Francia reivindica en su centenario a Claude Debussy, el músico bohemio

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Marta Garde

Indisciplinado, mujeriego e inconformista, el francés Claude Debussy trazó en sus 55 años de vida, finalizada mañana hace justo cien años, una prolífica carrera que le convirtió en uno de los músicos más influyentes del siglo XX, rememorado por su país en su centenario.

El artista, de quien se destacaba su temperamento libre, nació en Saint Germain en Laye, en el noroeste de París, el 22 de agosto de 1862, y suscitó tanto la admiración como la incomprensión de sus contemporáneos.

Su incursión en la música debió su suerte al encarcelamiento de su padre, que en el año en que estuvo entre rejas por haber participado en el movimiento insurgente de la Comuna conoció a un compositor que le recomendó que su madre, Antoinette Mauté, profesora de piano, tomara bajo su ala al niño.

Las clases de la mujer y su talento innato le abrieron la puerta del Conservatorio, donde con solo diez años, en 1872, superó un exclusivo filtro del que apenas se salvaron 33 de los 157 candidatos.

Además de llegar constantemente tarde, el joven Debussy, que no había ido a la escuela, tuvo dificultades para adaptarse a las normas del centro, que al cabo de dos cursos pasó a augurarle un futuro brillante.

Sus primeras composiciones, "Madrid, princesse des Espagnes" y "Ballade à la lune", basadas en poemas de Alfred de Musset, reflejaron ya una amplitud de miras y de influencias que unieron su obra y trayectoria a los poetas y pintores de la época.

"Trabajo en cosas que solo serán entendidas por los niños del siglo XX", avanzaba en 1895 quien llegó a ser pianista, compositor, crítico musical y director de orquesta.

Su primer éxito entre público y expertos, "Nocturnes", vio la luz en 1900, si bien el artista será recordado sobre todo por "La Mer", de la que se dijo que reinventó la escritura sinfónica, y la ópera "Pelléas et Mélisande", a cuya creación le dedicó diez años.

La música ocupó además un eje central de su vida personal y pesó en el triunfo y fracaso de sus relaciones.

Su primer gran amor fue Marie Vasnier, una soprano de 32 años y madre de dos hijos a la que se entregó cuando acababa de superar la mayoría de edad.

Cantante fue también Thérèse Roger, la mujer con la que vivió un romance que acabó con los seis años de relación que mantuvo con Gabrielle Dupont.

Y la falta de interés por la música de su posterior esposa, la modelo Lilly Texier, unida a la frágil salud de esta última, alejaron su interés del matrimonio y le hicieron caer en brazos de la también intérprete Emma Bardac, madre de uno de sus alumnos y de su única hija, Claude-Emma.

La niña fue una de las grandes fuentes de inspiración del autor, a la que le dedicó en 1905 "La Mer", inspirado en un viaje que ambos realizaron por la costa de La Mancha, en el noroeste del país, y también, en 1913, el ballet "La boîte à joujoux".

Dos años después, el compositor se quedó inválido tras una operación y en 1918 falleció como consecuencia de un cáncer colorrectal.

"Se ha hecho de noche para siempre. ¡Papá se ha muerto!", le escribió la pequeña en una carta a su hermanastro, un año antes de que la difteria acabara con ella.

El vividor que no escapó de las críticas, que juzgaron algunas de sus obras como insoportables, pero que también obtuvo destacadas recompensas, como el gran premio de Roma en 1887 por "L'Enfant prodigue", vuelve ahora a la actualidad con los homenajes preparados por su villa natal.