Marina Rossell, el horror y la belleza
La trovadora desplegó sus sensibles, inquietantes, `Cançons de la resistència¿ en el teatro Joventut, dentro de Barnasants
Jordi Bianciotto
Periodista
JORDI BIANCIOTTO / L'HOSPITALET DE LLOBREGAT
Marina Rossell acudió al teatro Joventut, de L’Hospitalet, cargando el peso de la historia, un equipaje que presenta heridas que vienen de lejos y que la cantautora mostró apelando a la resiliencia, a nuestra capacidad de sobreponernos a las perturbaciones emocionales. De eso van sus ‘Cançons de la resistència’, una depuración de sentidos cantos de guerra, exterminio y revolución.
La trovadora del Penedès dispuso un diseño sonoro expresivo con pocos ingredientes, protegiendo las melodías, delineadas con esbeltez, sobre un fondo de tendencia expresionista, realzando los ángulos. El piano de Xavi Lloses la sustentó desde la primera pieza, ‘Lili Marleen’, mientras Núria Andorrà acariciaba los timbales, más adelante golpeados con vigor en los desarrollos de piezas como ‘Grândola, vila Morena’, el himno de la revolución de los claveles, en ‘crescendos’ reforzados por el contrabajo de Joan Motera.
CITAS A MOUSTAKI
Ese lenguaje de trío, asociado a la voz de Rossell, que vive días frondosos, estableció un equilibrio entre belleza e inquietud, por no decir terror, dadas las sombras que planeaban sobre ‘Paisatge de l’Ebre’ (Teresa Rebull) o, en el tramo final, ‘Morir a Ravensbrück’ (letra de Montserrat Roig) y ‘Wiegala’, canciones que avanzaron como espectros, insinuando cuales son los límites de la noción de humanidad. Tinieblas que la cantautora quiso disipar, a medio recital, evocando a su querido amigo Georges Moustaki.
Fue acertado restar un poco de gravedad a la noche a través de los relieves acogedores de ‘Si ara canto, és per tu’ o ‘Ma llibertat’, a las que sumó ‘Queda’t de mi alguna cosa’, de su disco ‘Entre línies’ (1997). Era noche de cumpleaños para Lloses y Rossell le felicitó expresándole un deseo que tuvo aires imperativos: que haga el favor de adaptar composiciones del sardanista Juli Garreta. “’L’has de reivindicar!’”. ¡A sus órdenes!
El repertorio de resistencia culminó con una pieza nueva de melancólico poso, ‘Quanta guerra!’, y un ‘Bella ciao’ de aire marcial. La cantautora no es cautiva de sus viejos éxitos, y no volaron las ‘gavines’ por el Joventut, pero sí puso una vela para la ‘Mare de Déu del món’ antes de volver a Moustaki (‘El metec’) y poner el foco final en los ‘Clàssics catalans…’ (2007) con ‘Llevantina’ y ‘Per tu ploro’. Aflojando la cuerda, convirtiendo la angustia en dulce añoranza.
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