CENTENARIO DE LA VOZ

El siglo de Frank Sinatra

10 claves para acercarse a un mito de la canción a los 100 años de su nacimiento

Sinatra

Sinatra / periodico

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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LA ERA DE LAS ORQUESTAS

Admirador de Bing Crosby y Al Jolson, Francis Albert Sinatra comenzó a moldear su estilo a bordo de un grupo local, The Hoboken Four, y a los 23 años, en 1939, fichó por la orquesta que había montado Harry James, trompetista de Benny Goodman. Ahí grabó sus primeros discos sencillos, entre ellos un primerizo ‘All or nothing at all’, pero pronto fichó por otro poderoso ‘bandleader’, Tommy Dorsey, que le dio más proyección. Acabaron mal por desencuentros económicos: Dorsey le deseó lo peor ("así te estrelles") y Sinatra se llevó a su arreglista, Axel Stordahl.

EL PRIMER ÍDOLO DE FANS

La ‘Sinatramanía’ se disparó con su despegue en solitario, en 1943, en el sello Columbia. Brotaron hasta un millar de clubs de fans en EEUU mientras Sinatra pasaba a ser La Voz, y sus admiradoras, mayormente femeninas, las ‘Sinatratics’, que organizaban encuentros y envíos masivos de cartas mientras las portadas de las revistas advertían del "fenómeno americano". Frankie fue el primer ídolo de fans a gran escala, ayudado por el diseño de márketing a cargo de George Evans, que modeló su imagen de galán con un toque de timidez y hombre hecho a sí mismo.

LA ETAPA CAPITOL

Tras su estrellato en los años 40, Sinatra decayó pero, superada la crisis (que incluyó algún amago de suicidio), renació, a partir de 1953, dispuesto a entregar la mejor música de su vida. Provisto de los modernizados arreglos de Nelson Riddle, estableció un innovador canon de álbum conceptual a partir de ideales y estados de ánimo: la intimidad de madrugada ('In the wee small hours'), el viaje (‘Come fly with me’), la soledad (‘Only the lonely’)... Adaptaciones renovadas, dinámicas, de estándares americanos combinando la balada conmovedora y el swing, y aprendiendo a respirar para cantar como nunca lo había hecho.

EL HOGAR DE REPRISE

Alegando falta de libertad creativa, Sinatra abandonó Capitol en 1961 para crear su propia discográfica, Reprise Records, en la que fichó a Bing Crosby y al mexicano Esquivel, y que acabó vendiendo a Warner. Regrabó muchas de las canciones de su etapa anterior, por lo general sin superarlas, trabajó con varios arreglistas (Johnny Mandel, Don Costa, Billy May) y estableció provechosas complicidades con Count Basie y Antônio Carlos Jobim. En esta etapa, en los 60, se acercó a temarios de la era pop (Elvis, Beatles, Simon & Garfunkel) y entregó algunas canciones fetiche, como ‘Strangers in the night’ y ‘My way’, recreación de la pieza francesa ‘Comme d’habitude’.

EN LA GRAN PANTALLA

Un papel en el cine, el del soldado Maggio en ‘De aquí a la eternidad’ (1953), de Fred Zinnemann, que le dio un Oscar al mejor actor secundario, se sitúa en el inicio de su remontada profesional, pareja a la edad de oro en Capitol. Antes había protagonizado créditos en musicales como ‘Levando anclas’ (1945), ‘Un día en Nueva York’ (1949) y otras producciones de calado menor. En la cuarentena entregó sus mejores registros en el cine en filmes como ‘El hombre del brazo de oro’ (Otto Preminger), ‘Como un torrente’ (Vincente Minnelli) y ‘La cuadrilla de los once’ (Lewis Milestone).

LAS MUJERES DE FRANKIE

Sinatra se casó cuatro veces: en 1939, con Nancy Barbato (madre de sus tres hijos, Nancy, Frank Jr. y Tina); en 1951, con Ava Gardner (de la que se divorció cuando esta ya andaba con Luis Miguel Dominguín); en 1966, con una veinteañera Mia Farrow (que hace un par de años confesó que Sinatra podría ser el padre de su hijo Ronan, nacido en 1987) y en 1976, con Barbara Marx, compañera hasta su muerte, en 1998. Se le atribuyen relaciones con, entre otras, Lana Turner, Judy Garland, Lauren Bacall, Marilyn Monroe y Angie Dickinson.

LAS CORRERÍAS DEL 'RAT PACK'

La pandilla de ratas, simpáticamente bautizada por Lauren Bacall, fue el equipo escénico-orgiástico del que Sinatra fue feliz titular junto con Dean Martin, Sammy Davis Jr., Peter Lawford y Joey Bishop, estos dos últimos un poco apartados del núcleo duro. La Voz era copropietario del Sands, en Las Vegas, y desde ahí se proyectó ese 'gang' de escenario, que tomó parte, en equipo o en parejas, en una veintena de películas, entre ellas ‘La cuadrilla de los once’ (1960).

CERCA DE LA 'COSA NOSTRA'

El cantante afirmó que, de no haber sido por la música, podría haber acabado en manos del crimen organizado y ese era un mundo que conocía de cerca a través de amistades como Sam Giancana, ‘capo’ con poder en el circuito de la música en directo estadounidense, cuya frase favorita era "'more money'" (más dinero), origen de su mote, Momo. La cercanía de Sinatra con las tramas de la mafia enturbiaron su amistad con Kennedy. En el FBI reposan actualmente 2.403 páginas sobre Sinatra. La periodista Kitty Kelley sacó discutidos trapos sucios del cantante en su biografía no autorizada, ‘bestseller’ en 1986.

LA VOZ EN ESPAÑA

En mayo de 1950, Sinatra aterrizó en Barcelona rumbo a la Costa Brava, donde Ava Gardner rodaba ‘Pandora y el holandés errante’, muy entretenida con su amigo Mario Cabré. Un mal inicio para su relación con España. Volvió otras veces, con fines promocionales, acompañando a Gardner o para rodar, ya en 1964, ‘El coronel Von Ryan’ en la Costa del Sol, estancia en la que fue multado por desacato. Despectivo con el franquismo, tardó décadas en actuar en directo: lo hizo, por fin, en 1986, en Madrid (un Santiago Bernabéu con pinchazo de público) y, en 1992, en Barcelona (Palau Sant Jordi) y La Coruña (Coliseo). Un reciente libro de Francisco Reyero ilustra su relación con España. Su título, 'Sinatra. Nunca volveré a ese maldito país' 'Sinatra. Nunca volveré a ese maldito país' (Ed. Fundación José Manuel Lara), hace referencia a una frase pronunciada por el cantante en aquella vista de 1964.

UN CULTO ETERNO

Sus dos últimos discos, sendos volúmenes de ‘Duets’ (1993 y 1994), mostraron su influjo en voces modernas, de Bono a Gloria Estefan, pasando por Stevie Wonder, Chrissie Hynde y Julio Iglesias, y en el ‘revival’ del estilo ‘crooner’ del siglo XXI (Michael Bublé, el disco swing de Robbie Williams) se advierte fácilmente su huella. Pero hay inesperados signos de admiración hacia La Voz en ‘tribute albums’ como ‘His way, our way’ (con Maroon 5, The Kooks y The Kills) y ‘Sin-Atra’ (músicos de bandas de rock duro como Judas Priest, Anthrax y Deep Purple). Sin olvidar el suave acercamiento de Bob Dylan en su reciente ‘Shadows in the night’.

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