Laurent Binet, tras los pasos de Barthes... y Eco

El autor de 'HHhH' juega con la teoría, la ficción y el humor en 'La séptima función del lenguaje'

Laurent Binet, en Barcelona.

Laurent Binet, en Barcelona. / FERRAN SENDRA

ERNEST ALÓS / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Laurent Binet atrajo atención en 2011 con ‘HHhH’, una novela con el cerebro gris de la policía nazi, Reinhard Heydrich, como protagonista. Allí cuestionaba (oscilando entre la ficción y el ensayo) los mecanismos de la novela histórica, negándose a embutir diálogos artificiosamente construidos y a rellenar con elementos ficticios los huecos que no explica la historia. Binet (París, 1972) regresa ahora con ‘La séptima función del lenguaje’ (Seix Barral / Edicions de 1984), una novela en la que se las ve con el género policiaco y por la que desfilan la clase politica francesa de aquel tiempo, el recientemente fallecido Umberto Eco, tanto personaje como inspirador de la obra, y sobre todo los pensadores franceses de los años 70, Foucault, Lacan, Althusser... y Roland Barthes, eje de la trama.

Todo empieza cuando el 25 de marzo de 1980, Barthes muere atropellado. Poco antes ha comido con François Miterrand, lanzado por aquel entonces hacia la presidencia francesa. Binet imagina todo lo que expresamente no se permitió en ‘HHhH’: el conservador, inteligente pero no muy ilustrado inspector Bayard, con el asesoramiento del joven profesor ayudante Simon Herozg, debe investigar las sospechas de una conspiración tras la muerte de Barthes, navega por las aulas donde resuenan los para él incomprensibles coletazos teóricos del 68 y topa con una trama conspirativa muy a lo Eco, con un misterioso Club Logos y la persecución de un texto que permitiría utilizar con propósitos siniestros la séptima función del lenguaje, la que permite que las palabras transformen la realidad. Una categoría teórica que aquí imagina potenciable hasta el infinito hasta poderse convertir en un instrumento ambicionado para dominar el mundo.

SEMIOLOGÍA Y PERIPECIA

“La idea que me condujo a la novela policiaca es que semiología, o la semiótica, es la ciencia de Sherlok Holmes”, añade Binet. “Quizá como reacción a ‘HHhH’, en la que estaba obsesionado por la cuestión de la verdad histórica. Los dos libros son complementarios, enfoco desde dos puntos de vista distintos el problema de la relación compleja entre la realidad y la ficción. En este caso quizá se pueda hablar de una ucronía, porque tenía ganas de divertirme y de cambiar la historia: hasta hago que Lendl gane Roland Garros a Borg”, responde Binet, de visita en el Instituto Francés de Barcelona para promocionar su novela

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"\"La semiolog\u00eda vive una posteridad invisible.\u00a0","text":"\"La semiolog\u00eda vive una posteridad invisible.\u00a0Cualquier persona que comunica lo hace bajo la infuencia de Barthes\""}}

Aunque en esta ocasión, reconoce Binet, está sobre la mesa otro subgénero, el de la novela de campus, en la línea del británico David Lodge (“me ha infuenciado, y uno de sus personajes aparece en la novela”, dice Binet), lo que lleva al elemento del humor. Algún personaje aún vivo se ha tomado fatal su aparición en el libro, aunque en las escenas en las que el policía asiste estupefacto a las para él incomprensibles lecciones universitarias el objeto del sarcasmo sea más él que los docentes.

La trama digamos académica de la novela se desenvuelve en el campo de la semiología, una disciplina que vivió sus mejores años en los años 70 y 80 y que ahora parece pasada de moda. Quizá por su exceso de ambición, de explicar toda la realidad a través de lo signos. Binet opina que quizá hayamos pasado de la semiología teórica a la aplicada, pero allí está, omnipresente: “Ha pasado de modo pero no creo que llevase a un callejón sin salida. Creo que ha tenido una posteridad invisible. Todos ahora estamos haciendo semiología sin darnos cuenta. Cualquier persona que comunica trabaja bajo la influencia de Barthes, nosotros mismos cuando desciframos los procesos de manipulación, que actualmente son permanentes, de alguna manera pagamos tributo a Barthes y sus amigos semiólogos que nos enseñaron que los signos están por todas partes y nos enseñaron a buscarlos e interpretarlos”.  

TEMAS