EL PLAN CULTURAL PARA HOY

Los secretos mejor guardados de Mickey y sus amigos

La exposición 'Disney: el arte de contar historias' muestra el proceso de creación de sus filmes

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Eduardo de Vicente

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Rodar una película de dibujos animados es un proyecto mucho más complejo de lo que podría parecer. Ahora el ordenador ha puesto las cosas más sencillas a los creadores, pero hace un par de décadas era un esfuerzo titánico en el que se debía fotografiar cada imagen una por una. Quien sabe mucho de eso es la factoría Disney, que ha edificado su imperio sobre el ratón Mickey y sus amigos. Parte de su historia se cuenta en la exposición Disney: el arte de contar historias, que puede verse en CaixaForum hasta el 24 de junio.

Esta muestra se divide en cinco grandes ejes temáticos: los mitos, las fábulas, las leyendas, los cuentos de pioneros norteamericanos y los cuentos de hadas. Lo que veremos es, en su mayor parte, más de un centenar de grabados originales, bocetos, storyboards (guiones gráficos) y desarrollo de personajes. Es decir, se trata de las pruebas que se efectúan en la pre-producción para empezar a diseñar el esqueleto de la futura película.

Paralelamente, se proyectan en las pantallas cortometrajes relacionados con estos temas como El sastrecillo valiente, Los tres cerditos o fragmentos de largos como Robin Hood o Frozen. El más interesante es un reportaje de ocho minutos en blanco y negro titulado Cómo se hacen los dibujos animados. Data de 1938 y vendría a ser una especie de primitivo making off  (cómo se hizo) de su primer largometraje animado, Blancanieves y los siete enanitos. En el mismo se explica el proceso de creación del filme y tiene momentos estelares como los divertidos trucos para elaborar los efectos de sonido, descubrir que los animadores tenían siempre un espejo para poder fijarse en sus propias expresiones faciales y trasladarlas al personaje o ver imágenes del preestreno en Hollywood al que asistieron estrellas de la época como la estrella infantil Shirley Temple o Marlene Dietrich.

Dispone de un espacio para que los niños puedan leer o escuchar cuentos y un teatro de títeres para que puedan practicar con las marionetas, pero quizás para ellos es una exposición algo arqueológica y escasamente interactiva que en una hora, poco más o menos, ya está vista. Más alicientes tiene para los mayores y los nostálgicos que también pueden asistir a las visitas comentadas y conocer más detalles. Es conveniente reservar previamente esta opción.

También es recomendable guardar algo de tiempo para visitar la tienda en la que, además de objetos de pasados y futuros eventos, se pueden adquirir algunos productos relacionados con Disney como imanes o camisetas con los carteles de la exposición, bolígrafos o cuadernos con motivos de dibujos o un juego de piezas para construir un Mickey o un Donald. El principal peligro radica en que los peques se encaprichen de los regalos más caros o no se decidan y acabemos pasando más tiempo allí que en el pequeño museo.