GALARDÓN

Llucia Ramis gana el Anagrama catalán con 'Les possessions'

La periodista y escritora teje tres historias en torno a la corrupción a muy distintos niveles

La escritora Llucia Ramis, ganadora del Premi Llibres Anagrama

La escritora Llucia Ramis, ganadora del Premi Llibres Anagrama / periodico

Elena Hevia

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Va a ser inevitable que ‘Les possessions’ de la periodista y autora mallorquina instalada en Barcelona Llucia Ramis se lea en clave autobiográfica, porque al igual que en sus anteriores novelas todo está creado a partir del entramado formado por su tiempo, sus vivencias y sus geografías. Así que cuando se le pregunta si en esta historia de mallorquina trasterrada a Barcelona hay clave secretas, ella recoge el consejo de Sergi Pàmies de soltar un rotundo taco frente a la mínima mención de la tan llevada y traída autoficción. Un taco muy gordo. Su ahora editor, Jorge Herralde, le echa una mano explicando que eso, transformar la realidad en ficción, es lo que toda la vida se ha llamado... literatura.

Ramis está exultante este ‘Blue Monday’ (ya saben, el día más triste del año), con la sonrisa permanentemente instalada, dientes, dientes, pero en plan la alegría me sale por las orejas. Su novela ha ganado el Premio Llibres Anagrama de Novel.la en catalán; en castellano aparecerá en Asteroide. Y ambas versiones estarán en marzo en las librerías. Según Pàmies, miembro del jurado, explica que aquí la autora, más ambiciosa que nunca, ha utilizado todos los instrumentos narrativos que ha tenido a su alcance para hablar de la historia de una joven mallorquina que un día decide abandonar la isla para huir del complejo conspirativo en el que se ha instalado su padre, antiguo profesor de instituto, convertido en una suerte de enloquecido Gran Lewoski. “Podríamos decir que es un ‘Grandes éxitos’ de Llucia Ramis -explica Pàmies- porque tiene todos los registros, el periodístico, el lírico, el humorístico que evolucionan y están presentes de todas las maneras posibles”.

El pelotazo criminal

‘Les possessions’, es sabido, son los equivalentes mallorquines de las fincas. Y hay, naturalmente, fincas en la novela pero el título ambivalente le sirve a Ramis para hablar de otras posesiones, siempre frustradas.  Está la historia del padre de la protagonista, ya se ha dicho, que ha perdido la cabeza por un asunto de especulación inmobiliaria en sus tierras. El fracaso de un amigo del abuelo que mató a su familia y acabó suicidándose en el 93 cuando se destapó un chanchullo empresarial –“es curioso porque cuando se desveló aquel asunto se dijo que aquel caso ponía fin al pelotazo en España y, la verdad es que aquello no había hecho más que empezar”.

La tercera historia, la más cercana a la periodista de la ficción es la relación sentimental con un reportero que acaba sucumbiendo a un asunto de corrupción periodística. “A menudo creemos que esas corrupciones que aparecen a diario en los periódicos son cosas que solo tienen que ver con los políticos cuando en la realidad nos están afectando a todos”, valora.

Guineanos y descapotable

Hay una imagen particularmente impactante en el libro y es a la que se enfrenta la protagonista cuando regresa a Mallorca desde Barcelona y encuentra a su padre, extraño total, descamisado, seguido por dos senegales con una cámara que graban todo lo que hace, como por ejemplo, conducir un descapotable nuevo. “Ese hombre va por la vida como si fuera otro y eso me permite hablar de la locura como una forma de posesión que transforma a la gente en alguien distinto”.

‘Les possessions’ también hace referencia a las cosas que tenemos y que anhelamos, ya sean materiales o sentimentales. “Es un libro crítico con la necesidad de querer siempre más y más dinero, algo que a la larga acaba destruyendo muchas familias. Pero también se refiere a las cosas que no podemos asumir como determinados amores que nos planteamos como un intento de posesión y también, claro está, a la posesión infernal de la enfermedad mental”. Ramis se ha atrevido, ha roto el tabú y ha escrito sobre la locura. Considera que hay que escribir sin miedo y publicar con mucho temor. ¿Tiene miedo? Su sonrisa se instala todavía más:  “Bueno, al fin y al cabo todo esto es solo ficción”.