Gema del Valle: "Entro en el Sónar y vuelvo a ser la de los 90"

Radical, curiosa, eternamente joven, la fundadora de Subterfuge Records no se pierde el festival desde 1998.

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NÚRIA NAVARRO

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Hoy los adictos al Sónar arrían las velas de días y noches de electrizante sobredosis estética. Una de ellos, Gema del Valle, cofundadora de Subterfuge Records, se vuelve a Madrid a la espera de la próxima edición. No se ha perdido una sola desde 1998.

Complete la frase. El Sónar es... Sexy. Es mi cita del año. Recuerdo como si fuera ayer el momento en que pisé por primera vez el CCCB y tuve la sensación de estar en un mundo nuevo del que quería formar parte. El Sónar era una inspiración estética.

Instagram rompe esa magia. Pues aún hoy me pongo nerviosa los días previos, como cuando oía los primeros acordes de mi canción favorita en la adolescencia. Es una mezcla de plenitud y curiosidad.

¡Caray con la afterpunk! Con inteligencia y humor consiguen hedonismo. Es un estimulante físico y mental, y el público que va es puro arte.

¿Se lleva usted un 'kit Sónar'? ¡Claro! En él no falta la melatonina para poder dormir cuando quiero dormir, unos tapones especiales que anulan frecuencias dañinas, protector solar, zapato cómodo y un modelazo para cada día.

No perdona el 'total look', ¿eh? Siempre he salido de casa como si me fuera a subir a un escenario. Y el Sónar es el momento en el que puedes dar rienda suelta a la imaginación. 

¿Algún recuerdo luminoso? En el 20º aniversario vi amanecer cuando pinchaba Laurent Garnier. Era el último día del festival, la luz del Mediterráneo era increíble y sentí que vivíamos algo alucinante.

Utiliza el plural. ¿Tiene amigos-Sónar? Y marido-Sónar también.

Cuente, cuente. La segunda vez que el festival me invitó a pinchar, mi marido dice que me vio pasar con una maletita de discos y le fasciné.  Averiguó en el programa cómo me llamaba, pero se fue a ver a Mathew Herbert.

Vaya. Dos años después la revista 'Vanidad' nos hizo un reportaje y él me vio. Nos conocimos en un concierto de Beastie Boys en el Sónar de noche y tres meses después empezamos a salir. Llevamos 10 años juntos, tres casados. Yo vivo en Madrid y él, en Barcelona.

¿Siempre fue avanzada? Vengo de familia castellana –de Zamora y de Toledo–, y cuando tenía 13 años el marido de una tía mía me decía: "¡Qué poco tienes que ver con tus primas?". Ellas aspiraban a acabar la carrera, casarse y tener hijos, yo con 15 años hacía un fanzine. A mis padres les costó mucho entender a qué me dedicaba.

Tiene los 50 a la vuelta de la esquina. ¿No le apetece el confort del sofá? Eso incluso puede ser un estímulo. Desde hace tres o cuatro años me digo: "Voy a ir al Sónar, no sea que sea el último".

No es mal acicate. Viendo el otro día a Grace Jones, que a sus 69 años salió desnuda y bailó una canción entera con un hula hoop, se te quita toda la tontería. La ventaja de la edad es que aprendes a dosificar. Sé cuando tengo que descansar, hidratarme, estar a la sombra. Planifico lo que quiero ver. Aunque la verdad es que yo entro en el Sónar y soy la de los 90.

¿Y a los de 20 cómo los ve? Las redes sociales coartan el tener una personalidad muy marcada porque en seguida se te pueden echar encima. Me choca ver a todas repitiendo el patrón de una modelo en Coachella. El short tal, el botín cual... ¡No! Querer parecerse a la masa es disfrazarse. La modernidad es cultivar la diferencia.