HISTORIA VIVA DE LA MÚSICA POP

Martha Reeves, bailando en la calle para cambiar el mundo

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RAFAEL TAPOUNET

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A mediados de los años 60, el sello discográfico Motown no solo era una solvente academia de estrellas pop y una imbatible factoría de 'hits', sino que se había convertido en una institución cultural de primer orden cuya influencia desbordaba el ámbito musical y dejaba su huella en terrenos como la moda y la política. Quimérico espejismo de un país vibrante asentado en valores como el trabajo en equipo, la juventud y la integración racial, la imagen que ofrecía la compañía fundada en Detroit por Berry Gordy era la encarnación misma del sueño de Martin Luther King (que, por cierto, fue artista de la casa) sin dejar de ser un modelo de éxito empresarial. 'El sonido de la joven América', rezaba su lema.

Hoy, cuando han transcurrido 55 años desde su ingreso en la escudería Motown, Martha Reeves, voz solista de Martha & The Vandellas, sigue pensando que aquella frase encerraba mucho más que una simple estrategia publicitaria. "Éramos verdaderamente el sonido de la joven América. Y estoy convencida de que nuestra música ayudó a cambiar el mundo. Lo creo de verdad. Podía sentirlo cuando actuábamos en el sur, en lugares donde teníamos prohibido sentarnos en la barra de los restaurantes o emplear los baños de los blancos y donde el público estaba separado por razas. Salíamos al escenario y la gente saltaba las barreras y se mezclaba. Todos juntos, blancos y negros, bailando nuestras canciones".

¡Ah, las canciones!

Como recuerda Bob Stanley en su monumental repaso a la historia del pop 'Yeah! Yeah! Yeah!', "eran tantos los compositores que competían en Motown […] y tanta la música de calidad que se producía a la semana que aún hoy siguen apareciendo grabaciones inéditas, discos repletos de temas asombrosos'. Y cita el caso de 'Jimmy Mack', de Martha & The Vandellas, uno de los sencillos de referencia del sello, que "pasó más de dos años muerto de risa en una estantería hasta que, en 1966, Berry Gordy lo redescubrió mientras rebuscaba entre cintas antiguas y, cosa comprensible, puso el grito en el cielo".

'Jimmy Mack', una carta de amor y apremio dirigida a un novio ausente cuya letra cobró insospechada resonancia en los días de las protestas contra la guerra de Vietnam, fue el último 'single' del trío que logró colarse en el Top 10. Para entonces, Gordy ya había apostado por los Four Tops y The Supremes como los mascarones de proa de la compañía y había puesto a los mejores equipos de composición y producción a su servicio. La relación sentimental que el jefe mantenía con Diana Ross influyó sin duda en su decisión, pero Martha Reeves niega haberse sentido agraviada. "Diana y yo nunca fuimos rivales. The Supremes estaban en Motown antes que nosotras, pero les costó más tiempo conseguir un éxito. Cuando lo lograron [con 'Where did our love go'], tuvieron cinco números uno seguidos. Eran buenas. Pero nosotras también".

Marta Reeves

Entre 1962 y 1965, Martha & The Vandellas fueron, junto a los Miracles de Smokey Robinson y los Temptations, las figuras más prominentes del sello. Equipadas con las canciones que despachaba el trío maravillas formado por Lamont Dozier, Brian y Eddie Holland, contribuyeron a definir el sonido Motown tendiendo un puente entre la espiritualidad y la crudeza de sus raíces góspel y la inmediatez y el colorido del pop. "Aprendí a cantar en el coro de la iglesia y esa influencia siempre ha estado presente. Me gusta mezclar mi voz con otras y transmitir sentimientos reales".  

El blues de la telefonista

Reeves ya había cambiado las iglesias por los clubs de blues de Detroit cuando un cazatalentos de la Motown llamado Mickey Stevenson la oyó cantar y le dijo que se pasara por la discográfica, cosa que ella hizo a la mañana siguiente. Pero ese día no había audiciones, y Stevenson, ocupado en escribir una canción para un joven intérprete llamado Marvin Gaye, le pidió que atendiera el teléfono mientras esperaba. "Estuve tres horas respondiendo llamadas y apuntando mensajes. Cuando Mickey volvió, me convertí en la primera secretaria del departamento de Artistas y Repertorio de Motown".

Nueve meses duró en el nuevo empleo. "Trabajaba de nueve de la mañana a nueve de la noche siete días a la semana. Cuando no estaba en mi mesa escribiendo a máquina o respondiendo al teléfono, ponía la voz en sesiones de prueba para desarrollar las canciones que luego grababan otros artistas. Un día Berry Gordy oyó una de esas grabaciones, preguntó quién era la cantante y decidió darme una oportunidad. ¡Bendito seas, B.G.!".

Martha Reeves, Rosalind Ashford y Annette Beard, bautizadas como The Vandellas en homenaje a la cantante Della Reese, no iban a dejar pasar ese tren. Consiguieron entrar en las listas ya con su segundo sencillo, 'Come and get these memories', y adquirieron estatus de superventas con el tercero, el arrebatador '(Love is like a) Heat Wave'. Siguieron produciendo números exitosos y consistentes ('Quicksand', 'In my lonely room'...) hasta que en 1964 tocaron el cielo con una composición de Marvin Gaye, 'Dancing in the Street', acaso el himno oficioso de la Motown. Una hedonista invitación al baile, que en unos años marcados por los disturbios raciales y las manifestaciones en defensa de los derechos civiles, fue interpretada como una llamada a la revuelta callejera. "La letra transmitía un mensaje de libertad y júbilo –apunta Reeves-, ¡pero solo hablaba de bailar!".

El próximo sábado, de la mano del Black Music Festival, todas esas canciones imperecederas y muchas otras ('Nowhere to run', 'My baby loves me', 'I’m ready for love'...) sonarán en el Auditori de Girona en la voz de la propia Martha Reeves y una versión refundada de las Vandellas. Historia viva de la mejor música pop.