CANCIONERO DE LUTO

Los Hermanos Cubero y las "partes malas" de la vida

El dúo barcelonés con raíces en la Alcarria presenta en el CAT su cuarto disco, 'Quique dibuja la tristeza', marcado por la muerte de la mujer de uno de sus integrantes, Enrique Cubero

Los Hermanos Cubero, en una imagen promocional

Los Hermanos Cubero, en una imagen promocional

Jordi Bianciotto

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La música acústica de Los Hermanos Cubero, alimentada de folclore castellano y de la tradición del country y el bluegrass, se ha visto envuelta por una capa de duelo a raíz de un hecho preciso y doloroso, la muerte, a causa de un cáncer, de Olga, la mujer de uno de sus dos timoneles, el cantante y guitarrista Enrique Ruiz Cubero. A su memoria y a los sueños truncados de la pareja están dedicadas las canciones del cuarto disco de los hermanos, ‘Quique dibuja la tristeza’, que presentarán este sábado en el Centre Artesà Tradicionàrius (21.00 horas).

Una obra que toca un tabú social, la muerte, al que, como apunta Roberto Ruiz Cubero, hermano pequeño de Enrique, podemos añadir otro: la exhibición de “las partes malas” de nuestras vidas. “Ahora, con las redes sociales, todo el mundo enseña las buenas: me voy de vacaciones, estoy comiendo en tal restaurante… Y está bien hacer fotos de los momentos tristes, que forman parte de la vida cada uno”, reflexiona el mandolinista y cantante, que esta vez se ha retirado como autor y ha dejado que sean las composiciones de Enrique las que den forma al conjunto de la obra.

Escribir para ordenar ideas

En realidad, estas canciones surgieron, dice, sin pensar en un objeto discográfico. Cuando ocurrió la tragedia, Enrique “se puso a escribir por escribir”, quizá “para ordenar sus ideas, como terapia”. Al escucharlas Roberto, vio su potencial como material ‘cubero’. “Él no estaba seguro de publicarlas porque son canciones muy personales e íntimas, pero le convencí”, revela. Sin saber muy bien por qué, ha salido un trabajo “más Americana” que los anteriores. “Un disco atípico nuestro, pero reconocible”.

Sí, porque aunque Enrique cante estrofas desoladoras en canciones como ‘No nos despedimos’ o ‘Qué haré el resto de mi vida’, la naturaleza instrumental y vocal de los hermanos transforma el drama en una sobrecogedora melancolía. Esos acordes mayores, portadores de luz. “Es una herramienta de la música americana: canciones de tonos mayores que te permiten usar escalas menores, las ‘blue notes’, y que producen ese contraste”, indica Roberto, que ve el disco como “demoledor” pero “con un poso no sé si llamarlo de esperanza o simplemente no amargo”. Lo han podido constatar en los conciertos, donde “ves que la gente llora por toda esa carga emotiva, y al mismo tiempo les llega una sensación reconfortante”.

Hijos de La Musgaña

Los Cubero nacieron en la Alcarria, y a los 18 años (Roberto) y 21 (Enrique) se asentaron en Barcelona portando su tradición musical castellana, reanimada por grupos contemporáneos como La Musgaña. “Si no fuera por ellos, nosotros no haríamos música tradicional. O no, de la manera que lo hacemos”, sentencia Roberto, que añade como influencias a nombres de una quinta anterior como Nuevo Mester de Juglaría o Joaquín Díaz.

En paralelo, como niños de los años 80, les llegó el country ‘mainstream’ (“en aquella época estaba en todas partes, en series como ‘El equipo A’ o ‘El coche fantástico”), y siguiendo el hilo llegaron a figuras renovadoras como la cantautora de culto Gillian Welch. “La manera que tanto ella como David Rawlings cogieron sus temáticas más tradicionales y las llevaron al mundo actual fue revolucionaria. Hacían algo nuevo con herramientas viejas. Hicimos un ‘click’. ¿Si ellos lo hacen, por qué no podemos hacerlo nosotros con lo nuestro?”.

Y así, Los Hermanos Cubero, que en directo llegan a ser cuatro (con contrabajo y violín), son ese grupo capaz de tocar tanto en el CAT como en el Primavera Sound. Y en Barnasants. “Y en el Cameros Blues Festival, de La Rioja, y en el museo Thyssen de Madrid…”, añade Roberto, feliz de que las nuevas tecnologías, el ‘streaming’ en particular, hayan hecho posible que “hoy existan menos prejuicios con los géneros que en otros tiempos, ya que todo el mundo puede escuchar fácilmente todo tipo de música”.

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