tú y yo somos tres

Lazos amarillos en la Fontana di Trevi

Ferran Monegal

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Éxito en El chiringuito de jugones. Mega, canal minoritario, ha conseguir un 9,4% de cuota de pantalla. Es cifra muy notable. Ese día, por ejemplo, la gran tele pública del Estado, TVE-1, hizo un 9,9%. O sea que el tratamiento que hizo Josep Pedrerol de la derrota del Barça elevó su programa.

¿Y cómo analizó el encuentro, podríamos preguntarnos? Del conjunto de sus opinadores, solo el periodista Quim Domènech estaba desolado. Su tristeza era tan grande que se quedó prácticamente sin habla. Murmuraba, anonadado: «No sé... Se me derrumba todo. Cayó el primer gol. Se veía que iba a caer el segundo. Se veía también que iba a caer el tercero. No lo entiendo, no lo entiendo». Estaba realmente afectado.

En el resto de tertulianos vimos más alegría que aflicción. Pudimos escuchar -y cito textualmente- opiniones del tipo: «Estoy contento de la eliminación del Barça, porque ahora el Barça representa unos valores independentistas que no me gustan (...) El único éxito que le queda al Barça es que el Madrid no gane la Champions».

Y el propio Pedrerol lanzó este discurso mirando a cámara: «En la Fontana di Trevi había gente poniendo lacitos amarillos (...) ¿Dónde estaban las bufandas del Barça, las camisetas del Barça y las banderas del Barça? El objetivo era que el Barça ganase para seguir mostrando lacitos amarillos. Han olvidado que hay aficionados del Barça que siguen siendo solo del Barça. Aficionados de Catalunya y de fuera de Catalunya. ¿Cómo puede ser que los lacitos amarillos nos hayan quitado los colores del Barça?».

Hombre, desconozco lo de la Fontana. No sé si estaba tapizada de amarillo o del color verde olivo de la revolución cubana. Sí que pudimos constatar en cambio, al menos los que vimos la retransmisión por la tele, que el amarillo pasó casi inadvertido. No fue relevante.

Aquí, lo televisivamente resaltable, es que una parte importante de un programa de análisis futbolístico trató casi más de política que de fútbol. Es verdad que política y fútbol, desde hace mucho tiempo, han sido sometidos a un proceso de incrustación forzado e inquietante. Recordemos aquel Real Madrid del caudillismo y de Santiago Bernabéu, pongamos por caso. Hoy el secreto de la tele -siempre discutible- es impulsar, explotar, la fusión emocional. De ahí que el éxito de este Jugones haya sido notable.