El itinerario del arte

Artistas reconocidos y otros por descubrir. Iconos de la creación contemporánea o mitos de la modernidad. Amantes de las tres dimensiones o del lienzo, o de ambas cosas a la vez. Transgresores y academicistas. De todo hay en la viña del señor y de todo hay en la oferta expositiva de este verano. Una oferta que concentra el poder de lo mediático en el norte, en el Guggenheim de Bilbao, con dos grandes retrospectivas -por tamaño y tesis- dedicadas a dos de los creadores más crematísticamente valorados de los últimos tiempos: Jeff Koons y Basquiat. Aunque el récord, el de la obra más cara jamás subastada, es de un moderno, Gauguin, y no luce en la riba del Nervión sino en la del Manzanares. Pero los de Bilbao y Madrid no son los únicos museos de parada obligada este verano para alimentar el alma y huir de la canícula, Málaga, Barcelona, Santander y Céret también invitan a dejar por un rato la hamaca para abrazar el arte en todas sus vertientes.

EL NORTE MÁS ACTUAL

Tres estadounidenses miran al Cantábrico

Lo dicho, en Bilbao se despliega la exposición que promete ser una de las más visitadas, sino la que más, de este verano: la dedicada a Jeff Koons (1955). La misma que despidió, con colas, el antiguo edificio del Whitney Museum de Nueva York y la misma que con 650.045 visitantes se convirtió en la más vista de un artista vivo en el Pompidou de París. La muestra reúne 95 piezas que recorren 40 años de carrera del mediático y controvertido artista estadounidense, desde su primera serie Hinchables, readymades al estilo de Duchamp realizados con los objetos de vinilo comprados en los bazares de Manhattan, a sus célebres Balloon Dog o sus conocidas esculturas de Popeye y Michael Jackson. Junto a Koons brilla Basquiat (1960-1988), un artista de leyenda que empezó haciendo grafitti con la firma SAMO (acrónimo de Same old Shit, o sea, La misma mierda de siempre) y acabó muerto por sobredosis con 27 años tras compartir lienzos con Andy Warhol y trabajar para los grandes marchantes. La muestra pretende alejarlo de la leyenda para ahondar en la seriedad de su trabajo y situarlo al mismo nivel que los clásicos americanos. Otro estadounidense, Sol LeWitt (1928-2007), ocupa la Fundación Botín de Santander con 17 monumentales murales, 16 de ellos inéditos en España, en la primera muestra dedicada en el país al dibujo de este artista clave del arte conceptual.

DEL SIGLO XVI AL XX

Bourgeois, Miró y los creadores rusos

En Málaga brilla una coetánea de LeWitt, Louise Bourgeois (1911-2010). Es en el Museo Picasso, donde una de sus grandes arañas da entrada a la exposición He estado en el infierno y he vuelto, muestra que reúne un centenar de dibujos, esculturas y pinturas en la mayor retrospectiva organizada por estos lares de la considerada gran dama del arte del siglo XX. Hay más opciones en Málaga, no en vano, la ciudad andaluza se ha convertido en un punto de peregrinaje para los amantes del arte tras la apertura de la sede del Pompidou y de una filial del Museo Estatal de Arte Ruso de San Petersburgo. En el Cubo, como llaman en la ciudad a la sucursal del centro parisiense, expone Joan Miró. En la filial de San Petersburgo lo que hay es una evolución de la pintura rusa, desde los iconos del siglo XVI al arte del siglo XX. Con todo, la más veraniega de las exposiciones malagueñas es la del Museo Carmen Thyssen: Días de verano. De Sorolla a Hopper, en la que artistas del siglo XIX y XX dan su visión del descubrimiento de la costa como lugar de ocio.

PRÉSTAMOS DE BASILEA

Inéditos del siglo de oro y récords del XXI

El siglo de oro hay que acercarse a verlo a Madrid, en el Museo Thyssen con Zurbarán: una nueva mirada, un recorrido por la producción del artista extremeño desde sus primeros encargos hasta las obras claves de su periodo de madurez, con piezas de reciente atribución, como Huida a Egipto o Los desposorios místicos de Santa Catalina de Alejandría. Y las vanguardias lucen en el Museo Reina Sofía en dos exposiciones que salen de los fondos del Kunstmuseum de Basilea, ahora cerrado por obras, y que recogen piezas de, entre otros, Kandinsky, Cézanne, Van Gogh, Rothko, Mondrian, Modigliani, Chagall y Gauguin. De este último es la firma de la que es, posiblemente, la pieza más buscada del museo: Nafea faaa ipoipo (¿Cuándo te casarás conmigo?), un óleo que ostenta el récord de ser la obra más cara vendida en una subasta: 265 millones de euros, en febrero.

EN BARCELONA

Dos colectivas, en el MNAC y en el Macba

Barcelona no luce ninguna exposición de las llamadas mediáticas, aquellas que arrastran multitudes con el reclamo de nombres populares. Pero sí tiene dos colectivas en cartel -en el Macba y en el MNAC- que merecen, casi exigen, una visita. En la plaza dels Àngels se exponen las adquisiciones realizadas por la pinacoteca durante los últimos tres años. Deseos y necesidades, así se llama la exposición, reúne 86 piezas que llevan la firma de artistas referentes de la contemporaneidad como John Baldessari, Allan Sekula, Marcel Broodthaers y Richard Hamilton. Y ya puestos en el edificio de Richard Meier, si la curiosidad aprieta, también se puede ver todavía La bèstia i el sobirà, donde figura la famosa escultura del rey Juan Carlos que ha costado el puesto al hasta ahora director Bartomeu Marí. En el MNAC, la apuesta es para Del segon origen, muestra que recupera a los artistas catalanes de las décadas de los años 50, 60 y 70, tres generaciones injustamente maltratadas por la historiografía y los museos.

POR DESCUBRIR

Realismo mágico en la Catalunya informalista

De artistas recuperados tratan dos exposiciones cercanas a Barcelona: en Mataró y Montserrat. La Nau Gaudí de la capital del Maresme presenta piezas de la colección Guéron, centrada en los artistas rusos que rechazaron el realismo socialista y en la que tienen especial importancia Mihail Chemiakin y Vladimir Yankilevsky. En el Museu de Montserrat, el autor rescatado del olvido es Ramon Calsina (1901-1992), uno de los mejores artistas catalanes, cuyo realismo mágico no comulgaba con los cánones informalistas de la época. De ahí, la poca importancia que se le llegó a dar en vida. Más suerte tiene Jaume Plensa, cuyo talento nadie discute pero cuyo trabajo cuesta de ver en casa. Su última exposición no queda lejos, en Céret, nada más cruzar la frontera de los Pirineos, y merece una visita.