La gramática del ADN

Manel Esteller.

Manel Esteller. / ÁLVARO MONGE

ERNEST ALÓS / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Entre los últimos libros de divulgación genética uno de ellos lleva como título 'El ADN dictador'. Exactamente de lo contrario es de lo que trata el médico e investigador en el campo de la epigenética Manel Esteller (Sant Boi de Llobregat, 1968) en su libro 'No soy mi ADN' (RBA). "Sí, el ADN sería algo más democrático. Quizá un déspota ilustrado. El material genético que viene de nuestro padre y nuestra madre y nos da una tendencia a ser de una manera y a desarrollar determinadas enfermedades. Pero enfermedades altamente hereditarias debidas a una mutación del ADN son quizá el 10% de las enfermedades humanas. El 90% son el ambiente y los hábitos tóxicos. El ADN son unas cartas que nos dan y ganaremos o perderemos según cómo las juguemos", expone.

Y la epigenética podría llegar a ser, quizá, una deuda de juego que puede llegar a ser heredable. El estudio de la información que se puede transmitir sin que esté codificiada en la secuencia del ADN, expresada en cambio en "marcas químicas que controlan la actividad del genoma". "Es una galaxia científica, demostrada, que afirma que hay determinados caracteres adquiridos que se pueden heredar si afectan células germinales. La herencia epigenética dura tres generaciones y se mantiene solo si ofrece una ventaja adaptativa. Somos lo que comemos pero somos también lo que comieron los padres y los abuelos", prosigue Esteller.

El médico encabeza uno de sus capítulos con la historia del «invierno del hambre», la hambruna que afectó a una región de Holanda al final de la guerra mundial y que causó «un cambio dietético que provocó un cambio químico que afectó a un gen que tiene que ver con la obesidad y la diabetes e hizo adaptar a las personas embarazadas a una nueva circunstancia". Y esa adaptación se transmitió a sus hijos.

 “No se pueden hacer éticamente experimentos con humanos, pero la historia los hace”, comenta el investigador.Si miramos hacia atrás en la historia de la medicina, dice Esteller, veremos que las cosas han cambiado muy deprisa, hasta el punto de que hace solo 15 años que la genética se integró como disciplina en los estudios de Medicina: “Antes un buen médico era el cirujano que operaba más rápido. Ahora quizás es el que conoce íntimamente que está pasando con esa enfermedad, quiero decir a nivel molecular, a nivel genético, a nivel epigenético, a nivel celular; es el que dará un tratamiento más personalizado a una persona”.

La gran hambruna holandesa fue un hito en el replanteamiento de algunas ideas arraigadas. También es uno de los elementos narrativos que guían la lectura del libro para el lector no especializado. "Una de las gracias del libro es que empiezo siempre con una historia basada en un hecho real. La historia es un concepto cercano tanto a la literatura y a la ciencia. Y después viene la explicación científica de qué significa esa historia". No en vano, la expresión historia clínica forma parte del vocabulario médico. "Que el médico tenga tiempo para escribir sus casos clínicos es importante porque relaciona la medicina con el día a día de la gente, de enfermos concretos", reconoce.

Poniéndonos metafóricos, dice Esteller, "el abecedario es el ADN, la genética, y la gramática es la epigenética". Podemos mantenernos en un nivel didáctico básico, pero dar un paso más. «El ADN puede tener interruptores: en un genoma con 6.000 millones de piezas hay unos 28 millones de interruptores, que activan o inactivan; un grupo químico que se añade a una base del ADN y convierte una citosina en una metilcitosina, por ejemplo. Aunque hay otros mecanismos, este es el más sencillo».

EVOLUCIÓN EN MARCHA

Somos iguales en un 99,5% respecto al chimpancé, pero solo en un 90% en la epigenética, recuerda el profesor de genética en la Universitat de Barcelona: "El chimpancé tiene activado un gen que regula miles de receptores del olor y nosotros lo tenemos desactivado porque no lo necesitamos. Pero la evolución se guarda esa carta. La genética cambia más lentamente, no queremos cambiar nuestros genes tan rápidamente, pero a veces se requieren adaptaciones más rápidas". Y, vaticina, seguirán. "No es cierto que la evolución se haya detenido. Habrá una adaptación a la nueva vida en red, y los que se adapten mejor serán los que triunfarán”. 

El subtítulo del libro publicado por RBA es 'El origen de las enfermedades y cómo prevenirlas'. Quizá el contenido sea un poco más general de lo que esto, pero es cierto que es en este aspecto, y en particular el campo de la oncología, donde Esteller pone el acento. En el libro lanza otra idea arriesgada: todas las enfermedades humanas tienen un componente epigenético. “Sí, el cáncer en la punta del iceberg, pero sabemos que demencias son alteraciones epigenéticas, también hay una desregulación epigenética del genoma en las enfermedades autoinmunes; a veces es un componente más o menos importante, pero ninguna se escapa.  Por suerte, por investigación mejor dicho, el 60% de los tumores los podemos curar. Muchas enfermedades neurológicas no se pueden curar. Es la próxima frontera biológica".

{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"107.000 millones de primos hermanos","text":"El divulgador cient\u00edfico con formaci\u00f3n como genetista\u00a0Adam Rutherford\u00a0expone tambi\u00e9n su propia visi\u00f3n de la historia de la gen\u00e9tica en otro novedad editorial de las \u00faltimas semanas,\u00a0'Breve historia de todos los que han vivido' (Pasado & Presente). Esos todos son los 107.000 millones de seres humanos que, calcula, han vivido sobre la faz de la Tierra, todos ellos \u00abprimos cercanos\u00bb. Adem\u00e1s de repasar los grandes hitos de la disciplina, Rutherford se centra en su relaci\u00f3n con la evoluci\u00f3n humana. Por cierto, en la pol\u00e9mica sobre la epigen\u00e9tica, milita en el campo esc\u00e9ptico."}}