PREGUNTAS FRECUENTES

¿Por qué es tan bueno Santigo Lorenzo?

'Los asquerosos' es una de las mejores novelas que vas a leer este año, afirma Kiko Amat en esta autoentrevista didáctica

El escritor Santiago Lorenzo

El escritor Santiago Lorenzo / periodico

Kiko Amat

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¿Qué es?

Una novela. De las mejores que vas a leer este año.

Por el título pensaba que sería un directorio de agresores sexuales españoles, o algo parecido. ¿De qué va?

Pues va de un fulano, Manuel, que acuchilla (en defensa propia) a un antidisturbios. A resultas de ello, huye de Madrid y se refugia en un pueblo fantasma de la estepa española. Allí sobrevive a base de plantas crudas, agua de la fuente, libros Austral que halla en un desván y compra básica del Lidl que le envía su tío. En ese “falansterio de un solo nota”, Manuel va adecentando su humilde choza y tiene la revelación de que es feliz. Por primera vez en la vida.

Suena un poco a 'Robinson Crusoe'.

Bingo. Si pretendiese hacerme el listo, cosa que estoy a punto de hacer, diría que es una mezcla de 'Robinson Crusoe' y 'Walden o la vida en los bosques', aunque sin la turra poética que nos endiña Thoreau cada vez que topa con una margarita. También tiene algo de hagiografía de eremita cristiano, como la historia de Pablo el Ermitaño contada por San Jerónimo. Y el anhelo ingobernable de fuga de los autores norteamericanos. Solo que Lorenzo es mejor que Kerouac.

¿Tan bueno es?

Es bueno y suyo. En 'Los asquerosos' un narrador semianónimo cuenta la historia de un tercero. ¡Sin diálogos! Uno no sabe si es antiguo o, por el contrario, se ha ido tan hacia atrás que le ha dado la vuelta al reloj y ahora es el más moderno. En todo caso, es inimitable. Escribe como un Jardiel profundo, sin 'carrinclonades'. A mí me hace pensar en García Pavón. Como él, Lorenzo no para de inventar neologismos coruscantes y binomios inolvidables.

No será uno de esos autores afrancesados que no paran de “jugar con el lenguaje”.

Puaf. Ni hablar. Lo importante es la historia. Y las ideas que surgen de ella: el deseo de estar solo; el rechazo a la tecnofilia; el “ameno esparcimiento” en el “cultivo intensivo de sus patochadas”; el gozo del ascetismo (su “parquedad gozosa”, “su poquedad desaforada y cabalgante”, “una austeridad fiera en la que chapoteaba con cada vez mayor deleite”); el “embobamiento deliberado” en cosas prácticas y aficiones íntimas, de las que van “para adentro, como las buenas”.

No será un libro de autoayuda…

En absoluto. 'Los asquerosos' está repleto de ira justiciera. La llegada a la aldea de unos nuevos ricos urbanitas es la excusa para que Lorenzo se arranque con un sinfín de diatribas geniales contra aquella patulea de “sopazas”, “desencuadrados” y gazmoños que el autor bautiza como La Mochufa. Una “pila de micos adobados en imbecilicia”, que “más que personas son secuelas”. La demencia airada de Manuel es, para mí, de lo mejor del libro. Me recordó a 'El hombre de mazapán', de JP Donleavy. No podía parar de reír.

Comprendido. Lorenzo es un genio.

No lo sabes bien. Esta es ya su cuarta novela, y las tres anteriores eran igualmente espléndidas.

¿También iban de fugarse al campo y odiar a los “mochufos”?

No. Pero espiritualmente se le parecían. Las novelas de Lorenzo suelen ser fácilmente resumibles en una sola frase: 'Los millones' iba de uno del GRAPO a quien le tocaba la Primitiva y no podía cobrarla porque no tenía el DNI. 'Los huerfanitos' eran tres hermanos que odiaban el teatro, pero no tenían más remedio que ponerse a hacer teatro. Y 'Las ganas' iba de un tío que llevaba tres años sin follar y estaba fatal. De todas ellas, 'Los asquerosos' tiene un viso vivencial más directo (pues Lorenzo vive desde hace algunos años en una aldea perdida de Segovia, gozando -que no sufriendo- las mismas carestías que su protagonista).

Qué escritor tan extraño.

Gracias a Dios lo es. Y no solo escribe. Lorenzo también fue cineasta ('Mamá es boba', 'Un buen día lo tiene cualquiera'), abrió un taller de escenografía y fabrica maquetas imposibles. Pero no le digas que es un “hombre del renacimiento” o vomitará en tus zapatos. 

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