CRÓNICA

Jarabe de Palo, aquí y ahora

El grupo de Pau Donés ofreció su perfil más enérgico en sus conciertos de 20º aniversario en Luz de Gas

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Jordi Bianciotto

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Si los recitales de aniversario en torno a ‘50 Palos’ mostraban a un Pau Donés volcado hacia adentro, en los de ’20 años’, la otra efeméride, ésta en torno a Jarabe de Palo, mandan las guitarras eléctricas y cierta excitación ambiental. “Este año hemos estado tocando ’50 palos’, con el piano y tal, ¡pero lo que mola es esto, ‘nen’!”, exclamó sonriente Donés, este jueves en Luz de Gas, tras una impetuosa ráfaga de bienvenida con ‘El bosque de palo’, ‘En lo puro no hay futuro’ y ‘Romeo y Julieta’.

Jarabe de Palo, recuperando así su latinidad rocanrolera y reafirmando un vínculo profundo con su público, que esta semana ha abarrotado la sala por dos noches pese a que, como destacó Donés, ha tenido ocasiones de ver a la banda varias veces a lo largo de este año en Barcelona y cercanías. Identificación intensa entre ambas partes, alimentada por un espíritu latente de plantar cara a la vida (y a la muerte).

Latinidad y 'feeling'

Una formación que se parece poco a la de los viejos tiempos: lejos quedan titulares ‘jarabescos’ como Jordi Mena, Toni ‘Chupi’ Saigi, Marià Roch... Sigue ahí la batería de Àlex Tenas, en la base de un equipo que ha suplido aquella aura de clan de amigos por un perfil más profesional. Pero pocas objeciones se pueden hacer a la guitarra de David Muñoz, técnica y rockera, buscando las raíces en modo ‘slide’ en ‘Me gusta como eres’, o al saxo de Jimmy Jenks Jiménez, regido más por el ‘feeling’ que por el exhibicionismo, muy delicado en el tránsito de ‘Te miro y tiemblo’ y ‘De vuelta y vuelta’.

Pero Jarabe es hoy, más que nunca, Pau Donés y su circunstancia. Cómodo en su papel de trovador rockero y en sus guiños a las Antillas: ese ‘Pura sangre’ que cantó golpeando los bastoncillos de la clave, la pequeña percusión afrocubana. Y sin reparos para hablar de sus cosas más íntimas. “Esta mañana me han dado unos análisis de este constipado que tengo y han salido bastante bien”, informó levantando una ovación.

Ese estado limítrofe con el abismo, esa convivencia “con el bicho”, así lo dijo, dotó al concierto de un subtexto, un conciencia velada a partir de la cual los momentos de euforia lo eran un poco más. Tras ‘Humo’, donde Donés dice no tener “ni miedo ni fe”, el repertorio se decantó hacia las canciones más populares y aptas para compartir, empezando por ‘Agua’, entonada por toda la sala, y siguiendo por ‘El lado oscuro’, ‘Bonito’, ‘La flaca’... Con una actitud encaminada, a un lado y otro del escenario, a disfrutar mientras se pueda. El último mensaje de Donés fue concluyente: “¡Vivid el presente!”.