crítica

Hombres frente a la guerra

El francotirador Clint Eastwood    Hombres frente a  la guerra_MEDIA_2

El francotirador Clint Eastwood Hombres frente a la guerra_MEDIA_2

QUIM CASAS

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Nada falla en El francotirador, pero al mismo tiempo, pocas cosas destacan en este último filme de Clint Eastwood. El director vuelve al espacio bélico, al que ha dado títulos ambiguos, contradictorios o críticos como El sargento de hierro y el díptico formado por Banderas de nuestros padres y Cartas desde Iwo Jima. Lo hace con un tema y personaje candentes, ni más ni menos que Chris Kyle, considerado el francotirador del ejército estadounidense más efectivo de la historia. La guerra de Irak como escenario, el patriotismo como tema de fondo y la dificultad de llevar una vida normal cuando se regresa del frente como eje dramático.

El principal problema de El francotirador reside en su planteamiento desde el guion. La película es una sucesión de breves momentos de enfrentamiento doméstico y afectivo en casa, a modo casi de interludios, y numerosas y largas secuencias bélicas o ambientadas en el frente bélico, en este caso las azoteas de los devastados y polvorientos pueblos de Irak desde las cuales Kyle protege a sus compañeros disparando certaramente contra todo enemigo que se le ponga a tiro.

Se establece una dialéctica en la distancia entre Kyle y un francotirador iraquí, aunque carece de todo trasfondo psicológico y de verdadera tensión. Pero Eastwood domina el medio como pocos y en la que quizá sea su película más clásica, entre las últimas que ha rodado, destila como nadie las secuencias y sabe ir a la esencia de las cosas. Como relato cinematográfico es envidiable, aunque la ambigüedad ideológica de Eastwood quede otra vez de manifiesto, la visión de cómo puede cambiarnos una guerra resulte algo simple y algunas partes sean pesadas, cuando no retóricas.