ESTRENOS DE CINE

De la tele al cine: 'Misión: Imposible', la serie perfecta

La teleserie creada por Bruce Geller en 1966 fue tan adictiva comogratificante ha sido su reconversión en saga de brillantes 'blockbusters' protagonizados por Tom Cruise

Tom Cruise, en 'Misión: Imposible-Fallout'

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Quim Casas

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Pocas series de la denominada primera era dorada de la televisión estadounidense resultaron tan adictivas como Misión: Imposible, creada por Bruce Geller en 1966 y prolongada durante siete temporadas y 171 episodios. Pocas franquicias cinematográficas actuales resultan tan gratificantes como la adaptación de la serie de Geller llevada a cabo por Tom Cruise desde 1996, con ya seis películas, tan distintas y a la vez tan homogéneas, que conforman una de las mejores mezcolanzas de cine de acción, espionaje y blockbuster inteligente de las dos últimas décadas.

Bruce Geller acertó en todo cuando creó la denominada Fuerza de Misiones Imposibles o Fuerza Misión Imposible (FMI), un grupo de agentes liderado por Jim Phelps (Peter Graves) –en la primera temporada se trató de un personaje distinto, Daniel Briggs, pero la ortodoxia judía del actor que lo interpretaba, Steven Hill, que se negó a rodar los sábados para celebrar el sabbath, obligó al cambio– que trabajan al margen del Gobierno en misiones clandestinas.

Son notorios en la serie televisiva el reparto, los títulos de crédito (la mecha que prende y empiezan a desfilar imágenes del episodio que vamos a ver), la reconocible música con mucha percusión de Lalo Schifrin (quien dijo que la sintonía de una serie debía servir, sobre todo, para que al oírla dejaras todo lo que estuvieras haciendo para sentarte frente al televisor, es decir, el reclamo perfecto), las mascaradas llevadas a cabos por los protagonistas para engañar a sus rivales, la forma de comunicar las misiones (mediante una cinta magnetofónica que se autodestruía siempre en cinco segundos) y las tramas ingeniosas que podían desarrollarse en una república bananera, en un casino de Las Vegas, una monarquía centroeuropea o al otro lado del telón de acero, y tenían como villanos a físicos nucleares enloquecidos, gánsteres, financieros corruptos, neonazis, esclavistas, dictadores, agentes comunistas, ladrones de cabezas nucleares o traficantes de drogas y de armas.

Los integrantes de FMI eran capaces de crear en 20 minutos un hotel falso para engañar a un sicario (en El asesino, episodio de la quinta temporada) y las mascaradas llegaban a ser tan reales que en otro capítulo de la sexta, Ciego, Phelps era privado de la visión durante días para simular mejor ser un agente ciego. Pero nada como el episodio 8 de la primera temporada, titulado El rescate, cuando vierten un veneno por las cañerías del hotel donde está custodiado un individuo y tienen que conseguir que beba agua del grifo del baño.

Tom Cruise también ha acertado en sus elecciones hasta conseguir la serie cinematográfica modélica. Está a los mandos de las películas en calidad de productor y protagonista absoluto. Para la primera, Misión: Imposible (1996), escogió a Brian de Palma, que le brindó un inquietante y sofisticado relato en el que coinciden el espionaje nihilista, al estilo de El espía que surgió del frío de John Le Carré, con secuencias de impacto como la persecución final en el tren de alta velocidad, o de memorable tensión, caso del robo efectuado dentro de una sala con censores de movimiento: Cruise se desliza desde lo alto de la sala con una cuerda, sin tocar el suelo, pero las gotas de sudor que resbalan por su rostro pueden dar al traste con el plan.

Para la segunda, Misión: Imposible II (2000), Cruise prefirió a John Woo: el director hongkonés estilizó las escenas de acción como auténticas coreografías, filmó un cortejo amoroso entre Cruise y Thandie Newton como si se tratara de una carrera de coches y le otorgó dimensión trágica basándose en los mitos de Belerofonte, el héroe griego, y Quimera, el monstruo híbrido que logró vencer.

En la tercera película, Cruise recurrió a J. J. Abrams, que debutó como director cinematográfico con Misión: Imposible III (2006). Era el nombre de moda en la nueva edad dorada de la ficción televisiva norteamericana gracias a Alias (2001-2006) y, sobre todo, Perdidos (2004-2010). Fue una elección importante, ya que Abrams resultó perfecto para fundir elementos de la serialidad de antaño con los de nuevo cuño y aportó muchas cosas de su propia cosecha en cuanto a las relaciones sentimentales, la forma de filmar fiestas íntimas –que parecen surgidas de su primera serie, Felicity (1998-2002), de quien recupera para un personaje secundario a su actriz protagonista, Keri Russell– y la estructura narrativa.

Abrams se quedó al lado de Cruise como productor de la serie. Decidieron que Brad Bird, el gran mago de Pixar (Los Increíbles, Ratatouille), pasara al cine de imagen real con Misión: Imposible. Protocolo fantasma (2011). El resultado es técnicamente exuberante, con secuencias como la del desierto y la escalada al rascacielos de Dubai, pero con el innegable sello Abrams en muchas situaciones relativas a las relaciones entre los miembros del grupo: no en vano el guión del film de Bird es de André Nemec y Josh Appelbaum, guionistas y productores de Alias.

La quinta y la sexta, Misión: Imposible-Nación secreta (2015) y Misión: Imposible-Fallout (2018), están dirigidas y escritas por Christopher McQuarrie, el otro hombre de confianza de Cruise, ya que le hizo los guiones de Valkiria, Al filo del mañana y La momia y le ha dirigido también en Jack Reacher. McQuarrie tiene menos impronta autoral que De Palma o Woo y ha equilibrado a la perfección los motivos personales de Ethan Hunt con las escenas de acción y persecuciones siempre muy físicas, orgánicas. Con todo, es Cruise quien sigue gobernando las películas y Abrams se permite incluir frases extraídas directamente de Alias, como cuando Hunt explica en Misión: Imposible-Fallout que tiene un pasado en común con la agente rival encarnada por Rebecca Ferguson y que la relación entre ellos es complicada.

Gente sin pasado

En la serie de Geller nunca supimos nada del pasado o la vida personal de los integrantes del grupo, cosa que no ocurre en los filmes de Cruise. Solo en un episodio de la quinta temporada, titulado Vuelta a casa, Phelps regresa a su localidad natal para investigar un caso de asesinato sexual y entonces se explican cosas de su infancia. Aunque Phelps es el líder y quien decide al inicio de cada episodio que miembros del grupo participarán en el mismo, Misión: Imposible fue una serie muy coralMisión: Imposible. Phelps organizaba, Rollin Hand (Martin Landau) era el mago de los disfraces y máscaras (algo que en los filmes asume el propio Hunt), Cinnamon Carter (Barbara Bain, entonces esposa de Landau) engañaba y seducía, Barney Collier (el actor afroamericano Gregg Morris) era un talento para la tecnología y, cuando todo esto no servía, tenían al forzudo Willy Armitage (Peter Lupus) para solucionar los entuertos. Entre los miembros que aparecieron posteriormente destaca Paris, el mago e ilusionista encarnado por Leonard 'Mr. Spock' Nimoy después de la cancelación de Star Trek.

Cruise y De Palma realizaron una auténtica salvajada (en positivo) en el primer filme: romper ataduras argumentales y sentimentales con la serie televisiva de manera radical al hacer que el personaje de Phelps, interpretado por Jon Voight, traicione al resto del grupo y les lleve a la muerte con la excepción de Ethan Hunt, el personaje agobiado y baqueteado para lucimiento del nuevo Cruise. Aquel era un primer filme de resentimiento y venganza en el que el villano resultaba ser el héroe de la serie catódica. Una pirueta magistral. Después, filme tras filme, se han incorporado nuevos miembros al FMI interpretados por Ving Rhames, Simon Pegg (quien pone el acento cómico en todas las franquicias cinematográficas controladas ahora por Abrams: Misión: Imposible, Star Trek y Star Wars), Paula Patton, Jeremy Renner y Rebecca Ferguson, pero sigue siendo Hunt el protagonista absoluto.

La serie televisiva tuvo un innecesario regreso con dos temporadas más, entre 1988 y 1990, en las que un crepuscular Peter Graves lideraba un nuevo grupo de jóvenes agentes. La falta de ideas era evidente: hasta se copiaron las tramas de algunos de los episodios clásicos. La serie cinematográfica ha alcanzado la plenitud. Si Cruise no tiene más accidentes rodando las peligrosas escenas de acción, ya que es un enemigo acérrimo de los efectos digitales mal empleados y no quiere que le doblen demasiado, la Fuerza Misión Imposible tiene cuerda para muchos veranos más.

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