

Mary y Bryan Talbot, el viernes en el Salón del cómic. A la derecha varias de sus obras; en la silueta, el protagonista de 'Grandville'.

Mary y Bryan Talbot, el viernes en el Salón del cómic. A la derecha varias de sus obras; en la silueta, el protagonista de 'Grandville'.

ANNA ABELLA

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Hubo un día en que en la Inglaterra victoriana los hombres opinaban que el único trabajo de las mujeres era traer hijos al mundo. Y hubo mujeres que a inicios del siglo XX dieron su vida por erradicar esos prejuicios que les impedían votar o tener una paga igualitaria. Y fueron encarceladas, y cuando hicieron huelga de hambre se las sometió a alimentación forzosa con un tubo por la garganta en una tortura que a más de una le desgarró el esófago. «Hay que seguir explicando su historia porque las nuevas generaciones saben muy poco del movimiento sufragista y aunque hoy en Europa se ha logrado la igualdad, es solo a nivel jurídico, hay mucho camino por recorrer. Por no hablar de otras partes del mundo, donde son víctimas de explotación y abusos solo por ser mujeres», opina Mary Talbot (Wigan, 1954), artífice del guion de Sally Heathcote. Sufragista (La Cúpula), sentada en el Salón del cómic junto a su marido, que se ha encargado del dibujo junto con Kate Charlesworth.

Él es Bryan Talbot (Wigan, 1952), respetado y premiado maestro del cómic británico con obras tan distintas entre sí como El cuento de una rata mala El cuento de una rata mala-un clásico sobre abusos a menores-, su deconstrucción de Lewis Carroll, Alicia en Sunderland, o las cuatro aventuras -la quinta está a punto y será «más oscura»- de la aclamada ucronía retrofuturista Grandville(Astiberri): «una historia de detectives fantástica», protagonizada por animales humanoides en una tecnificada sociedad victoriana donde los humanos -carapanes- son una raza inferior y marginada.

Antes de Sufragista la pareja ya formó tándem creativo en La niña de sus ojos La niña de sus ojos(La Cúpula), relato que enlaza la juventud de la autora con la de la hija de Joyce. «Fue Bryan quien me sugirió hacer una autobiografía que él ilustraría sobre la relación con mi padre -puntualiza Mary, catedrática jubilada de Género y Lenguaje-. Me daba cierta verguënza pero como mi padre era experto en Joyce me informé sobre la trágica vida de su hija. Me absorbió, me alucinó y me dejó devastada. Permitía ver cómo crecía una niña en el siglo XX, no era libre sino que estaba atada y encorsetada por las convenciones de la burguesía. Era una bailarina con mucho talento pero pasó la mayor parte de su vida adulta en un psiquiátrico».

DERECHO A VOTO

«Confórmate. A una mujer le basta con saber llevar una sombrilla con elegancia», le dice en el libro Joyce a su hija sobre la danza. Signo de los tiempos que refleja la histórica Sally Heathcote. Sufragista«Admiro el compromiso con su causa de esas mujeres que se implicaron para lograr esos cambios sociales -sigue Mary-. Se las ignoró durante años y no se las tomó en serio hasta que usaron tácticas de militantes, como incendiar buzones, escribir eslóganes en el suelo, tirar piedras... En Inglaterra no se logró el derecho a voto hasta 1928 y eso no significó que tuvieran el mismo salario, mismos derechos que sucesión o igual acceso al divorcio que los hombres».

Un discreto Bryan, que parece querer brindar todo el protagonismo a su esposa, habla sobre Grandville. «Mi detective es un poco Sherlock Holmes y un poco Tarantino, tiene las habilidades del primero pero es una criatura muy feroz y salvaje», explica sobre el inspector LeBrock, un tejón que vive una historia de amor con una bella prostituta. «Trato el tema del racismo (hay un primer ministro llamado Jean-Marie Lapin, que suena como Le Pen), del fascismo, la limpieza étnica y las sectas religiosas. Investigué mucho sobre los métodos de la Cienciología y otras para atraer a la gente, mantenerla aislada de sus familias y adoctrinarlas». Ahora ilustra un nuevo libro de Mary. «Solo queremos avanzar que hablará de un personaje femenino muy, muy potente». Se aceptan apuestas.