TRIBUTO

Jorge Herralde, el optimista afónico

El Máster de Edición de la UPF rinde homenaje al veterano editor a un año del 50 aniversario de Anagrama

El editor Jorge Herralde, en el homenaje de este jueves.

El editor Jorge Herralde, en el homenaje de este jueves. / periodico

Elena Hevia

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Hace 23 años que el editor Jorge Herralde dio su primera clase magistral a los alumnos del entonces incipiente Máster de Edición de la Universidad Pompeu Fabra. Desde entonces todos los aprendices han escuchado y tomado aplicada nota de sus consejos y este año, a uno de celebrarse el 50 aniversario de la creación del sello Anagrama, la habitual clausura del máster en la que una figura de relieve internacional en el sector responde a las preguntas de los estudiantes se ha solapado este jueves con un emotivo homenaje al padre del sello que en la década de los 60 pilotó y se puso en cabeza de la edición independiente.  Herralde temía que aquello se pareciera a aquel añejo programa televisivo, ‘Reina por un día’, en el que te sentaban en un trono y te colmaban de regalos y parabienes, y no, por suerte no fue así, pero el acto sí tuvo un punto de vasallaje.

Para empezar en la platea, además de los alumnos estaban sus pares, los grandes editores de la ciudad, en activo y retirados, algunos de ellos tripulando sus sellos absorbidos por los gigantes  Planeta y Penguin Random House, a los que Herralde se ha pasado la vida esquivando, hasta que viendo que pese a su vigor y ganas era recomendable colocarse bajo un paraguas editorial, decidió vender su sello a sus buenos amigos Inge y Carlo Feltrinelli. Eso fue a poco de cumplir los 80, hoy tiene dos años más.

El gran ausente fue Carlo Feltrinelli. Debía ser la sorpresa de la tarde y un imprevisto de última hora le impidió viajar a Barcelona para hacer la 'laudatio' pero si la cosa iba de hacer loas, el director del máster, Javier Aparicio se bastó y se sobró solo. El profesor destacó su uso generoso de la autoridad, de su habla lacónica y su escucha prolongada y de su sabiduría a la hora de explicar sus estrategias intelectuales y empresariales. En el escrito que envió Feltrinelli, Herralde apareció como “un gigante de la cultura europea contemporánea”.

Las trampas del ego

Sin perder en ningún momento su elegante humor inglés, Herralde se divirtió mucho respondiendo a los cachorros de la edición. Pregunta. ¿Es el mundo editorial una trampa para el ego? Respuesta: “En absoluto. Ser editor es una vacuna para el ego porque te toca sufrir el de los autores que alcanzan una dimensiones descomunales”. Pregunta: ¿Es algo positivo que el sello se convierta en marca? Respuesta: “El editor lo quiera o no convierte a su editorial en una marca, excelente o pésima, es el prestigio de la marca el que facilita que autores absolutamente desconocidos encuentren lectores que confían en esa marca”.

En unos tiempos en los que todo conspira contra la lectura, contra la edición, contra las librerías, Herralde rescató un dato, el hecho que pese a ser esta una “sociedad del algoritmo” haya más vocaciones editoras que nunca. Sacó pecho frente a una triste constatación y es que hoy los jóvenes entre 20 y 35 años han desertado de la lectura. Pero el viejo editor todavía tiene esperanza. Frente a la famosa disyuntiva que planteó Gramci, entre el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad ,aseguró:  “Yo he militado durante décadas en el optimismo de forma estentórea, ahora lo hago de forma más afónica”. 

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