ESTRENO

Hofesch Shechter retrata el amor en 'Barbarians'

La intimidad, la pasión y la banalidad de las relaciones amorosas inspiran las tres piezas muy diferentes que presenta el coreógrafo israelí en el Mercat de les Flors

Barbarians danza en el mercat de les flors

Barbarians danza en el mercat de les flors / periodico

MARTA CERVERA / BARCELONA

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Hofesch Shechter, coreógrafo israelí residente en Inglaterra, regresa al Mercat de les Flors Mercat de les Florscon su nueva obra 'Barbarians', un tríptico en torno al amor. La primera pieza se centra la intimidad, la segunda gira en torno a la pasión y la tercera banaliza el amor. El orden y las estructuras fijas frente a lo imprevisto e incontrolable, como el amor, están en la base de su nueva propuesta. "La obra explora la desconexión que existe entre las estructuras y normas que nos envuelven y nuestro yo. Somos seres muy evolucionados pero a la vez muy básicos y animales".

A diferencia de anteriores espectáculos, en este el creador trabaja con grupos reducidos de bailarines. "Muchos de ellos me han seguido desde el principio y casi son una extensión de mí. Con ellos he podido profundizar más y experimentar con total libertad", afirma. Cada pieza se nutre de una energía diferente. Música barroca, dubstep y cañeras composiciones de Shechter con baterías y guitarras eléctricas dinamizan una puesta en escena cambiante. "Este espectáculo tiene una apariencia desordenada y dispersa. En este sentido, el público deberá hacer un esfuerzo porque es una pieza más experimental", advierte. 

 "Cada obra es una instantánea, el eco de un momento de mi vida". Cuando creó 'Barbarians' su principal inquietud era superarse, hallar nuevas maneras de desafiar su creatividad. Para impulsar esa búsqueda, Shechter se retó a sí mismo a trabajar con elementos que le producen rechazo como las mallas doradas que los intérpretes visten en 'The Bad', la segunda pieza de esta trilogía. Y para complicarse todavía más la vida, decidió elaborar la obra junto a los bailarines de diez de la noche a cinco de la mañana. "Quería que la mente interviniera lo más mínimo, que todo saliera de dentro. Empezamos a vomitar cosas y, aunque al final tuve que tomar decisiones, estoy contento con el resultado porque es muy honesto", indica.

La primera pieza, ‘The barbarians in love’, y el dúo que cierra el espectáculo, 'Two completely different angles of the same fucking thing', se centran en la dependencia del amor entre quien lo ofrece y quien lo recibe o exige. Las palabras en 'off' que se escuchan en ellas tienen una finalidad distinta en cada pieza. En la primera, la voz trata de educar a los bailarines, dar forma a lo que pasa en escena. "Pero lo que dice, como la educación que recibimos, no tiene ningún sentido", apunta el coreógrafo. En la última, "las palabras flotan y contribuyen a crear una experiencia poética. No es tan importante lo que se dice como lo que te hacen sentir. Están tratadas como si fueran música". 

DE LA PERCUSIÓN A LA DANZA

El primer amor de Shechter fue la percusión. Sus estudios como batería empezaron a dejar sitio a la danza cuando tenía 12 años. La compañía israelí Batsheva con Ohad Naharin le abrió a un mundo que después ha ampliado con Wim Vandekeybus y "descubriendo a los grandes nombres de la danza contemporánea como Pina Bausch, Forsythe…" Pero a la hora de citar sus influencias destaca sobre todo el cine. Suele señalar a Kubrick como su principal referente. Se nota en las transiciones de sus obras, ese punto inquietante que tienen y su intensidad . "El cine progresa más rápido que la danza, su agilidad y su ritmo siempre van por delante. No sé por qué la danza no evoluciona igual, tal vez por ser un arte más antiguo con otro tipo de estructura".

En el 2016 se ha prometido disminuir su ritmo de trabajo tras un 2015 a tope en el que aparte de estrenar 'Barbarians' debutó en la ópera como codirector y coreógrafo con 'Orfeo y Eurídice' de Gluck en el Covent Garden, se encargó de coreografiar la reposición de un musical en Broadway, creó una pieza para el Royal Ballet y montó un compañía joven con bailarines entre 18 y 25 años. "La compañía joven fue un experimento. La idea es retomar esta idea en el 2018 y apostar por ella a largo plazo", afirma Hosfesh Shechter, que después de Barcelona pondrá rumbo a La Haya para preparar una nueva pieza de encargo para Nederlands Dans Theater.