Un viaje a Yucatán antes del zapatismo y de la Riviera Maya

Altaïr recupera el libro que Juan Villoro publicó en México en 1988, dedicado a un mundo hoy desvanecido

Juan Villoro, en la librería Altaïr, presenta 'Palmeras de la brisa rápida'.

Juan Villoro, en la librería Altaïr, presenta 'Palmeras de la brisa rápida'. / ALBERT BERTRAN

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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En 1988, una editorial española afincada en México le encargó a Juan Villoro un libro para una colección de viajes narrativos por el país. Le propusieron Acapulco pero él se inclinó por Yucatán. “Quería hacer un viaje que tuviera la posibilidad de llevarme a mi propio origen. Mi abuela materna era de Yucatán. Crecí con ella, era una mujer extraordinaria, muy fantasiosa, muy buena narradora, que me habló mucho de ese lugar. Es un viaje para conocer en realidad ese mundo tan peculiar, casi otro país al que en broma en la capital le decimos ‘la república hermana de Yucatán’”, explica el escritor mexicano. Ese libro, ‘Palmeras de la brisa rápida’, nunca publicado en España y ahora rescatado por la editorial Altaïr, ha adquirido, además de ese interés personal para el propio autor, “una cierta condición histórica”. Es un viaje a un Yucatán en el que la Riviera Maya aún ni se ha inventado, en el que cuando se utiliza el adjetivo ‘zapatista’ aún solo se puede estar hablando de Emiliano Zapata y en el que unas humildes bandas escandalizan por su violencia a las fuerzas vivas de la ciudad de Mérida. "Sí, es un mundo desaparecido”, admite Villoro, de paso estos días en España para presentar el libro y para recibir el premio de periodismo Fundación Diario Madrid.

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LOS MAYAS

Esa abuela con la que empieza el libro "era bastante inocente en su manera fabuladora de enfrentarse a la realidad" pero estaba además "llena de prejuicios, muy clasista, muy racista". ¿Esos prejuicios son también algunos de los aspectos que tanto han cambiado en estos 28 años? "México era un país muy racista y entonces lo era aún más. Eso ha ido cambiando un poco, pero como con el machismo, no todo lo que debería cambiar. Yo escribí el libro en el 1988 y en 1994 ocurrió el levantamiento zapatista. Es un libro escrito en los albores de esa sublevación indígena. Lo que hizo el movimiento zapatista fue precisamente llamar la atención de que los indígenas no pertenecían exclusivamente a un pasado glorioso en el que se construyeron las pirámides sino que formaban parte de nuestra vida diaria, aunque no lo habíamos querido aceptar", responde Villoro, que en el libro se muestra premonitorio al recordar las revueltas indígenas del siglo XIX e insinuar que en cualquier momento podrían rebrotar. “En algún momento del libro -señala- digo que no se habla de los mayas en tiempo presente, solo se habla de ellos como objetos de museo. Hablo del descontento que parece estar esperando una nueva oportunidad y al final ocurrió el primero de enero de 1994 con el levantamiento zapatista. Creo que tiene que ver con los síntomas que capté como escritor”

LA VIOLENCIA

Un simple brote de delincuencia pandillera provoca, durante aquella visita de Villoro a Yucatán, el escándalo de las fuerzas vivas contra el periódico local. Otro de los contrastes que sorprende mirando a aquel México de 1988 y el de hoy. "Prácticamente México se ha convertido en un país mucho más violento. No quisiera yo fomentar la paranoia, pero evidentemente la situación del país en mucho más riesgosa hoy en día en todas partes, aunque en general Yucatán es uno de los lugares más seguros. Pero es un corte histórico interesante que te permite ver que el horizonte de la violencia era mucho más lejano, no podía intimidar fácilmente al viajero. Hoy tienes que tomar otro tipo de precauciones para hacer un recorrido de esta naturaleza, la violencia se ha expandido de tal manera que ya hay una cultura para resistirla. El mexicano tiene un sistema de alarma que de inmediato trata de detectar cosas que le provocan desconfianza para protegerse".

En 'Palmeras de la brisa rápida' ya aparece el turismo, en forma de yankis ridículos, ignorantes y prepotentes. Pero aún no el turismo de masas. De hecho, un concepto como el de la Riviera Maya aún ni ha sido creado. “No existía. Yo voy a Río Lagarto, que es la punta donde están los pájaros, y en ese momento está totalmente desierta, solo hay un hotel enloquecido, el Hotel Nefertiti, pero no hay turismo en cadena. Y hoy en día eso es como Miami".

LA LENGUA

En ese Yucatán tan especial, el lenguaje es otro rasgo diferencial, y otra de las capas que añaden sabor al relato, con diálogos como este que cruzan dos hermanos en un café:

"-¿Y eso atabacado que tienes en la bolsa?

-Una calzonera para el baño de tanque. (…)

-Vine a ver si seguías tan purux.

-Y tú tan colís.

-Bueno, yo me zampo una pata de jamón y queso y tú costeas.

-¡Lagarto!

-¡Parejura!"

Incluso ese idioma yucateco no ha resistido el paso del tiempo, dice Villoro. "Estaba la influencia de la cultura maya pero también la del Caribe, porque era más fácil ir por barco a La Habana o a Nueva Orleans que a la capital. Pero el español se ha homogeneizado, hay un esperanto que viene de la televisión y de las telenovelas, un lenguaje que va unificando al país e incluso a América Latina", valora.

El sentido del humor aparece una y otra vez en el libro, como en la descripción de un combate de lucha libre, por ejemplo. "Yo no buscaba que el libro fuera humorístico. Falla mucho la comicidad artificial, del mismo modo que nos gratifica la comicidad espontánea. Pero México es un país lleno de contrastes, de dramas que solemos sobrellevar con bromas, y este fue el viaje que salió". Algo que molestó entonces a algunos lectores yucatecos. Aunque ese rechazo parece haberse disuelto ya. "El Yucatán de hoy es un lugar mucho más abierto, incluyente, moderno. ‘Tomaste una foto de un lugar que estaba cambiando’, me dijeron hace un mes cuando estuve allí en una lectura pública del libro en la que una actriz encarnaba a mi abuela", explica. Una verdadera reconciliación.

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