Lav Díaz sorprendió a la Berlinale con un sobredimensionado y trágico musical
El director filipino Lav Diaz sorprendió hoy en la Berlinale con uno de sus sobredimensionados filmes de planos fijos y riguroso blanco y negro, sus sellos como cineasta, aplicados esta vez a un musical en el que sigue tejiendo su temática preferida: la violenta y trágica historia de su país.
"Todas mis películas son una misma película", explicó el realizador tras el estreno de "Ang Panahon Ng Halimaw" -"Season of the Devil"-, el filme de cuatro horas de duración con el que aspira a los osos de la Berlinale.
Diaz regresaba así a la competición en Berlín después de haber ganado en 2016 el Premio Alfred Bauer, en memoria del fundador de festival, con "Hele sa Hiwagang Hapis" -"A Lullaby to the Sorrowful Mystery"-, de ocho horas de duración.
En medio de ambas visitas a la capital alemana, obtuvo el León de Oro de Venecia con "The Woman Who Left", también sobre las cuatro horas de duración, por lo que las preguntas en torno a la duración de sus obras forman parte de la rutina en sus estrenos.
"Tengo mi propio sentido del espacio y el tiempo", aseguró Diaz, quien se presentó en la Berlinale con diez miembros de su equipo -entre actores y productores- y comportándose como una gran familia, en la que unos y otros se cedían la palabra, independientemente de a quién se dirigieran las preguntas.
"La historia se repite. Trágicamente", afirmó uno de los actores, Bart Guingona, a una pregunta sobre qué representó el periodo del dictador Ferdinand Marcos y cómo vive ahora el país la presidencia de Rodrigo Duterte.
"Nuestra historia es una larga tragedia. Ahora decidimos cantarla", añadió a continuación Diaz, cuyo filme incorpora 33 canciones, compuestas por el cineasta e interpretadas "a capella" por sus actores.
Si el filme con el que estuvo en la Berlinale en 2016 se centró en la lucha contra la opresión colonial, ahora invierte los 234 minutos de su nueva producción en relatar el horror impuesto por la dictadura de Marcos, en el poder entre 1965 y 1986.
Los pases previos para la prensa se realizaron en cuatro salas en paralelo, todas ellas a rebosar al menos en la primera media hora de proyección.
Pocos se atreven a "saltarse" a Diaz, acostumbrado a salir de los festivales europeos con premio. Pero pocos asisten a su obra hasta el final.
Hay quien invierte la primera hora de visión "obligada" en atender mensajes acumulados en el teléfono móvil o arreglar su agenda; otros echan su cabezadita; otros entran y salen de la sala para hacer algunas pausas.
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