LA INMERSIÓN DE LA CANTANTE EN LOS RITMOS URBANOS

La osadía de Rosalía: flamenco & negro

La aclamada reinvención de la cantaora catalana enlaza con una larga tradición de cruces de ambos imaginarios, y que va de Los Chichos a Dellafuente, pasando por Las Niñas y Ojos de Brujo

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zentauroepp43774413 rosalia180615203351 / FERRAN SENDRA

Nando Cruz

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El 27 de marzo de 2015, una joven cantaora de nombre Rosalía asistía excitada a un concierto de Rancapino y Chiquetete en la sala Apolo. Vestía pantalones de chándal y era la única espectadora que aquella noche tenía el corazón dividido entre lo que ocurría sobre el escenario y lo que le esperaba en casa: el recién publicado disco de Kendrick Lamar ‘To pimp a butterfly’ que acabaría consagrando al rapero californiano.

Seis meses después, Rosalía presentaba en el Heliogàbal su alianza con el guitarrista barcelonés Raúl Fernández ‘Refree’, pero nada frenaría el interés de la catalana por las músicas negras de última generación. Antes incluso de editar el disco ‘Los Ángeles’, Rosalía grabaría con el cantante de trap C. Tangana la canción ‘Antes de morirme’. El vídeo, con 23,5 millones de visualizaciones, sería el primer hito español de las llamadas músicas urbanas. La alerta estaba dada: la cantaora del chándal tenía un asunto pendiente con el r&b y el trap. Era cuestión de encontrar el momento.

Y parece que el momento la ha encontrado a ella. Una multinacional satisfecha con el resultado de ‘Los Ángeles’, una productora de vídeos de fama mundial como Canadá y un productor con pedigrí moderno como el canario El Guincho, han puesto su potencial al servicio del proyecto Rosalía. Su disco, ‘El mal querer’, ni siquiera tiene fecha de lanzamiento, pero la conjunción se antoja perfecta para la inmersión de la cantaora en los ritmos negros de actualidad. Encaja hasta la rima: Rosalía, bulería, osadía.

Todo estaba dispuesto el 15 de junio en el festival Sónar, la mejor plataforma de validación cool del país, para que los medios se marcasen un: ‘Ha nacido una estrella’. Aun así, mientras unos, deslumbrados por el envoltorio coreográfico anunciaban el advenimiento de una Beyoncé flamenca, otros más centrados en los mimbres sonoros de la canasta se acordaban de las bulerías chill-out de Chambao. En realidad, y aunque parezca que estamos ante una revolución, la de Sant Esteve Sesrovires es el penúltimo eslabón de una larga y fértil tradición que consiste en arrimar el imaginario flamenco a los ritmos negros de cada época. Y, según el momento, han sido el funk, la disco-music, el rap, el r&b o el trap.

De Tomasito al ‘Aserejé’

Cuando Rosalía solo tenía tres años, el jerezano Tomasito ya mezclaba flamenco y rap. A los mandos de su disco homónimo de 1996 estaba Manuel Ruiz alias Queco, un productor cordobés que en 2002 moldearía el ‘Aserejé’ de Las Ketchup, uno de los singles más vendidos de la historia y, por lo tanto, el más popular híbrido de dejes aflamencados y ritmos hip-hop, disco y r&b que haya dado nunca este país.

En el cambio de siglo ha habido numerosas aproximaciones a las músicas negras desde lo flamenco. Ojos de Brujo también tuvieron gran repercusión internacional. ‘Vengué’ (1999) se publicó en media Europa recorrieron medio mundo mientras a su mezcla de bulerías, drum’n’bass, tangos, reggae, rumba y scratch era etiquetada como ‘sonido Barcelona’. La rapera sevillana Mala Rodríguez debutaría con ‘Lujo ibérico’ (2000) y se erigiría en nombre de referencia del rap con alma flamenca. Y grupos como Sólo Los Solo y La Excepción harían numerosos guiños al flamenco desde el rap.

Las Niñas, el trío del que formaba parte la cantaora Alba Molina, hija de Lole y Manuel, fueron muy comparadas en su día con Las Ketchup. En cambio, hoy son ellas la referencia a la hora de auscultar el ‘Malamente’ de Rosalía. La canción ‘Ojú’, de su disco homónimo de 2003, apuntaba muchos de los méritos que hoy se atribuyen al invento de El Guincho y Rosalía. Aunque no está de mas recordar que los conciertos de Las Niñas eran muy flojos y apenas atraían público; todo lo contrario que Rosalía. O que los malagueños Chambao, que en el 2002 acuñaron el término flamenco-chill con tal éxito que han explotado su digestiva fusión hasta prácticamente anteayer.

Alaska, sí; Las Deblas, no

En los últimos años numerosas reediciones han rescatado las avanzadas conexiones del flamenco con las músicas negras de los años 70 y 80. Recopilatorios como ‘Tani. Disco rumba & flamenco boogie’, ‘Rumbita buena. Rumba funk & flamenco pop’ o el primero de la serie ‘Achilifunk’ demuestran que aunque entonces no existiera internet, ya había productores osados y, sobre todo, muchas ganas de sonar en las discotecas. Pero, claro, Los Chichos, Sangre Gitana, Barracuda, La Terremoto, El Turronero, Tobago y tantos otros artistas de aquella era no eran bien vistos por la modernidad. Han tenido que pasar varias décadas para que se reconozcan sus avanzadas ideas. Lo moderno entonces era el ‘Bailando' de Alaska y los Pegamoides y no el ‘Tani' de Las Deblas; igual de discotequero y grabado seis años antes. Ahora que ‘Malamente' está en boca de todos, vale la pena rescatar el ‘Mala' de La Marelu, fechado hace 40 años.

Las nuevas generaciones están más habituadas a consumir flamenco, trap, rap y reggaeton porque la sociedad es más mestiza y las formas de consumo musical son más porosas. Los granadinos Dellafuente Maka acuñaron el lema ‘quejíos[N1]  y autotune’, proclamando su intención de arrimarse al flamenco desde el trap y tras ellos ha llegado Josele Junior con su ‘Gitano nigga'. En dirección inversa, Soleá Morente, acaba de grabar en el disco ‘Ole lorelei’ una soleá de Bernarda de Utrera con efecto autotune. Este tipo de mixturas son cada día más naturales e incontables. Sin embargo, nadie posee ese aura de elegida con el que Rosalía se paseaba por el escenario del Sónar.

Sakamoto, Diplo y Queco

Cuentan los allí presentes que al final del concierto, el camerino era un enjambre de celebrities. Entre otros, estaba Ryuichi Sakamoto, Diplo y Queco. Qué tres: el exquisito pianista japonés, el sondeador de nuevas tendencias en ritmos urbanos y el hombre que produjo ‘Aserejé’. Tal vez la coincidencia de esos tres reyes magos siguiendo en romería la estrella de Rosalía hasta el portal del Sónar explique por qué ella ha sido la elegida. Tiene armas para atraer a los tres: una estética cuidadísima, aires callejeros cool y grandes expectativas de éxito.